Entre 1976 y 1979 visitaba al Profesor Juan Bosch en su segunda planta de la César Nicolás Penson 60. Iba a buscar sus libros, a preguntarle cualquier cosa, a disfrutar de esas historias suyas tan particulares. Era una delicia estar en aquella biblioteca, con el mapa-mural de Centro América al fondo pintado por Nanchú Espínola.
Llamar a su secretaria Mildred Guzmán, concertar una cita, ser puntual, pasar el filtro de un guardaespaldas, eso era todo para poder compartir con don Juan.
Era 1979 y Antonio Guzmán y el PRD cumplían un año en el poder.
El PLD comenzaba su programa de agitación y organización denominado “esfuerzos concentrados”: visitas de Juan Bosch a los barrios, conversaciones con la gente, encuentros “casuales” en los colmados y esquinas y donde hubiese gente hablando de la necesidad de una oposición consistente, etc.
En esa época era el miembro más joven del Partido Socialista Popular. Como organización amiga del PLD, debía estar por ahí, vendiendo ejemplares del periódico “El Popular”, apoyando a los compañeros.
En esas faenas conocí a Leonel Fernández y a Danilo Medina, durante la inauguración del Comité Máximo Cabral, en la Calle Jerónimo de Peña de San Carlos, la misma calle y a unos cuantos donde luego habría de mudarme y vivir, hasta el día de hoy. Años después Leonel sería compañero de trabajo en la Facultad de Economía de la UASD, y más adelante, uno de los examinadores de mi tesis de Sociología. En la apertura del Comité Intermedio Juan Núñez Mieses, ahí estaba la joven plana mayor: Danilo Medina, Wilton Guerrero, Temístocles Montás, y hasta el infaltable compañerito Hugo, entre otros.
La foto que ahora comparto fue tomada en aquel 1979, en uno de esos “esfuerzos concentrados” en el kilómetro 9. Detrás de don Juan está Rafael Alburquerque, a la izquierda se aprecia a José Joaquín Bidó Medina y como último a la derecha, estoy yo.
En ese 1979 no había campaña electoral. Don Juan desgranaba su curiosidad con la gente más simple, le dedicaba tiempo a media humanidad y la política era política. A mediados de ese año, la celebración de sus 70 aniversario sería una verdadera fiesta de la cultura latinoamericana, con Gabriel García Márquez, Nicolás Guillén, Regis Debray, Miguel Otero Silva, Julio Le Riverand, Raúl Rivero y hasta la mítica editora Carmen Balcells.
La segunda foto recoge un momento de estas celebraciones. Todo estaba a punto de comenzar esa noche en el Museo de las Casas Reales. Como acostumbraba, estaba en mi esquina, viendo cómo se desenvolvían aquellas conversaciones de los invitados. Cuando llaman para comenzar el acto, los principales invitados se dirigieron adonde estaba, quedando aquí como un medio de un fuego cruzado. Quedé entre Marcio Veloz Maggiolo y Santiago Estrella Veloz y detrás de doña Carmen.
Un reportero del Listín Diario me regaló esas y otras fotos de esos días de 1979. Desde entonces son como el testimonio de una época muy, pero muy lejana.
Seguiría viendo a don Juan, pero ya los 80 traerían nuevas dinámicas. Dejé el PSP cuando se fundió con el PLD, aunque los hermanos Félix Servio y Juan Ducoudray, junto a Quírico Valdez y Abelardo Vicioso, entre otros, seguirían siendo referente fundamentales dentro de mis amistades. ¡Qué generación de personas tan bondadosas, que aún en las diferencias políticas seguían manteniendo el cariño y el tiempo para tantas cosas!
Volver a esas imágenes es pensar en la importancia de la ternura de las calles, en el mundo que viviéndose a pie es un mundo amplio, posiblemente ancho pero seguramente no tan ajeno.
Pienso en don Juan Bosch, su verticalidad como intelectual, su humanidad sin regateos. También pienso –vuelvo y lo repito-, a lo mejor y único del boschismo que nos ha quedado: su hija Barbarita, siempre en la calle, siempre ella y su bondad a chorros.
Hay otros miembros de la familia siempre presentes, como Milagro Ortíz Bosch, a quien nunca sabré cómo agradecerle lo que hizo cuando mi madre necesitaba operarse sus piernas en la Plaza de la Salud en el 2002. Sin ella y sin Carmen Rita Morena, nuestras vidas seguramente hubiesen sido otras. También está Matías Bosch, el más cabeza dura de la familia, por su insistencia en recuperar lo más crítico de su abuelo.
Vuelvo a estas imágenes con Juan Bosch, a esa manera de motivar en el camino de las humanidades, de la verdad y el conocimiento. Fue una persona muy inspiradora. Hasta ahora.