AUTOR: Tony Raful Tejada

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Asomarnos a la prístina orilla de la desnudez, tocar  riberas y cayos sugeridos bajo la epifanía  onírica de los cuerpos. Las musas devanean un ciclo rotatorio de luceros en la piel. Un búho amnistía  el verano en las cobijas sombreadas de las musas, una mandrágora distribuye hojas pecioladas, la clorofila en las hojas de parras verdes oscuras, blanquecinas y rojizas,  el amarillo desprendido de la ínclita luz,  el turquesa adjunto, el agua marina de musgo y tornasol. La isla se achica, cabe en los cuerpos de las musas, limítrofe de la fantasía que hizo los cielos y las estrellas, ellas tutelan todo el horizonte de pintura y templazón.

Los cuadros excitan y trastocan deidades simples, próximas, diluidas, hurtan el tacto y la mirada,  soliviantan las musas desnudas, es fuego manso, erótico, agridulce, aludido, implícito en la  mano acuciante del artista que  obedece los designios voraces  de lo creado. La isla de las musas desnudas, la habita el duende de la mente ígnea, el soberbio oficiante del instinto. Toda lectura visual  es ojal por donde prende la llama del sexo. Y el creador del entorno pasea la leyenda, del orbe helénico a los arrecifes  e islotes de la tierra de las mujeres solas, del campanario matriarcal a las apariciones donde Safo serpentea en su colmena de féminas. ¿Quién dijo que las musas desnudas que bailotean sobre el papel ágrafo de las siluetas coloreadas, no tienen la lengua del sortilegio y la ensoñación? ¿Quién dice que no hay vasos comunicantes en el ojo iridiscente del oráculo y el pulso del pintor? Vienen de rehacer el universo, de compilar abismos en el recinto de las musas asediadas por el mar.

Esta exposición de Carlos Sangiovanni  es definitoria de imágenes precisas evocadoras de la inspiración, del motivo mayor de todo aprendizaje de asombro. Se trata de reivindicar el pecado absolviendo en  los cuerpos toda noción  transgresora, exponiendo sus partes voluminosas,  la tentación de la carne, induciendo su saldo de belleza estética, la cercanía de los colores, la magia prodigada en una soledad de canciones telúricas. Es  en los cuadros donde se despliega la desnudez, su ámbito de luz, su búsqueda perpetua de perfección.

La isla somos todos, navegamos a contra candelilla, en el océano de los tiempos; en algún promontorio las musas desnudas  entrelazan en su infinitud manatíes y herbolarios, ciguapas y destinos marineros. Sangiovanni las retrata con el pincel, asalta la última posta de sol,  no tiene que  coagular el color del alba, este fluye incontenible, siempre se amanece  sobre las musas desnudas, y esta hermosa presentación de ellas, es   memoria del artista, salvado del olvido, para la contemplación y fornicación de los sentidos y el alma humana.  Excelente muestra creadora de Carlos Sangiovanni.

Tony Raful Tejada

Nota: La exposición de Carlos Sangiovanni, Isla de Musas Desnudas, estará  abierta hasta el 28 septiembre en Sangiovanni Art Gallery & Studio, Arzobispo Meriño No. 111 Zona Colonial.