Madrid, España (EFE/Concha Barrigós).- La novela "La fiesta del chivo", publicada por Mario Vargas Llosa en 2000, es "un discurso de recuerdo y dolor" que en la versión teatral que protagoniza Juan Echanove y dirige Carlos Saura atisba desde "una zona intermedia" en la "cruel y malvada" personalidad del dictador dominicano Rafael Trujillo.

Vargas Llosa, según han explicado hoy en una entrevista con Efe Saura y Echanove, vio hace una semana un ensayo de la obra, cuyo estreno absoluto es el 22 en el Teatro Infanta Isabel, y está "encantado" y "entusiasmado" con esta "maravilla" de adaptación, que firma Natalio Grueso.

"Yo tenía un poco de miedo porque podía ser un problema la adaptación y no es fácil para un autor, que además es dramaturgo, ver lo que han hecho con su obra", ha revelado Saura (1932).

En la novela se narran, en una mezcla de ficción y datos históricos, los últimos días de quien fue dictador de República Dominicana durante 30 años hasta que le asesinaron en 1961; la confabulación para acabar con él y el recuerdo de una mujer, 35 años después, de cómo "el Chivo" la violó con 14 años con su padre de "mediador" de ese "sacrificio bíblico".

La idea de llevar al teatro la novela -de la que hay una adaptación al cine de 2005 y otra dramatúrgica de 2003 que se hizo en Nueva York y en Lima- fue del productor de la obra anterior que dirigió Saura, "El coronel no tiene quien le escriba".

Mario Vargas Llosa.
Mario Vargas Llosa.

 

"Leí la novela cuando era joven y ahora la he releído 'rápido'. Lo que más me interesó fue el último capítulo porque ahí está todo. Es un novelón estupendo que ha interesado a todo cristo y Natalio ha hecho una adaptación muy precisa y ajustada", ha asegurado el director de "Cría cuervos" o "Deprisa, deprisa".

El trabajo fundamental, ha alabado, es el de los actores, que es "estupendo" y "excepcional" en el caso de Echanove: "si un actor es bueno no hay que explicarle nada; me parece un error estar dirigiendo de otra manera".

"Cuando un actor ve que hay algo que hace, por ejemplo, un efecto de risa en el público tiende a acentuarlo. Hay que dejarles el camino libre", ha subrayado Saura, quien ha querido acercarse al personaje de Rafael Trujillo desde una "zona intermedia", es decir "sin humanizarlo pero tampoco tratándole como a un demonio".

"Un dictador es un ser humano que ha elegido el camino maligno. Franco hizo muchos pantanos y obras públicas pero era un dictador, no digo que fuera de crueldad infinita como Trujillo, pero se creía como otros como Hitler o Mussolini salvador de la patria, un dios y como dioses quieren que se les recuerde con cruces o con lo que sea", ha apostillado.

"Interpretar a dictadores es un placer", ha asegurado Echanove sobre su personaje, que ha comparado con Hamlet o Ricardo III: "el peligro es identificar humanidad con bondad. Es una mala persona pero es un ser humano y no hay que dulcificarle para ver que igual besa a un niño que inaugura una presa. Lo que me hace diferente a él es que cuando me arde el estómago no se lo hago pagar a mi país".

Hay mucha gente en Dominicana, ha precisado, que piensa que Trujillo fue "bueno" porque hizo obras públicas, "pero nunca hay que olvidar que mató a mucha gente".

"Trujillo muestra su peor cara, la del chivo, la de macho alfa de la manada, usando a las mujeres…", ha apuntado Echanove sobre el enfoque de la obra, "un discurso de recuerdo y dolor" que Saura ha dirigido con "amabilidad, paciencia, tozudez y reflexión".

"No es uno de esos directores que necesitan el conflicto como fuente de inspiración. Él es afable y consultivo. Nunca se cuenta, pero si el elenco quiere que el director vuelva para ver la obra una vez estrenada es que el proceso de trabajo ha sido bueno. Que me caiga un rayo encima el día que yo a este hombre le falte al respeto", ha añadido. EFE

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