En  esta tercera  y última parte de la entrevista hecha por el periodista Juan Bolívar Díaz al guerrillero Hamlet Hermann, publicada en el periódico Última Hora en junio de 1973, se abordan los temas relacionados con las relaciones del PRD con la expedición armada del coronel Caamaño, las dificultades del desembarco, la acusación de agente de la CIA que algunos sectores lanzaron contra el guerrillero y la forma en que el gobierno concedió su salida, junto a Claudio Caamaño, para viajar hacia México y desde allí hasta la isla de Cuba.

*Contracción……

“–Y sobre la vida de Caamaño en esas dos semanas de vida en la montaña, qué podrías decirnos, cuál fue su estado de ánimo, su temperamento; se sentía optimista, o pesimista, sobre el futuro de esa acción tan audaz que él encabezaba?

–Román fue siempre muy optimista. Y muy sensible; tenía una gran calidad humana. El encuentro con los campesinos, en los parajes, ahí en esas aldeas, o en una casa aislada, lo que le inspiraban era a combatir más por la liberación del pueblo. Veíamos la miseria del campesino, esa hambre, el frio que pasan esos infelices, desnudos en esas lomas. Y eso lo que hacía era indignarnos más a todos para continuar la lucha, y nos sentíamos más optimistas, porque veíamos más justificación en nuestra lucha. Y en Caamaño eso se veía más que en todo.

–Y qué impresión produjo en Caamaño y en ustedes las noticias que iban escuchando sobre las reacción del gobierno, la represión y el involucramiento del PRD en el desembarco guerrillero?

–Nosotros habíamos previsto algo como eso. Eso no era sorpresa para nadie. En una situación como esa el gobierno dominicano trataría de salir de sus enemigos, de aquellos que pudieran cooperar con la lucha armada, o aquellos que pudieran constituir un centro de agitación a favor de la situación en ese momento. O sea, que para nosotros no fue sorpresa. Sabíamos que iba a suceder en la medida que sucedió. Consideramos que estaba también dentro de los límites que nosotros habíamos previsto. Íbamos siguiendo las noticias diariamente porque teníamos radio receptor y lo escuchábamos por varias horas cada día tratando de mantenernos lo mejor informados posible.

–Claudio Caamaño decía que uno de los factores que produjo problemas al desembarco guerrillero fue que tú compraste un bote ligeramente más pequeño, lo que obligó a dividir en dos el desembarco y por consiguiente provocó el extravío de peña Jáquez. Cómo fue ese asunto. Cuáles esas dificultades?

–Dentro del plazo que nosotros teníamos y en el mercado en la zona donde yo estaba, no aparecía otra cosa mejor. Y había que elegir entre dos cosas: o sea, la irresponsabilidad; en aquel momento era de preparar, o sea tener un bote auxiliar para llegar a la misma playa. Tenía dos alternativas: o no conseguía ningún bote, o conseguía uno en que aunque no cupiéramos todos, pero pudiéramos hacerlo en dos viajes. Y esa fue la decisión que yo tomé, y la verdad es que hacerlo sin bote hubiese sido mucho más difícil. Porque aunque un grupo de nosotros llegó a nado, o sea los dos viajes no se dan en el bote.

–Pero el bote más pequeño originó la perdida de Peña  Jáquez, la primera baja, y ello provocó a su vez que se supiera antes del desembarco, ya que él se valió de unos pastores para llegar a Santo Domingo y probablemente ellos fueron quienes dieron las pistas… No te parece que o del bote fue un error grave?

–Bueno, nosotros tendríamos que irnos ahí hasta un principio elemental de filosofía, de lo que es la casualidad y la causalidad. O sea, las variantes, la dinámica como se llama en materia militar, cosas que suceden, que usted no las puede evitar. Si usted planificara perfectamente cualquier batalla y su enemigo lo hiciera también, entonces habría un empate. Pero usted sabe que no hay empate en la guerra. Siempre hay imponderables, y eso fue un imponderable. Situaciones de tensión; nosotros desembarcamos entre dos puestos militares. Y el punto de referencia, la recalada que nosotros hacemos con la Punta Salinas, que es una base de Calderas, o sea nosotros entramos por el sitio que se supone mejor custodiado por las fuerzas navales dominicanas. O sea, se vive una situación de tensión, y además nuestra travesía por el mar fue muy difícil, porque tuvimos que combatir dos temporales, y en una ocasión nos vimos al naufragar. No era una situación normal, era una situación de mucha excitación, de mucha tensión, y habíamos tenido muchos problemas.

–Sobre la acusación de agente de la CIA que te han hecho algunas personas, qué tienes que decirnos?

–No tengo que comentar nada. Eso no lo discuto.

–Bien Hamlet, para salir del país, se te puso alguna condición?

