Texto de doña Marianne de Tolentino
Juan Trinidad es hoy el escultor dominicano emblemático en la talla directa y prácticamente en un solo material: la madera. Ya acostumbrado a exponer internacionalmente, con más de cinco muestras en un solo año y otras que lo están esperando, el obligado paréntesis de la cuarentena no le afecta en su labor, diaria y permanente. El encierro en el taller, al fondo del jardín de la casa, es para él la norma.
Selecciona el tronco a labrar, observa larga y reiteradamente ese trozo del reino vegetal, pronto lo somete a sus manos y herramientas… La pasión del hacedor ha comenzado, olvidando las horas, el día y la noche.
El empieza por el ataque a la rusticidad, por el corte que forma, deforma, reforma. Luego, faceta, pule, sofistica, pinta, mira, descansa, vuelve a mirar. No son morfologías caprichosas que surgen, sino transformaciones de la naturaleza por la cual el artista guarda devoción.
Su últimas obras transmiten este proceso sigiloso, a la vez físico y espiritual. Juan Trinidad, capaz de producir esculturas monumentales, ahora las quiso mantener a escala humana, para que el ojo las contemple en su entereza, se integre visualmente a la silueta, a la volumetría, a los detalles tan importantes.
Abstracción y figuración suelen alternar, colaborar, encontrarse con armonía. La aparición del perfil hierático, una definición propia de Juan Trinidad, casi se espera como un elemento ritual. Lo rodean geometrías sensibles, entrantes, salientes, pero nunca hirientes, sino “reverentes” en sucesión y acompañamiento.
Ahora bien, el creador se da el derecho de prescindir de alusiones reconocibles y quedarse en el dominio y diseño intrínseco de la línea, el relieve, la curva, el signo tallado en su pureza semántica. Si los resultados son espectaculares, nosotros – el crítico tiene sus preferencias- no dejamos de valorar la presencia de aquellos iconos de la meditación…
Juan Trinidad deja la madera en su esplendor natural: ello corresponde a una estética y un sentimiento. Sin embargo, este “escultor-escultor” no evade la pintura, la introduce laqueando partes de la pieza, agregando una luminosidad y una armonía nuevas. Hasta puede pintarla totalmente, llegando a una metamorfosis de la superficie, diciéndonos: “Sigue siendo madera, pero yo le dí una segunda naturaleza”.
Juan Trinidad nos obsequia una primacía. Por primera vez, presenta una exposición virtual, que él nos hace visitar en pantalla. Esperamos que, cuando todo pase y nada quede…, la disfrutaremos en su atractiva tridimensionalidad.
Marianne de Tolentino