Esta es una historia donde el protagonista es un animal que, con su canto, anuncia la llegada del día. Su autor, el ilustre escritor Juan Bosch, hace énfasis en la personalidad de este personaje a quien llama El General Don Gallo.
Este era “muy gallardo, con sus plumas brillantes, sus barbas y su cresta roja, y su cola de mil colores” pero, a juicio del narrador, esto no bastaba para que “se creyera, como se creía, lo mejor del mundo”. Don Gallo vivía en El Seibo y portaba un machete que hacía compañía a sus espuelas.
Un mañana anunció a toda voz: “yo soy el más guapo”, a lo que nadie le respondió. Con su orgullo herido, se quejó con la señorita Polla, diciendo que se iba del pueblo, ya que ese lugar “le ahogaba”. Esta se entristeció “hasta una lágrima”, pero Don Gallo le prometió volver luego de acabar con todos “los guapos” que encontrara allá afuera.
Su entusiasmo le duró poco ya que, en la carretera, “única vía digna de su grandeza”, se agotó de caminar. Por ello subió a un árbol a descansar. Lo que no sabía era que los dueños de las gallinas que allí dormían querían hacer un sancocho y por poco se llevaron al General, pero en el forcejeo, solo perdió su cola. Y así tuvo que volver humillado a su pueblo, donde nadie lo reconoció, sino que se burlaron, por lo que tuvo que “huir dos veces en un día”. Se fue entonces al monte, a esperar que su cola le creciera. Cuando por fin regresó, ya estaba viejo y encontró todo muy cambiado, hasta la señorita Polla, que ya era “señora” y madre de varios polluelos.
Don Gallo decidió en convertirse en “maestro” y enseñar a sus discípulos, desde su experiencia, que “la vanidad conduce a la olla y al ridículo”.
El General Don Gallo, con la magistral narración de Juan Bosch, entretiene y enseña de una forma hilarante y a la vez profunda. La riqueza de los detalles permite al lector conocer a su personaje por fuera y por dentro, además de visualizarse e identificarse dentro de la historia. La misma fluye manteniendo el interés hasta el desenlace inesperado.
Recomendada para leer una y otra vez en las casas, escuelas, con los niños, jóvenes y adultos. Su lectura constituye una invitación para que, a través de Don Gallo, conozcamos un poco más la naturaleza humana y cómo, aun de los errores, podemos aprender, crecer y madurar.