–sí, la condición la puse yo. Cuando a mí se me planteó, bueno, en la prisión a mi se me planteaban muchas cosas, por supuesto se iban a tratar de una forma extraoficial. Llegaba un oficial superior de las Fuerzas Armadas que me iba a visitar, un general, un coronel, y de repente me dejaban caer ciertas ideas, que empezaron como: “qué te parece a ti si tú te ves con el Presidente Balaguer. No es que me hayan dicho que concerté una entrevista, pero yo podría arreglarla”. En esa forma de dejarte caer una idea, para que aparezca que no son ellos quienes la proponen. Que salga de ti.

Yo fui rechazando una tras otra; no solamente esa. Hubo inclusive quien habló de un contrato en ingeniería. “Tú sabes que tú eres un ingeniero y que a lo mejor te dan un contrato por ahí”…. Y llegó la de la deportación. Por supuesto, no se usaba la palabra deportación: “qué te parece salir del país, porque por tu seguridad, la vida tuya estaría en peligro. No por las fuerzas armadas por supuesto, sino por los otros que dicen que tú eres agente de la CIA, y esos serían los que te mataran”; o sea trataban de crear siempre la división.

Hasta se me habló de que te podemos ayudar en un cargo diplomático, en el cual no estarías sirviendo al gobierno sino que ayudarías al país en un cargo internacional. Se llegó a proponer todo eso. La decisión que yo tomé era la de aceptar la salida del país y le plantee al ministro de las Fuerzas Armadas que para yo salir de la Republica voluntariamente debía dársele el salvoconducto a Claudio Caamaño. Esa fue la condición.

Entonces se trató de eludir, argumentando que eran dos cosas diferentes. Entonces le dije, bueno, ustedes me pueden sacar cuando quieran del país, porque así como me trajeron amarrado en un helicóptero a la base aérea de San Isidro, me amarran y me meten en un avión de esos. Pero voluntariamente solamente salgo con esa condición. Por supuesto, no se me dio respuesta, sino que se iba a ver. Ya posteriormente se habló concretamente de mi salida del país, y luego supe que se había otorgado el salvoconducto a Claudio. 

Yo no creo que fuera por esa presión mía fundamentalmente la salida de Claudio. Yo creo que la salida nuestra del país responde a una coyuntura política, que el gobierno no es capaz de soportar en estos momentos. Yo creo que el gobierno no está en condiciones de aguantar la opinión pública lo que podría producir un juicio contra mi persona. No por mi persona, sino por lo que yo puedo representar.

–Y finalmente, en qué condiciones se produce tu salida del país, y cómo llegas a México, como asilado político, o como turista?

–Bueno, a mí me plantea salir del país hace ya mas de dos semanas, pero eso se pospone, yo me supongo que sería por alguna razón política y se me aguarda todavía en el país; se consigue una visa, luego de muchos problemas, según supe, de turista, con el gobierno mexicano, lo cual me permite pasar 30 días en territorio mexicano. Dentro de ese tiempo, yo podría cambiar mi situación, considerarme como residente, pero eso tendría que solicitarlo aquí al ministerio de Gobernación.

Para el día de mí salida a mí se me dijo: tu puedes salir el domingo tres de junio. Se me habla de eso, ya antes se había dicho que era el Día de las Madres, pero el sábado 2, no me fue a visitar nadie, por lo que yo deduje que no saldría al día siguiente, así que me acosté a dormir como todas las noches, y a las tres de la mañana se apareció el general Ramiro Matos y un capitán y otros oficiales del ministerio de las Fuerzas Armadas, los cuales habían venido con automóviles y con mis familiares. Entonces me sacaron de la base aérea de San Isidro en un automóvil escoltado por militares. Había un carro de escolta con armas largas, y  me llevaron hasta el aeropuerto, a lo que llaman el salón de Embajadores. Ahí me reuni con mis hijos y mi mujer—con mi esposa más respetuosamente–, y con mi madre, me hermano, mi tia. Después de pasar un rato ahí en lo que llegaba el avión, y se hacían los tramites, se me sacó en un vehículo directamente desde el salón de Embajadores hasta el borde del avión.

–El gobierno le dio algún tipo de ayuda a ti o a tu familia para el viaje?

–Cuando me estaba montando en el avión, se entregó un sobre que contenía dos mil dólares, moneda norteamericana, para mis gastos, como una ayuda del gobierno dominicano. Y hoy por la mañana, hoy lunes, llegué ayer domingo, voy a sacar un cheque a nombre del Tesorero Nacional para devolver ese dinero, pues no me interesa recibir ninguna ayuda del gobierno dominicano.

Yo creo que tengo suficiente capacidad para sostener a mi familia. Y no estamos solos.

–Y cuales son los  planes inmediatos que tienes?

–Bueno, ahora mismo yo no te podría decir cuáles son mis planes inmediatos, porque saliendo de ese periodo de incomunicación total, más bien yo estoy chocando con la civilización. Voy a tomarme una pausa a ver qué ofertas puedo recibir, o qué invitaciones puedo recibir, a las cuales yo respondería de acuerdo a como se haga. Pero mi intención es estudiar toda situación u oferta que se produzca para definir el futuro mío y de mi familia. Siempre dentro del marco revolucionario.

(Última Hora, 11 de junio 1973)