SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El apóstrofo es un signo ortográfico en forma de coma alta (‘) que, en los textos en español, tiene varios usos, mientras que apóstrofe es una ‘interpelación vehemente en segunda persona’.
Es muy común en los medios audiovisuales dominicanos la confusión al pronunciar estos dos términos, quizás por la semejanza en su escritura.
El apóstrofo es un signo ortográfico de los denominados auxiliares (grupo en que se encuentran el guion, la barra y otros) cuya función es marcar gráficamente la supresión de sonidos, por ejemplo, al pronunciar palabras sucesivas en la lengua oral: «Navidad pa’l pueblo», «Es pa’lante que vamos». También se usa en palabras, marcas y apellidos de otros idiomas: Antony’s, D’Oleo, L’Oréal, O’Reilly, O’Higgins.
En cambio, el apóstrofe es una figura retórica que consiste en dirigir la palabra con vehemencia a una o varias personas, presentes o ausentes, vivas o muertas, a seres abstractos o a cosas inanimadas, o en dirigírsela a sí mismo en iguales términos. Según el contexto, este vocablo puede ser sinónimo de imprecación, denuncia, acusación, insulto, increpación, invectiva, catilinaria, dicterio, injuria y agravio…
De apóstrofe se deriva el verbo apostrofar, que expresa la acción de ‘dirigir apóstrofes’, es decir imprecar, increpar, denunciar, insultar o agraviar, como se plantea en estos ejemplos: «El mayor crimen ahora es apostrofar a Danilo Medina por errores propios o por fallas de otros», «Lo que no pudo evitar Vincho fue que su imagen prócera se encumbrara sobre la maledicencia pública que ha pretendido apostrofar su excelsa carrera» y «Apostrofó duramente al otrora líder antirreeleccionista».
Por último, conviene recordar que, según se indica en la Ortografía académica, se desaconseja el uso del apóstrofo para para indicar el plural de una sigla (las ONG’s: mejor las ONG) o para abreviar una fecha (’84 por 1984 o, simplemente, 84).
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