En esta ocasión, presento a los lectores, este estudio realizado por el hermeneuta y crítico literario, Dr. Odalís G. Pérez, sobre un poema de mi autoría, ganador del Premio Único en Poesía, del Primer Concurso Literario Regional, organizado por la Fundación Cultural Perelló.
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Este poema fue ganador del Premio Único de Poesía del Primer Concurso Literario Regional para escritores del Sur. El Festival Literario Sur fue organizado por el Centro Perelló de Baní. Dicho centro es una institución dedicada al arte y la cultura y una puerta de apoyo de la región al trabajo artístico-cultural.
Fue en este contexto del Primer Concurso Literario donde resultó ganador el poema Salve Cósmica, de Julio Cuevas.
El poema está compuesto por diez cuadros registrados como cantos épicos marcados por núcleos polifónicos orales y escritos. Pues el poema fue escrito para ser dicho, ser representado e interpretado por voces provenientes de la memoria-ritmo negra cantada de forma oral sujeta a rasgos suprasegmentales.
La vida de la Salve Cósmica poema la encontramos en sus unidades verbales expresivas. Eufonías, paranomasias, onomatopeyas, pautas musicales, vocalidades y ritmemas se convierten en signos y funciones poéticas dinámicas contextualizadas como sentido del poema.
El poeta fija su modelo a modo de acotación mediante la forma-guía para ser interpretado dicho texto poético:
“-En clave de sol mayor y un coro mixto de bailadores a cielo abierto para un apóstol cimarrón-”
Desde el primer bloque poético se percibe una interpretación, donde el poeta es un hablante organizador de la coreografía poético-musical, de tal suerte que las relaciones internas de los signos funcionen en superficie y en significación rítmica, esto es, en la estructura de profundidad de un texto coreográfico y oral.
En el caso del primer bloque nos encontramos con un núcleo y una visión polisémica y a la vez polifónica, donde la enunciación directa y cantable cohesiona la dicción poética como sentido, motivo ritual, chamánico, vocal analógico y polirrítmico.
Los marcadores poéticos concentran el espacio del poema de forma icónico-verbal donde lo figurar y lo poético logran particularizar la visión de una cultura de progenie negra, con una memoria negra del Caribe dominicano y activado en el Sur del país como base de memoria cimarrona, evocadora de voces ancestrales, raíces etnopoéticas y originarias.
Eco y pauta, palabra y significado se inscriben aquí como texto, respuesta y trayecto así como forma-sentido y forma-figura. Es por eso que el lector y el poeta establecen un vínculo y un pronunciamiento sustentado en la relación cuerpo-voz y presencia-ritmo.
Los núcleos marcados al interior mismo del poema son las claves de interpretación del poema mismo, pues la textualidad poética se expresa mediante oposiciones, funciones orales y escritas que conforman el escenario ritual y festivo compuesto por cardinales textuales vocalizadas y entendidas a partir de una poética de las raíces que alude a paleros, santeros y sacerdotes comunitarios. De ahí las claves vocales y coreográficas del poema:
“Calienten los ritmos y los cueros de estos palos
-Paleros-
Muevan sobre el temporal sus cinturas
¡-Cadencia-!
Que yo soy el que soy –el verbo hecho carne-!
El nosotros entre bailadores”
(Bloque 1)
La relación entre el “Yo” y el “Nosotros” particulariza lo individual y lo colectivo justificados en la voz plural que textualiza, mediante el registro oral en sus formas expresivas. Todo lo cual enuncia un orden corpovocal que se asume en el poema como registro polifónico y tempo-espacial.
La petición vocalizada “Quiero ritmo”, “Denme ritmo”, ¡-Salve-! ¡-Salve-! ¡-Salve-! ¡Paleros!”, crea una respuesta mediante la cual “Un coro mixto de bailadores”, se hace visible “a cielo abierto para un apóstol cimarrón y ese soy yo”.
El hablante es, sobre todo, también “Apóstol cimarrón” y en aquel espacio-mundo está su altar, su obra salvadora, sanadora y mística basada en voces y cuerpos en movimiento. Este poema surge de la cultura-movimiento a través de hablares, representaciones poético verbales y festivas.
El canto-Salve compuesto por el poeta Julio Cuevas es, por lo mismo, un poema cósmico fundado en dos sistemas antropológicos: la voz y el cuerpo.
Tanto la voz y el cuerpo constituyen la lengua-lenguaje de una cultura dominicana sureña. La región se expresa mediante el cuerpo-signo y la oralidad poética que recoge e interpreta el sentido histórico de la cultura abierta a sus raíces. Los gestos exteriorizan una visión del sujeto y su espacio de origen marcado por una identidad que se perfila en esta “Salve Cósmica” legible entre baile, imágenes, cuerpos y voces de la cultura.