Resulta simple definir la imagen como la aglomeración de formas identificables a partir de un objeto representado. Se nos hace más fácil aclarar su comprensión recurriendo a sus raíces filológicas que relacionan imagen con el sustantivo latino imago (figura, sombra, imitación) y con el griego eikon (icono, retrato), entendiéndose icono como: “todo signo que originariamente tiene semejanza con el objeto a que se refiere”(clásica terminología de Pierce, en Semiología).
Dentro de los procesos de reproducciones de la imagen, la fotográfica envuelve al mundo contemporáneo. Con ello también llega el cuestionamiento de las realidades que muestran las iconografías fotográficas de este siglo. Si la imagen fotográfica se reconocía en pasado reciente como testimonio de realidad, el mundo digital se ha encargado de darle una visión y versión distinta; instituyó una nueva retórica, un discurso de lo imposible-posible representado por esa nueva imagen visual de la híper modernidad.
Nos vemos y hacemos que nos vean, con el uso y abuso de las tecnologías que nos brinda el momento. La fotografía ha sido tomada por las masas, que se regodean con ella como un “placer para la vista”, en ese juego erótico que caracteriza a la sociedad del Facebook. Millones de imágenes se toman en un segundo, para ese pacto voyerista con otros que nos observan y a quienes también contemplamos, en esa espiral egocéntrica y ante el gran espejo ciberespacial que nos distrae, haciéndonos olvidar realidades autenticas que no podemos maquillar. Llegar a este grado tecnológico de manipulación de la imagen en que se encuentra la sociedad digital, ha tenido estamentos históricos muchas veces ignorados o desconocidos de sus orígenes pre fotográficos.
Dentro de estos estamentos primitivos, el grabado como técnica de expresión visual, antecede a la fotografía como modo de reproducción de imágenes. Siendo el grabado, con sus diversas y variables técnicas, medio ideal para la multiplicación de imágenes, poseyendo en su inicios papel preponderante como recurso de ilustración para las impresiones destinadas a mayor número de personas; ya que recursos artísticos como la pintura y el dibujo, por sus características y resultado final de piezas únicas, estaban por lo general destinadas al consumo de las clases más pudientes de la sociedad.
Dentro de las técnicas del grabado, la xilografía –tallado realizado sobre un taco de madera, valiéndose de instrumentos como las gubias y cuchillas, para realizar incisiones que quitaran madera, dejando la imagen deseada en alto relieve, a fin de que esta reciba la tinta de impresión para posteriormente ser estampada sobre una superficie–es la más antigua que se conoce, atribuyéndosele a los chinos su invención, ya que estos emplearon por primera vez la técnica de la impresión sobre imágenes y caracteres de madera en el siglo VII y VIII, y los tipos móviles unos 400 años antes de Gutenberg.
La estampación de imágenes en Europa, utilizando la xilografía, aparece a finales del siglo XIII. El grabado en madera mas antiguo conocido es el Bois Protat –también nombrado como “Centurión con dos soldados”–, una xilografía encontrada en Francia y de la que solamente se conservó una tercera parte de la imagen tallada, ya que la madera apareció destruida en su mayor segmento.
Durante los siglos XIV y XV, esa posibilidad de repetir exactamente las expresiones gráficas mediante la estampación xilográfica, tuvieron una importancia trascendente para las ideas y el conocimiento de la época. Sólo hay que situarse, mentalmente, en el contexto reinante antes de la aparición de una técnica que posibilitara la divulgación de imágenes a niveles nunca alcanzados hasta entonces.
Las realizaciones de estas antiguas imágenes grabadas en madera, destinadas a imprimirse sobre una superficie (papel, tela u otros sustratos), en cantidades importantes para el consumo de la población, muchas veces eran realizados en talleres donde un grupo de operarios diestros intervenían en la producción de una sola pieza xilográfica. Así, en una imagen, un grabador podía haber trabajado en el tallado del rostro, mientras que otros pudieron haber trabajado en otros tramos del cuerpo de la madera grabada. Se originaba de esta forma una cadena de producción de imágenes para la comunicación.
Con los avances logrados en la multiplicación iconográfica utilizando métodos cada vez más novedosos, hasta llegar a la revolución contemporánea que vive la imagen, la xilografía al igual que otras técnicas del grabado (calcografía, agua fuerte, punta seca, litografía, collografía, etc.), pasaron a ser materias de estudios en las escuelas de artes visuales, y forma expresiva de creadores contemporáneos dedicados a las obras artísticas seriadas –numeradas y firmadas por el artista–.