En la mañana del viernes 21 de junio de 1968, un hecho insólito estremeció la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la sociedad dominicana. Enfrentados por interpretaciones y divergencias supuestamente ideológicas y políticas en el campo internacional, nuestros izquierdistas y algunos que no los eran, se enfrentaron de manera violenta y con armas de guerra dentro del campo universitario. En la trifulca disfrazada de lucha ideológica murió un estudiante del Colegio Universitario cuando, en medio de los disparos trataba de llegar a las calles limítrofes del campus para escapar de la pelea, siendo alcanzado por una bala que le robó su juvenil existencia: habían asesinado a José María Fadul y Fadul. Todavía hoy, a cuarenta y ocho años de aquel lamentable suceso, nadie sabe de manera verídica quién fue el que disparó la bala asesina, ni tampoco las valederas razones políticas para que esto sucediera.
En 1969 Maximiliano Gómez, principal líder del Movimiento Popular (MPD), a quien todos conocían como “El Moreno”, escribió un ensayo que tituló “El colonialismo ideológico y sus consecuencias políticas y organizativas” , tratando de demostrar el “seguidismo” de la izquierda, alejada de la realidad dominicana: "Existe en la “izquierda” dominicana, incluido el MPD,–decía El Moreno—la tendencia a encontrar las soluciones que históricamente el país demanda, en las citas del camarada Mao Tse-Tung, los libros de Marx, Engels, Lenin, Stalin, y las aportaciones teóricas de la revolución cubana, como si nuestras experiencias particulares fueran materias primas que necesitaran para ser elaboradas, de las factorías de las metrópolis del pensamiento marxista-leninista. Esa tendencia errada ha traído al mundo la peculiaridad práctica de la “izquierda” consistente en organizarse a sí misma, dejando de lado al pueblo, y disputarse entre unos y otros el carácter de “vanguardista del proletariado”.
La reflexión era hija de la experiencia dolorosa vivida en los partidos de izquierda de la época, especialmente después de finalizada la guerra de Abril de 1965. Ese colonialismo de que hablaba el dirigente Emepedeista, comenzó a dejarse sentir desde los días de la conflagración cívico-militar. En los meses posteriores se tenía como “línea” obligatoria definirse apegado, sin cuestionamiento, a uno de los bloques comunistas de entonces. Se era pro chino, pro cubano, pro ruso, pro albanes, o lo que era lo mismo que: maoísta, fidelista, revisionista, o seguidor del “camarada Enver-Hoxha”. En el caso una parte de los estudiantes socialcristianos, que muchos llamaban “social pistolas”; esto se hicieron “camilistas”, seguidores del cura guerrillero de Colombia Camilo Torres, muerto en combate en 1966.
Eran los días en que se discutía con pasión, y se buscaba al partido o al grupo de izquierda del país que ostentara la condición de “partido del proletariado”, o de ser el verdadero partido comunista. La sed desmedida de definición y reconocimiento provocó divisiones, enfrentamientos violentos y acusaciones entre unos y otros, pues todos se autodefinían como tal. En ese proceso se recuerda la división del Partido Socialista Popular (PSP), de donde surgió el Partido Comunista Dominicano (PCD) en los días finales de la guerra de 1965, y la lucha entre los “transformistas” y “no transformistas” dentro del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1967), responsable en gran medida de la desaparición de esa agrupación. También los enfrentamientos en el MPD, que produjo la salida de dos nuevas agrupaciones: una con el nombre de Partido Comunista de la República Dominicana, conocidos como “el Pacoredo” (1967), y la otra “Voz Proletaria” (1968).
Esos partidos, que en verdad eran minúsculas agrupaciones formadas por militantes que desconocían la teoría que decían practicar y menos la realidad en la que vivían, llevaron sus inapropiadas divergencias a la lucha frontal, en la que la experiencia armada de la revolución sirvió como catalizador de lo que en 1968 estremeció la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y tiempo después, en los años de 1970 a 1972, los enfrentamientos armados del Pacoredo y el MPD, con la secuela de muertos y heridos. Se recuerda, que los partidos lograron preservar de manera secreta, una parte importante de las armas utilizadas durante la Revolución, las que usaron para dirimir sus divergencias.
La Universidad, inmediatamente después de la guerra, se convirtió en el centro de las actividades de los partidos de izquierda y de estructuras apéndices de ellos. También en la UASD eran muy activos los miembros del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC), bajo las siglas de BRUC (Bloque Revolucionario Universitario Cristianos). En aquellos días se decía, y parece que era cierto, que el campus universitario, debido a la ley de autonomía y al fuero universitario, era el único lugar donde esas agrupaciones podían actuar con cierta libertad, pues en las calles y barrios del país, las fuerzas “incontrolables” del gobierno de Balaguer habían desatado una espantosa represión, estableciendo un clima de miedo y muertes. La institución de educación superior se convirtió en poco tiempo, en el centro de los enfrentamientos “ideológico-políticos” entre las agrupaciones comunistas, sobresaliendo el Pacoredo por su actitud violenta y agresiva contra las demás organizaciones.
