Pareciera que los espíritus del teatro han confabulado para de cierta forma, hacernos repetir la historia, añadiendo aún más cuentos y eventos a la viva leyenda de la más antigua institución estatal del arte teatral de nuestro país, la Compañía Nacional de Teatro (C.N.T.). Y es que entre casualidades, causalidades, supersticiones y coincidencias, esta compañía teatral dominicana deja su isla por unos días para irse a celebrar su 72 aniversario a otra isla, la de Manhattan.
Allí se cumplirá un aniversario numerológico interesante (atentos a las posibles combinaciones del palé): -La primera representación en público de esta agrupación sucedió un 9 de octubre del año 1946. Ese día inaugural en el Teatro Olimpia se llevó a escena 2 obras: “Mancebo que casó con mujer brava” y “Prohibido suicidarse en primavera”. Y para esta ocasión van a la gran manzana 2 obras también: “Yago” y “Rosa”. -Con estos dos últimos montajes la Compañía suma, según nuestros cálculos, un total de nada más y nada menos que 172 obras estrenadas desde su fundación, el mismo año que celebra sus 72 años. -En este viaje la primera función será el día 13 con 14 personajes y la segunda función el día 14 contará con 13 actores en escena. -Octubre, su mes aniversario, es el mes 10 y el primer edificio donde laboró esta institución estaba en el Edificio 10 de la calle el Conde.
Un chin de su historia
Seis años después de creada, la Dirección General de Bellas Artes, el 19 de mayo de 1946 se funda por decreto no. 3545 el Teatro-Escuela de Arte Nacional (TEAN). Le guste a algunos y le disguste a otros, esta es la primera institución oficial dedicada, tanto a la formación como a la creación teatral en la historia moderna de la República Dominicana.
En plena dictadura trujillista ya establecida y en búsqueda de foráneas influencias que “edificaran” la cultura del país, esta nueva “compañía-academia” tuvo como primer director al español Emilio Aparicio, seguido de Pedro René Contín Aybar, Modesto Higueras Cátedras, Julio Fránces, Rafael Montás Cohen, José de San Antón y Juan González Chamorro.
Durante estos primeros años el TEAN paseó sus oficinas por la Calle el Conde, después en la calle Duarte esquina Arzobispo Nouel y hasta en el que es hoy el Museo de Las Casas Reales. Al inaugurarse el Palacio de Bellas Artes en 1956 por fin tendría una sede definitiva,funcionando allí con una oficina, salón de ensayos y sala de presentaciones a su disposición (hoy Sala Máximo Avilés Blonda). Ese mismo año cambia de nombre por el de: Teatro Nacional de Bellas Artes (T.N.B.A.), haciendo honor a tan magna edificación.
A la caída del tirano, pero acorde a los tiempos y consciente de las nuevas necesidades sociales, políticas y artísticas para el teatro dominicano, en 1961, la institución redefine sus funciones separando la formación de la creación. Estableciéndose por un lado la Escuela de Arte Escénico (hoy Escuela Nacional de Arte Dramático, E.N.A.D.) y del otro, el propio Teatro Nacional de Bellas Artes. Desde el infanticidio y hasta el año 2000 fueron directores: Rafael Gil Castro, Luis José (Niní) Germán, Giovanny Cruz, Mario Heredia, Franklin Domínguez e Iván García.
Pero eso es cosa del siglo pasado. El nuevo milenio trajo consigo más cambios y qué mejor que de la mano de la primera mujer en dirigir esta institución, la legendaria y experimentada María Castillo (luego esta primeriza fémina le abriría el camino a Elvira Taveras, Flor de Bethania Abreu y Karina Noble).
Entre los años 2000 y 2006 la Castillo redirigió, cambió y replanteó este organismo para legarnos a la que hoy conocemos y celebramos como, la Compañía Nacional de Teatro. Que se rasque al que le pique, porque entre esos cambios, uno de los más significativos, fue la integración oficial, o sea nombrados en la plantilla permanente de actores y actrices, gente ¡NEGRA! Que para asombro de muchos, sobre todo para los desafortunados teatristas pseudo-elitistas, estos negros y negras de la Compañía tenían talento y son hoy de los mejores actores y actrices del país (saludos a Vicente Santos, Isabel Spencer, Johnnié Mercedes, Lidia Ariza y demás especies caribeñas). Pero volvamos a nuestra cronología.
Los próximos diez años de esta historia teatral, es decir del 2006 al 2016 (calculen su palé), pasarían cual devastaciones de Osorio; entre un quita y pon triunviratos de directores, huelgas por reinvindicaciones salariales de los actores, cuarentenas laborales, corte de cabezas de directoras, dos mudanzas, directores interinos esplendidos, fallidos y fatuos semidioses, y hasta períodos acéfalos.
Para fortuna nuestra y disgusto de ciertos poderosos, contra viento, marea y pronósticos sombrios esta Compañía se ha mantenido.
