SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Mas de medio siglo ha transcurrido de aquel sangriento 9 de febrero de 1966. Recordadmos con respeto a los estudiantes que cayeron asesinados y heridos frente al Palacio de la Presidencia de la República cuando participaban en una protesta pacífica en la que demandaban al gobierno provisional de Héctor García Godoy la salida de las tropas interventoras estadounidenses.
Asimismo, reclamaban el aumento de los recursos que recibía la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), además del reconocimiento de las autoridades universitarias surgidas del Movimiento Renovador y la desocupación de los planteles escolares de la capital que estaban bajo control de los militares que invadieron el país en 1965 para impedir la victoria de los constitucionalistas que luchaban por reponer el legítimo gobierno del presidente Juan Bosch, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que había sido derrocado en 1963 a solo 7 meses de mandato.
La marcha organizada por la Federación de Estudiantes Dominicano (FED), bajo el liderato de Amín Abel Hasbún, logró integrar a la diversidad de los grupos estudiantiles universitarios encabezados por FRAGUA, el Bloque Revolucionario Universitario Social Cristiano (BRUC), el Frente Universitario Radical Revolucionario (FURR), la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), la Juventud Estudiantil Cristiana (JRC) y el Frente Estudiantil Nacional de Estudiantes Secundarios (FENES), entre otras asociaciones.
Antes de la guerra, la UASD vivía un proceso de destrujillización y de reformas que se interrumpió con el estallido de la guerra de abril de 1965. Escenario en el que se logró, definitivamente fraguar el Movimiento Renovador Universitario (MRU), que tras terminal la guerra de abril asumió el control de la academia más vieja del nuevo mundo.
Las nuevas autoridades de la UASD iniciaron frente al gobierno provisional de Héctor García Godoy una lucha por su reconocimiento y por la entrega del presupuesto universitario sin lograr resultados.
Al trascender la información de que profesores declarados no gratos en la academia por su pasado trujillista y su interés de privatizar la UASD presiones al gobierno para que éste no reconociera a las nuevas autoridades universitarias la Federación de Estudiantes Dominicanos, liderada por Amín Abel Hasbun decide convocar a los estudiantes universitarios y de la enseñanza media y secundaria a una marcha fijada para el 9 de febrero a las 10:00 A.M. frente al Palacio nacional pen reclamo de las demandas citadas.
Bajo la directrices de la FED los grupos estudiantiles universitarios y de la enseñanza media y secundaria, , FRAGUA, Bloque Revolucionario Universitario Social Cristiano (BRUC), Frente Revolucionario Radical (FURR), Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER), Juventud Revolucionaria Cristiana (JRC), Frente Revolucionario Estudiantil (FREN) y otros.
La marcha del 9 de febrero fue antecedida por otra celebrada el 27 de septiembre de 1965, frente a la puerta del Palacio Nacional de la Ave. Méjico en la que resultó asesinado el estudiante Pedro Tirado Calcaño, por un guardia del CEFA que le disparó provocándole la muerte de manera instantánea.
El cadáver del estudiante fue cargado en hombros por varios de los manifestantes que lo condujeron en una marcha fúnebre en dirección a su residencia en Villa Consuelo encontrando la resistencia de las fuerzas invasoras yanquis que impedían el cruce de los dolientes y valientes jóvenes con el cadáver. Vencida la resistencia el cuerpo sin vida del estudiante asesinado fue entregado a sus familiares residentes en Villa Consuelo.
Cerca de las 10:00 A.M. la mayoría de los estudiantes convocados estaban concentrado frente a la entrada de la sede presidencial que colindante a las calles Moisés García y doctor Baez.
El tiempo transcurría en un ambiente de altas temperaturas producida por un encandecente sol tropical, las voces de cientos d estudiantes retumbaban en la sede presidencial hasta que al fin el Secretario de la presidencia Jaime Manuel Fernández ordenó la entrada de una comisión que se encargaría de reunirse con el mandatario.
La comisión estaba presidida por el fogoso líder estudiantil de la FED, Amín bel Hasbun más los siguientes miembros de esa entidad, Diomedes Mercedes Carlos Dore Cabral, Carlos Amiama, José Sosa Valentín, Jimmy Sierra, Luis E. Brea, Romeo Llinás, Arístides Martínez, Gustavo González, Héctor Florentino, además, una representación de los grupos estudiantiles de los planteles públicos, encabezados por Juan Vargas. Otto Pichirilo y Pedro Díaz, (de la UER), (Juan Barón Fajardo, Jacobo Valdez y Miguel Gómez (de la JRC).
Ya en el Palacio, Jaime Fernández le informa a Amín que el presidente no se encontraba en la sede y que por tanto no se podía producir la reunión. La respuesta de Amín fue tajante, pues dígale a él que de aquí no nos vamos hasta que el regrese y nos reciba. Ocupando la comitiva sentados en las escaleras de la sede presidencial, de frente a los manifestantes que acalorado demandaban una información sobre el resultado de la gestión comicial.
