Miami, FL. (6 de mayo de 2016)- Pasadas las nueve de la noche del viernes, a ritmo de acordeón y “corazón profundo”, el orgullo samario Carlos Vives arrancó “La Fiesta de Todos” ante las diecinueve mil almas atestadas en el American Airlines Arena de Miami, cuya euforia se extendió por casi tres horas, veintiún canciones y bastas sorpresas.

“Sé que sienten lo mismo que yo de saber que nos vamos a ver, lo único que no sé, es si vamos a caber todos”, había expresado Vives en el anuncio del concierto.

Carlos Vives en escena

Como era de esperarse, el lleno total del evento confirmó sus sentimientos. Vistiendo pantalones de cuero y una chaqueta negra adornada con un tigre junto a la palabra “Vives”, el hijo del vallenato continuó el repertorio con su “Canto por la vida”, “La cañaguatera”, “Carito”, “Pa Mayté”, “Quiero verte sonreír”, “Bailar contigo” y otras tantas de sus fusiones de música colombiana con pop y rock.

Sin una sola pausa, en medio del barullo, voló la música de El Cantor de Fonseca. Entre  “Laraira, laraira”, fruta fresca, soplos de gaita, armónica y el diestro toque de acordeón de Egidio Cuadrado, el trío boricua “SonidoTré" se unió a Vives para interpretar “La Tierra del Olvido” y, como “cosas de la vida”, apareció Maluma para terminar el emotivo tema y agudizar el alborozo del público.

“Dios los bendiga parceros, Colombia y el mundo entero”, gritó el antioqueño, quien, tras darle uno que otro pase a Vives con un balón de fútbol, se despidió al compás de “Eres mi fiesta”.

Hacia la mitad del concierto, llegó el turno del Pacífico colombiano con la pegajosa cadencia afro de ‘Tostao’, ‘Goyo’ y ‘Slow’, del grupo “ChocQuibTown”, quienes interpretaron "El mar de sus ojos” y se enfrascaron en una especie de juego de palabras en la que ellos gritaban “ChocQuib” y el público coreaba “¡Town!”.

Los desperfectos en el sonido parecieron imperceptibles para los espectadores, pues se vieron opacados por el carisma del artista y los momentos de ternura, como cuando un asistente aprovechó el tema “Casarme contigo” para pedirle matrimonio a su mujer, o como cuando Elena, la hija menor de Vives, le hizo dúo a su papá en “La foto de los dos”.

A eso de las once de la noche, los gritos estallaron e hicieron temblar las paredes del pabellón con la aparición del “sobreviviente”, Wisin, quien junto a un Vives encapuchado y en “Una nota de amor”, hizo que la audiencia se acabara de venir abajo.

Con el pegajoso estribillo “Y la ciudad de New Orleans se parece a Barranquilla”, Vives resaltó el propósito de esta gira: demostrar que no existen fronteras musicales, que a fin de cuentas y sin importar la nacionalidad “todos somos parecidos”.

Como “pa' que se acabara la vaina”, el hijo de Santa Marta cerró “La Fiesta de Todos” al toque de “La Gota Fría” y, en compañía de “Chocquibtown”, batata, panderos y “sus viejos champeteros” culminó con “La Fantástica”, su bendición a Cartagena.

El público, sediento de “más”, despejó el lugar como pudo, la mayoría salió en Uber; probablemente Carlos Vives haya tomado la bicicleta, que por cierto, es el título de su próximo sencillo junto a Shakira.