SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El Jurado de la 27ava Bienal Nacional de Artes Visuales mantiene su posición frente a los veredictos del pasado 15 de agosto.

Chus Martínez, Quisqueya Henríquez y Bingene Armenteros, fueron las encargadas de determinar las obras ganadoras del certámen. Recientemente difundieron un comunicado defendiendo su decisión en la selección y premiación del certamen por entender que las 186 obras seleccionadas hacen un excelente ejercicio de investigación, y representación del entorno en el que se desarrollan y conviven estos artistas.

En el documento, el Jurado considera que en esta edición los artistas dominicanos y extranjeros residentes en el país plasmaron sus ideas con mucha calidad. “Si bien las categorías históricas tuvieron propuestas interesantes, también muchos artistas optaron por presentar su trabajo utilizando otras prácticas artísticas como instalación, performance y multimedia, nacidas casi todas a principios del siglo XX”.

Explican que en esta bienal, dedicada a Domingo Liz, pintor, dibujante, escultor y gran artista dominicano, se seleccionaron obras en todos los renglones participantes.

Añaden: “Si bien, las categorías históricas que se aplican para organizar las obras enviadas siguen en pie, se intuye también un deseo creciente por parte de los artistas de romper las formas clasificatorias y explorar espacios entre lenguajes y géneros, aspecto que el jurado tomó en cuenta en el proceso de premiación”.

Entienden que el no premiar algunos renglones no es estar en contra de estos, es una invitación a que los artistas experimenten más con los medios tradicionales.  El contexto artístico dominicano tiene grandes artistas en todos los géneros y disciplinas, lo que se manifiesta en diversos eventos artísticos, como exhibiciones en galerías y museos, ferias de arte internacionales, el Concurso Eduardo León Jimenes, entre otros.

En cuanto a las denuncias sobre el carácter no inédito del performance de Joiri Minaya, artista joven, pero de gran madurez artística, Martínez, Henríquez y Armenteros afirman que “tras nuestra investigación concluimos que la obra ‘Satisfecha’ no ha sido presentada con anterioridad como lo demuestran cartas escritas por la institución donde algunas personas aseguran ha sido expuesta esta obra”.

Al definir la artista y su obra, aseveran: “La osadía de su trabajo reside en una simplicidad al servicio de una intención estética y política ambiciosa. Su obra denota sensibilidad, firmeza, capacidad de entender el contexto desde el que trabaja y, a la vez, capacidad de responder a él con un lenguaje tan complejo y difícil de adaptar a contextos institucionales tradicionales.  El premio fue otorgado por unanimidad”.

En el caso de Ariadna Canaán, quien ha sido objeto de múltiples ataques por usar la obra de Lara Almarcegui como referencia en “La casa perdida”, manifiestan que “rendir tributo a un artista, aprender de otro, no es un plagio sino la constatación que, efectivamente, aprendemos solo si somos capaces de incorporar las enseñanzas de otros”.

Continúan: “Lara Almarcegui, en persona, lamenta profundamente este ataque injustificado a una artista que repite un gesto formal, creando una escultura, que hoy en el contexto de esta bienal es inédita y distinta a la suya pero que se suma a una larga genealogía de trabajos que parten de Smithson y Matta-Clark”.

Señalan que el arte contemporáneo se caracteriza por su capacidad de contemplar diversos lenguajes y medios, por su respeto a la tradición y la necesidad de dialogar con ella de múltiples formas. “Cierto, esta bienal está dedicada al gran artista Domingo Liz y al conversar con su familia, estamos seguras que él hubiese respetado y, porque no, admirado el  veredicto.  Compartimos esta opinión por el carácter experimental que tiene la obra de este artista a través de los años”.

Agregan que el arte contemporáneo es plural, quienes lo nieguen o no quieran verlo están negando a toda una comunidad de artistas, rica, inquieta, llena de talento. Una comunidad que se ve en continuación a su historia y a la historia de una bienal cada vez más abierta, abierta incluso a aquellos artistas de formación autodidacta y capaz de ser la sede que recoge y premió, no solo a un medio, sino al arte y a todos los lenguajes que hoy en la República Dominicana e internacionalmente lo nutren.

El texto concluye: “Desacreditar al jurado es poner seriamente en riesgo la relación de profesionalidad que ha existido entre la institución pública, abierta y respetuosa de las decisiones y los artistas. Desacreditar a un jurado riguroso, profesional y con un deseo de servir a los artistas es lo contrario de disentir democráticamente. Ampararse en formalidades para no querer aceptar que la comunidad artística es más que un medio, que los distintos medios viven y deben permanecer en diálogo, por su bien y el del público general, es negarse a ver un contexto rico, preparado para aceptar retos”.