Un crimen imperdonable: La muerte de Fadul y Fadul:
José María Fadul y Fadul, con 24 años de edad, era hijo de José Fadul y María Fadul, troncos de una respetable familia de Santiago de los Caballeros. Desde su ciudad natal, llegó a Santo Domingo para estudiar la carrera de Medicina, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. A la hora de su muerte, alcanzado por un disparo del que nadie se responsabilizó, todavía cursaba el nivel preparatorio del Colegio Universitario y vivía en una pensión de la calle Beler de Ciudad Nueva.
Los incidentes en que el joven encontró la muerte la mañana del viernes 21 de junio, aun sin ser parte de lo que acontecía entre los grupos de izquierda y el BRUC, se iniciaron dos días antes, la tarde del miércoles 19, luego que en la emplanada de la Facultad de Ingeniería grupos de militantes de las agrupaciones políticas, “discutían acaloradamente problemas universitarios”, terminando las discusiones con enfrentamientos a sillazos.
El jueves 20, después de una asamblea de estudiantes en el edificio de Medicina—como lo explica el informe oficial de la Universidad—, se volvieron a producir enfrentamientos, y se “originaron actos de violencia entre ciertos estudiantes. Hay quienes afirman que un joven blanco, alto, fuerte, produjo una pescozada (galleta) a un pequeño, probablemente del grupo PACOREDO y el agraviado respondió esgrimiendo un garrote. Estos incidentes fueron tomando auge y se convirtieron en correderas, piedras y expulsión de estudiantes de las aulas primero, y del recinto universitario después”.
La mana del viernes 21 de junio quedó marcada de manera lastimosa en la historia del movimiento estudiantil, cuando los grupos estudiantiles se “atrincheraron” tomando bajo control diferentes espacios y edificios de la Universidad, en actitud de enfrentamiento armado con las fuerzas que les eran contrarias. En una actuación que todavía no tiene justificación, parecía que todos estaban contra todos. Al parecer, los actores en el hecho de violencia se dividieron en dos bandos. Por un lado, los miembros del Pacoredo, MPD y Movimiento Revolucionario 14 de Junio, y por el otro, los militantes del Bloque Revolucionario Universitario (BRUC) aliados con los del Partido Comunista Dominicano: era el choque entre los “revisionistas” seguidores de la Unión Soviética aliados a los cristianos, contra los “maoístas”—seguidores del presidente chino Mao Tse Tung—del 14 de Junio, el Pacoredo y el MPD.
El incidente, con lujo de detalles, fue reseñado por la Comisión de profesores de la Universidad, designado por el Consejo Universitario para investigar el suceso, integrada por los doctores Héctor Cabral Ortega, José Joaquín Bidó Medina y Carlos Temistocles Roa, quienes, entre otras observaciones, informaron lo siguiente:
“En el momento en que el estudiante Leonardo Mercedes subido en un tanque, o en una silla según otros, arengaba a su grupo diciendo “muerte a los traidores, muerte a los anarquistas, muerte a los enemigos de la Universidad”, el grupo ubicado en el Colegio Universitario gritaba “muerte a los revisionistas, muerte a los cristianos (…), sonó un disparo desde dentro del Colegio. Inmediatamente se inició el repliegue, pedreas y la primera balacera. En esas circunstancias el Br. José M. Fadul y Fadul sale del Colegio corriendo en dirección Oeste a Este hasta el campo de deportes, pasando por el lado de Emilio Vargas (a) Milo, ubicado frente al Dr. Juan José Matos Rivera (a) Pachón, Manuel Aníbal Peralta Castro, parapetados en las proximidades del monumento Bartolomé Mitre, cruza próximo a Oscar Holguín y a Carlos Pimentel y al entrar al campo de deportes se encuentra con Rafael Estévez quien notó que Fadul “tenía una actitud no beligerante aunque no lo conocía, porque él se detuvo, nos miró y siguió”; y parece que esta fue la última persona que vio con vida al estudiante Fadul Fadul, lo que descarta la tesis que Fadul fuera herido antes de entrar al campo de deportes”. (Véase el Informe de la Comisión de profesores nombrada por la UASD para investigar los hechos, El Nacional 17 de julio 1968).
Se dijo que los miembros del BRUC y de otras organizaciones, portaban fusiles M-1 y ametralladoras, pistolas y granadas. También se rumoró que hubo quienes llevaron vehículos artillados con ametralladoras de altos calibres, pero esto nunca se verificó. Las autoridades de la Universidad, encabezada por su rector Andrés María Aybar Nicolás, entregaron a la Policía varias armas de fuego que fueron encontradas en la Escuela de Odontología. El grave incidente en el que se dispararon cientos de tiros, finalizó con el saldo de un muerto y seis heridos, así como doce personas detenidas por la Policía Nacional, entre ellas “dos que no eran estudiantes”.