¿Pero cómo sobrevive una compañía teatral después de todo eso y con setenta años? -se cuestiona la muchedumbre. Pues gracias a su gente. Las instituciones las hace la gente, y esta gente de teatro que se mantienen allí haciendo teatro, pase el jefe que pase, resistió, resiste y sigue resistiendo ensayo tras ensayo en pie de lucha por el teatro dominicano.
¿Y quienes son esa gente de teatro? -pregunta el pueblo. ¡Oh! Los actores de la C.N.T. ¿Y cuales son esos? –insiste el público. Pues los que sostienen hoy el legado que inició en aquel lejano año de 1946, son los mismos que se verán por allá en la escena internacional (anoten el palé que son 14): Gilberto Hernández, Johnnié Mercedes, Yorlla Lina Castillo, Canek Denis, Wilson Ureña, Yamilé Scheker, Manuel Raposo, Miguel Bucarelli, Cristela Gómez, Ernesto Báez, Maggi Liranzo, Orestes Amador, Pachy Méndez y Alejandro Moss.
Ya para finalizar este chin de historia; muy recientemente, en el 2016, asume las riendas de la Compañía el joven Fausto Rojas, montando dos piezas que han estado viajando de pueblo en pueblo por todo el país a lo largo de este ultimo año, para en unos días picar y volar a la XI Feria del Libro Dominicano de Nueva York.
Y para completar el palé histórico, el actual director asume cargo en el 2016 (1+6=7) y este mes de octubre cumple 2 años de gestión. 7 con 2, calculen sus combinaciones y sigamos al otro tema: las obras.
“Yago: yo no soy el que soy”
Galardonada este mismo año con dos Soberanos (mejor obra y director teatral), esta arriesgada versión, más que libre, del drama clásico “Otelo: el moro de venecia” de William Shakespeare, se nos presenta ambientada en una especie de gallera humana con atemporalidad histórica. Con aciertos y desaciertos, el mundo de “Yago” es lo que no es: un encapsulado cosmos paralelo de post cataclismo caribeño, no es presente ni es pasado, quizá un futuro actual.
Esta historia novelesca, en la que al final se fuñen todos, logra siempre hacer catarsis con la audiencia. Salpicada la trama con alusivas referencias a las históricas (pero atemporales) relaciones domínico-haitianas, la propuesta del director Rojas, de escenificar este cláscio en un teatro arena, pseudo romano y chavonero, permite constantemente una transitación de los personajes con mútiples entradas y salidas inesperadas y pluriespaciales.
Luces y escenografía se combinan con la acertadísima música en vivo: el repentista hombre orquesta que logra literalmente un efecto acústico envolvente. Las excelentes actuaciones se dinamizan y fusionan con la acaparadora presencia del público en las cercanas gradas, así, cara a cara (en inglés que vamos para N.Y.), así, el face to face provoca sorpresa a la vez que empatía. ¿Y es que con una base dramática shakespereana se puede fallar? El público de Manhattan dará su opinión en breve.
“Rosa”
Seguimos practicando inglés; el feeling de “Rosa” es otro, recatada y sobria, con olor a Cibao y cercana a nuestra olvidada realidad campesina, que busca desesperadamente en el teatro dominicano la difícil tarea de obtener una reinvindicación estética certera, ni folklorista ni costumbista. Esta adaptación, que es mas bien una escenificación del cuento homónimo del ya tradicional Juan Bosch, es una puesta en escena que se refuerza en puntos claves, que según nuestra opinión, son los que involuntariamente mantienen al público cautivo ante la simpleza de su fúbula.
Primero; la musicalización y su ambientación sonora logran una atmosfera casi constante. Luego está el aspecto del espacio casi vacío, que junto presencia física de los personajes tiene la intención de llevar al espectador a un mundo que solo puede verse y ser completado en su propia imaginación. Finalmente está el efecto sorpresa que ha conmovido a todos sin excepción, la presencia lúdica de tres personajes caninos: Rabonegro, Mariposa y Barrabá. Títeres, oh! sorry, allá se dice puppets. Tres perros puppets que están constantemente conviviendo en escena junto a los personajes, dándonos la sensación de que son una cosa entre fantasía y realidad. Ya nos contarán los yankees si sintieron lo onírico.
¿Dónde es la fiesta?
Como buenos teatristas el cumpleaños lo harán haciendo teatro: “Rosa” a las cinco de la tarde… perdón, no perdamos la práctica, a las 17:00 hours del día 13 en el Comisionado Dominicano de Cultura y “Yago” a las 20:00 hours en el High School For Media And Communications del campus educativo George Washington, ambos lugares en Manhattan. Y la entrada es gratis, free my friend!, que lo pagan los misterios de cultura.
¿Y ya se sabe con qué celebraran además de las dos obras?-indagarán los curiosos. Por el momento con mucho trabajo y con una mezcla tropical ácida: libros, merengue y teatro y quien sabe que sorpresa más, guarda la ciudad de los rasca cielos. Éxitos a la Compañía Nacional de Teatro por la ciudad de Nueva York, and break a leg!
Nota final para los supersticiosos del teatro: las dos obras de la Compañía son de dos isleños y se van a presentar en aquella otra isla. Miren a ver si de ahi, sale alguna tripleta.