SANTO DOMINGO, República Dominicana (Alejandro Paulino Ramos). Los historiadores dominicanos han calculados el número de muertos durante la Revolución de Abril en unos 5,000, incluyendo civiles y militares; pero no existe una estadística exacta y creíble de las personas que perdieron las vidas o desaparecieron en la contienda civil, ya que los organismos oficiales no pudieron determinar el paradero de cientos de desaparecidos y además, porque muchos civiles fueron asesinados, sus cuerpos desaparecidos y los familiares, posiblemente por miedo, no reclamaron sus cadáveres ni indagaron sus paraderos. En los días posteriores a la revolución de Abril se habló de enterramientos en fosas comunes en la zona de Yamasa y la Victoria, así como en otros lugares en la periferia de la Capital, pero eso nunca pudo ser confirmado.
En el periódico Listín Diario del 9 de noviembre de 1965, apareció la información dada por la Cruz Roja Internacional: 2,850 dominicanos muertos entre el 24 de abril y el 12 de julio, aunque se aclara que la cifra pudo ser más elevada. “No se ha registrado el total porque muchos muertos fueron recogidos por los familiares y algunos enterrados en el mismo lugar donde morían”.
En medio de la contienda, la Cruz Roja realizó 150 incineraciones y recogió 3,000 heridos, los que fueron trasladados en ambulancias y otros tipos de vehículos a los distintos hospitales y clínicas privadas; efectuó 4,000 evaluaciones de personas y realizó 4,500 servicios de emergencias. Más de 200,000 personas fueron vacunadas para evitar las epidemias que amenazaban con afectar la población de la capital. En aquellos días se expandió una enfermedad de la piel que muchos comenzaron a llamarle “guachipa” y otros la señalaban como “la peseta”.
Unos 300 policías, dice el informe, murieron o desaparecieron durante la revuelta de abril. Esta cifra aparece en el Listín Diario del 30 de noviembre de 1965, pero en el periódico se explica que la cifra exacta no se podía determinar hasta tanto no se reintegraran a sus cuarteles todos los agentes que participaron en la guerra. Además, entre los muertos y desaparecidos se incluyeron a muchos desertores que se encontraban o se fueron al interior del país y que presumiblemente no tuvieron interés en seguir en las filas de la Policía. Muchos de estos salvaron sus vidas durante el asalto a la Fortaleza Ozama, cuando lograron cruzar a nado el río Ozama y cruzar a la parte oriental de la ciudad, bajo control de las tropas de Wessin y Wessin. Al momento del asalto, en la fortaleza había aproximadamente una cantidad cercana a los 1,000 policías y muchos de ellos quedaron como prisioneros de las fuerzas rebeldes, pero sus vidas fueron respetadas por los constitucionalistas.
Aunque todavía los historiadores dominicanos no se han puesto de acuerdo en relación a la cantidad de muertos, heridos y desaparecidos en la contienda civil, Hamlet Hermann, en su libro "Eslabón Perdido; gobierno provisional 1965-1966″, página 89, publicado en el 2009, reconstruye una parte de las estadísticas de aquellos cinco meses de lucha civil-militar:
“Parecía no bastar a los militares que durante los primeros 85 días del reciente conflicto armado, entre el 24 de abril y el 17 de julio de 1965, la Cruz Roja Dominicana comprobara y registrara 2 mil 850 civiles dominicanos muertos”.
“Las bajas estadounidenses durante los combates fueron estimadas por sus propios organismos en 44 muertos y 172 heridos. De parte de las tropas dominicanas que se plegaron a los invasores hubo 500 muertos de las Fuerzas Armadas y 325 de la Policía Nacional. Entre los combatientes constitucionalistas se estimaron en 600 los muertos. Los heridos en sentido general fueron estimados por la Cruz Roja en cerca de 3 mil”.
“Un estimado razonable de las bajas producidas durante la crisis dominicana de 1965, muertos y heridos, podría señalarse entre seis y siete mil personas. (Véase Palmer, Bruce; Intervention in the Caribbean; the Dominican Crisis of 1965, The University Press of Kentucky, 1989, página 137)”.
Estas son las cifras más cercanas sobre los muertos, heridos y desaparecidos en medio de la guerra de abril de 1965; pero nadie se ha sentado a contar, con informaciones fidedignas, la cantidad de prisioneros, fusilados, ni los torturados en manos de las tropas del CEFA y de lo que para entonces eran las tropas de San Isidro, que fueron las fuerzas más beligerantes en la lucha por evitar el regreso a la vida democrática y constitucional. Algún día lo sabremos, esperemos.