PEKÍN, China.- Un incombustible Julio Iglesias recibió hoy en Pekín el trofeo Guinness Récords al artista latino que más discos ha vendido en el mundo, premio con el que inaugura una gira asiática en la que, desde la próxima semana, estará acompañado de su mujer y sus hijos.

"Les traigo la semana que viene", aseguró el cantante en una entrevista con Efe tras recibir su galardón de manos del prestigioso pianista chino Lang Lang, quien también le condecoró como el artista que más discos ha vendido en China, donde ofrecerá tres conciertos: en Shanghái, Shenzen, en el sur del país, y Pekín.

Enfundado en un impoluto traje negro y con su inconfundible bronceado, el artista dedicó bellas palabras a su familia, a quien confesó "amar más que a sí mismo", y se sonrojó al recordar haber defendido que el "secreto de la felicidad es la libertad".

"¿He dicho esas cosas yo?. ¡Qué sinvergüenza!", bromeó, pero reiteró que el "amor profundísimo es el que acepta la libertad. No se puede querer a nadie si no eres libre".

Fiel a su esencia, el polifacético cantante no tuvo reparos en contestar que "sigue pecando", pero admitió que "ya no tiene mucha gracia para mí… Antes tenía más, ahora ya no".

A sus casi setenta años y con más de 300 millones de discos vendidos desde que entró en las listas de éxitos mundiales con temas como "Gwendolyne", Julio Iglesias dejó claro que, aún, no piensa en bajarse de los escenarios.

En la gira que el artista inicia ahora por el gigante asiático, su esposa e hijos viajarán acompañados de una profesora de chino, ya que el artista quiere que "los pequeños estudien mandarín", idioma en el que él se ha atrevido a interpretar algún tema.

Y es que el cantante asegura tener "una gran influencia asiática" en su vida, "no sólo por mi primer matrimonio", apunta, "sino por lo que aprendí de su cultura" después de vivir en Hong Kong en la década de los setenta.

"Es increíble el crecimiento de China. Ahora que veo el progreso, me doy cuenta de que fueron justas las ideas que tenía sobre el futuro de este país", apunta, aunque nunca vaticinó dónde llegaría él hoy, cuarenta años después.

"Recibir el premio de Lang Lang, un artistazo, es una cosa que nunca imaginé en mi vida. Me llena de satisfacción, porque yo quiero mucho a este país", recalcó el cantante español.

De sus palabras se infiere la pasión con la que se entrega al trabajo, algo que, asevera, "no ha disminuido en mi vida", lo que no le impide imponer cierta disciplina en su rutina.

"Si no la tuviera -añade-, no podría viajar a todos estos sitios", dice cuando está a punto de iniciar un tour que le llevará también hasta Corea del Sur, Singapur y Taiwán.

Pese a su eterno periplo mundial, Julio Iglesias presume de "ser muy español, pero no el que más. Ni muchísimo menos".

Aunque en principio se muestra reacio a hablar de lo que ocurre en España, argumentando que hacerlo "fuera tiene un cierto grado de complicación, porque parece que es muy fácil", enseguida aborda el tema sin ambages.

"No entiendo lo que está pasando. Un país que pinta bien, que escribe bien, que canta bien, no se merece familias enteras en paro", argumenta, y enlaza cifras de paro con poéticas anotaciones.

"Cómo no voy a lamentar que la gente haya tenido que partir en busca de una nueva patria, que un país que se hizo a base de inmigrantes se convierta en uno de emigrantes".

Aun así, es optimista acerca del potencial español y sostiene que la "marca España", de la que él forma parte inapelable, "la deben hacer todos los españoles".

"Es muy atractivo que España gane siempre al fútbol. Es muy atractivo tener a Rafa Nadal, al Real Madrid o al Barcelona… Pero es mucho más atractivo ver al pueblo español fuerte y unido".

Entre chanzas, pero sin restar seriedad a sus declaraciones, exhorta a retomar "diálogos profundos", a desarrollar "una política no corrupta y sana, ya casi inexistente en España".

El cantante saca a relucir su pasado de guardameta en el Juvenil B del Real Madrid a la hora de defender a Iker Casillas como el "portero más grande que ha tenido España en la historia", aunque matiza con diplomacia que López "ha defendido la portería de maravilla".

De nuevo en su vertiente romántica, la que enardeció a las masas con emblemáticos temas como "Me va, me va", concluye que lo que necesita España es "una revolución personal". "De todos los españoles en el alma", insiste.