SANTO DOMINGO, República Dominicana.-En los jóvenes la escucha musical ocupa un lugar privilegiado dentro de sus consumos musicales. Independiente del tipo de música predilecta de un determinado grupo, su escucha es relevante en sus identificaciones individuales y grupales.
Es evidente que uno de los ritmos más producidos y consumidos actualmente por los jóvenes dominicanos es el dembow-raggamuffin. Este estilo es una variante del dancehall jamaiquino, muy difundido en la década del ochenta, dentro y fuera de Jamaica. Es música producida básicamente por un grupo de disk jockeys sobre una base instrumental (riddim).
A mediados del noventa, el dancehall comienza a popularizarse en Santo Domingo, con las canciones “Murder she wrote” y “Bam bam” de Chaka Demus y Pliers; Romantic call” de Lady Patra, pieza contenida en el album “Queen of the pack”. Fundamentales son la muy recordada versión interpretada por Lady Saw de la canción “If i was a rich girl” y “Limb by limb” de Cutty Ranks. Por indicar algunas canciones muy escuchadas por los jóvenes capitalinos de esa época.
En el lenguaje común se suele hacer referencia a “la juventud”. Sin embargo, en las ciudades existen diversas juventudes.
En el caso del dembow es una música que se vincula al imaginario de una población que vive en la parte alta (zona norte) del Distrito Nacional y en barrios populares de los distintos municipios de la provincia de Santo Domingo, con baja calidad de vida; desempleo y víctimas del constante acoso de agentes policiales.
Las interpelaciones
En la actualidad los jóvenes manifiestan su presencia en lo público a través de sus símbolos. A pesar de que a nivel global aparentan un reflujo en cuanto a su presencia política, en el campo de las industrias culturales los signos de sus culturas predominan ampliamente.
A través del dembow los jóvenes expresan de manera colectiva sus experiencias de vida, sus deseos y aspiraciones. Las canciones y videos de los exponentes de este género musical visibilizan en los medios de comunicación los símbolos de una sub cultura marginal. Una recreación de un estilo de vida a veces real, en otros casos imaginario, pero siempre, una reafirmación de su existencia y de la diferencia en relación al resto de la sociedad.
A los jóvenes no se les facilita el desarrollo de la vida como adultos, pero estos inconvenientes se agudizan para aquellos que pertenecen a sectores populares. Son los que presentan las mayores dificultades sociales, radicadas en sus escasos recursos económicos, deficiencia de servicios básicos y aislamiento residencial. Problemas que se agudizan por las altas probabilidades de perpetuar su condición de marginados.
Esta situación se manifiesta en algunas canciones de Secreto, oriundo del barrio La Ciénaga, como “Papa Dios me dijo”:
“… nadie me dio comida cuando en la barriga tenía ese eco […] Dando vergüenza en la calle, con los labios secos, yo cogí mucha lucha, to’ lo que tengo me lo merezco”.
También en las letras de “Yo voy pa’ lante” Secreto y Poeta Callejero se exponen la presión de una sociedad que no les facilita la movilidad social, pero que tampoco les cree capaces de lograrla manteniendo los símbolos de la cultura del gueto:
“…Vecinos que decían que yo iba por mal camino/hoy se saben la canciones mía hasta mas’ que yo mimo. […] Yo e’ cojio un tro de lucha pa’ ta donde toy/ un tro’ de lucha pa’ ser quien yo soy/ en el pasado no encontraba el camino/ y ahora se pa’ donde voy”.
La violencia expresada en el dembow no se encuentra por fuera de una problemática latinoamericana donde los jóvenes de clases populares aparentan ausencia de un plan de vida.
Así es como, en oposición a la representación cruda de una realidad marginal, aparece un hedonismo a manera de mecanismo de evasión. Como en la canción “No tú” de Nipo, del barrio de San Antón:
“…sube pal VIP/ que te voy a comprá una Rosé/ bébetela come que tiene sé/ y no le pare que yo tengo el efete…”.
En el mismo sentido, “Toy rulay” de Pablo Piddy también manifiesta esa característica de este estilo:
“…Cristo Rey barrio de sicarios y maldá/ donde nunca hay pa’ comé, pero sí pa` vacilá…”
La jerga utilizada en las canciones es otra de las fuerzas simbólicas que hace muy atractiva esta música. Una forma de expresión no sólo determinante y cruda, sino que ante todo es diferenciadora; y por eso es signo de identidad en los jóvenes de los barrios populares, detentores de una subcultura donde las virtudes no coinciden con las concepciones de virtud de los adultos.
Este lenguaje diferenciador sirve para declarar diversos aspectos de la vida habitual, incluyendo la sexualidad y las relaciones de pareja. Como en la canción “Tu ta abusando” de Milka, donde expresa determinados sentimientos de manera desinhibida:
“…Cada ve’ que toy bebiendo/ a mi me da pa’ ti/ dime que fue lo que me hiciste a mí […] quien diablo me manda a involucrarme así…”.
De igual manera en “Si me pega los cuernos te lo pego”, la exponente del barrio San Carlos, recrea una posición ante la infidelidad masculina:
“Ya yo no cojo esa/ dique tú pasate el rato/ si tú me vuelve a fallá/ te pego tu cuernazo […] si no me pisa fino/ tu la muerde en e’ta vuelta.”
Esta situación no es habitual en las intérpretes mujeres de otros géneros.
Sin dudas el dembow es un estilo musical difícil de digerir para ciertos grupos sociales, sobre todo adultos. En efecto, las letras son prosaicas y tienden a aludir a la violencia. Pero es un reflejo del imaginario de sectores juveniles que pertenecen a nuestra ciudad y que por las facilidades brindadas por las nuevas tecnologías, esta música sirve de soporte comunicacional para expresarse y ser visibles en el espacio público a través de su propia sub cultura. Misma que en vez de ser discriminada debe ser entendida, para de esa forma comprender los nuevos patrones colectivos conductuales de los jóvenes de los sectores populares.
(*) La autora
Teresa María Guerrero Núñez es licenciada en Mercadotecnia, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Cursó una maestría en Comunicación y Cultura, de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Asimismo, cursó un diplomado en Análisis Estadístico, en la Escuela Nacional de Estadística de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en colaboración con la Universidad de Barcelona y la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
La joven intelectual dominicana colabora con la sección de cultura de Acento.co.do. Sus trabajos son publicados todos los lunes.
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