Amín, ordena a Romeo Llinás y a Carlos Dores bajar e informar a los manifestantes que iban a permanecer dentro de l palacio hasta que el presidente lo recibiera. Llinás, es el escogido para darle la noticia, escoltado por Carlos Dore y otros estudiantes sube al borde de la verja de la residencia que está en la esquina de la intersección del doctor Báez y Moisés García.
Ya cuando se disponía hablar, se crea un incidente entre manifestantes y un policía que hacia esfuerzos por impedir que Llinás hablara, una bandera de los estados Unidos es quemada y en medio del nerviosismo de los policías y la vibrante energía del manifestante se escucha la voz de un oficial que dirigía las tropas colocadas detrás de la verja del palacio que ordena: ¡Fuego!, ¡Fuego!
Llinás es bajado por Carlos Dores del verjado en medio de insistentes ráfagas de ametralladoras Cristóbal y fusiles Mauser, El ambiente se oscureció de gris por los efectos de la pólvora quemada, la estampida por las calles vecinas de indefensos estudiantes se conjugaba con el clamor y llanto de los heridos que reclamaban auxilio.
La sangre corría por el caliente asfalto mientras los policías seguían su cacería infernal. Por fin, se escuchó la voz de un policía ordenar ¡Alto al fuego!, y así lleno la calma revestida de gris observándose en el escenario del crimen, lápices, cuadernos, zapatos y cuerpos ensangrentados tendidos en el asfalto clamando auxilio.
Una ambulancia del Cuerpo de Bomberos se presentó para rescatar los cadáveres de cuatros estudiantes fallecidos, fueron ellos: Miguel Tolentino, Antonio Santos Méndez, y Luis Jiménez Mella. Y un mes después, la estudiante Amelia Ricart Calventi, quien fue traslada a los EEUU para ser operada del impacto de una bala incrustada en la columna vertebral. Impactos semejantes alcanzaron a la estudiante dirigente de la UER del Instituto Salomé Ureña, Brunilda Amaral y Antonio Pérez, quienes lograron escapar de la muerte, aunque con lesiones permanentes en sus extremidades inferiores.
Como reacción a la masacre, una huelga general fue convocada pidiendo en demanda de la entrega del presupuesto a la UASD, el reconocimiento de las autoridades surgidas en el Movimiento Renovador Universitario, la salida de las tropas de ocupación yanquis del país y de los planteles, entre otras. la salida de las tropas yanquis de ocupación y el castigo de los culpables.
La huelga duró siete días y en ella se escenificaron emboscadas contra patrullas de efectivos de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), que mantenían un patrullaje permanente en la zona intramuros, un agente de la policía fue victima de la violencia que generada por la cobarde masacre.
La protesta fue concluida luego de que el gobierno provisional cediera a los reclamos de los estudiantes universitarios y de la secundaria quedando pendiente la salida de las tropas de ocupación que finalmente abandonaron el país en junio del año 1966, tras el ascenso del gobierno del dictador Joaquín Balaguer quien resultó electro en un proceso comicial fraudulento respaldado y orquestado por la Embajada de los EEUU.
En unas declaraciones ofrecidas por el entonces jefe de la Policía Nacional, José Morillo López, este dijo que el incidente ocurrido frente al Palacio nacional se originó porque algunos de sus miembros fueron atacados a pedradas por los estudiantes y que algunos estaban armados y disparando presentado al Razo policial Ramón Andrés López Ventura herido en un pie, como testigo.
La historia del Movimiento Estudiantil Dominicano registra un acontecimiento similar a este, sucedido durante el gobierno del General Borda en la que varios estudiantes y profesores fueron masacrados en la calle El Conde con 19 de marzo, cuando reclamaban la libertad de los maestros Luis C. del Ca tillo y Estrella Ureña presos en la Fortaleza Ozama por oponerse a la reelección presidencial en una manifestación ocurrida en la Plaza Colón.
De igual manera nos traslada a la Masacre de la Calle Espaillat, hecho ocurrido en el 1961, durante la lucha contra los remanentes del trujillismo, estando Joaquín Balaguer gobernando y donde fueron asesinados cerca de 4 estudiantes de los tantos que protestaban reclamando el fin del trujillato y la anhelada libertad.
En este 55 aniversario de la Masacre Estudiantil del 9 de febrero de 1966, los sobrevivientes de este infausto acontecimiento les rendimos homenaje a: Miguel Tolentino, Antonio Santos Méndez, Luis Méndez y a la inmensa Amelia Ricart Calventi. Como a Brunilda Amaral Oviedo y Antonio Pérez (Tony), ejemplos de dignidad y decoro.
De igual manera, queremos honrar la memoria de dos sobrevivientes de la masacre que se encuentran en la eternidad, donde van los hombres y mujeres que nunca mueren: Rafael G. Santana y Víctor Peña (Vitico). Los que nos invocan repetir una y mil veces la consignas: ¡Prohibido Olvidar! y ¡Que nunca más se repita la Masacre del 9 de febrero de 1966.