SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando el 2 de noviembre el Comisionado Dominicano de Cultura en los Estados Unidos anunció la “posposición” de la XI Feria del Libro Dominicano en Nueva York, se desconocía lo que realmente estaba pasando. La Feria estaba prevista a realizarse los días 17, 18 y 19 de noviembre en la Escuela Intermedia Salomé Ureña de Henríquez, en Manhattan, Nueva York, y estaba dedicada al escritor e intelectual dominicano Silvio Torres Saillant.
Carlos Sánchez, el Comisionado de Cultura, dio a conocer un comunicado de tres párrafos en el que explicaba que “un problema de logística” era lo que impedía celebrar la feria este año, debido a los altos estándares de calidad que ferias anteriores habían alcanzado. No dijo cuál era el problema de logística, pero lamentó la posposición de la feria, prefiriendo poner en primer lugar “la calidad de la celebración de la feria y resolver los problemas de logística que hemos estado enfrentando desde hace dos meses”. Lo que sí dijo es que la sería se celebraría el próximo año “con doble entusiasmo”.
Es decir que la feria del libro dominicano en Nueva York quedó clausurada sin haber comenzado. Carlos Sánchez no mencionó a Silvio Torres Saillant en su comunicado, ni se refirió al libro que el autor homenajeado había entregado para ser publicado por la Editora Nacional, en que se agregaban varios ensayos críticos de las políticas del gobierno dominicano.
Acento recibió la versión de que la suspensión de la feria del libro dominicano en Nueva York se produjo por decisión política en la República Dominicana. En primer lugar el autor seleccionado no era del agrado del gobierno, y en segundo lugar el libro que se publicaría tampoco era necesario que diera a conocer con los auspicios de las autoridades.
“La decisión fue política y se tomó en el Palacio Nacional”, declaró una fuente a este medio.
Silvio Torres Saillant fue consultado por Acento, y dijo desconocer los datos sobre la censura política, aunque había escuchado los rumores sobre tales decisiones. Su talante, entiende él, no es para reclamar homenajes ni nada parecido, porque eso es siempre voluntad del que lo entrega, y para nada reclamará ninguna distinción.
Consultado por Acento, este fue el mensaje que nos remitió desde Estados Unidos el intelectual Silvio Torres Saillant:
Gracias por tu mensaje. Para serte franco, no tengo mas detalles que los que me dio el Comisionado Dominicano de Cultura en EE.UU, Lic. Carlos Sanchez, quien muy cortésmente me hizo saber de problemas logísticos que habían puesto en tela de juicio el trabajo de organización de la Feria y que la cancelación se daba por temor a correr el riesgo de que este año la misma no alcanzara los estándares de calidad que había caracterizado a las de los años anteriores. Como yo he sido organizador de eventos, no me fue difícil aceptar la explicación.
Luego me han llegado comentarios de personas allegadas a mi y que se identifican con mi forma de ver las cosas quienes me han dado otra versión de los hechos. Como yo no tengo manera de verificar si esa otra versión es fidedigna–aunque si se que arranca de un sentido de solidaridad conmigo el cual agradezco–, no me siento con la autoridad para desmentir públicamente la explicación que recibí del Comisionado.
Lo que si te puedo decir es que a mi no me acongoja no recibir un reconocimiento aunque se me hubiera prometido. Para explicarte mi postura con mayor claridad comparto contigo dos párrafos que escribí para la sección de "Agradecimientos" que aparecería en el libro que iba a ser publicado por la Editora Nacional de haberse dado la Feria y su dedicación a mi persona. Te deseo un fin de semana distrutable y reposado.
Hasta aquí el mensaje y explicación de Silvio Torres Saillant. Silvio es un observador y uno de los intelectuales más críticos del comportamiento de las autoridades dominicanas y de las políticas públicas. Tiene varios libros publicados y es profesor en varias universidades de los Estados Unidos, además de conferencista en varias universidades en Europa y Africa.
A continuación sus palabras de agradecimiento que incluyó en el libro que sería publicado por la Editora Nacional, del Ministerio de Cultura, y que ya no verá la luz si fuera por los auspicios del gobierno:
En verdad, no hay forma de pagar la generosidad. El reconocimiento que ustedes hacen a mi persona no me han venido debido al puro mérito. No se trata de un reconocimiento que yo me he ganado. Yo me he ganado el sueldo por el que he bajado el lomo en el lugar de empleo desde que era carajito. Si en el ámbito laboral no se me compensa, tengo buena base para quejarme, sobre todo suponiendo que el empleador y yo nos pusimos de acuerdo sobre las tareas y su respectiva remuneración. Recuerdo a un importante escritor nuestro radicado en Santo Domingo a quien se le invitó a venir a Nueva York a recibir un reconocimiento. Desafortunadamente algo pasó en la institución anfitriona que le requirió cancelar la proyectada distinción. No recuerdo con precisión los detalles, pero lo que sí se marcó con tinta indeleble en mi memoria fue la manera cómo el connotado escritor procedió a ventilar por la prensa su gran indignación, casi llegando a pedir desagravio por el homenaje suspendido. Su queja lo hacía sonar como si se refiriera a la violación de sus derechos. Recuerdo haberle pedido a los dioses inmortales que me protegieran de aparecer en público de esa manera..
Todos tenemos derecho al agua potable, al trato digno en los hospitales y a instituciones que respeten nuestra humanidad y nuestra condición ciudadana no obstante nuestro origen étnico, orientación sexual o fe religiosa. El homenaje no figura entre nuestros derechos ni humanos ni civiles. Siempre hay más personas meritorias que ocasiones para distinguirlas. Baste imaginar cuanta brillantez, genialidad verbal y privilegiada imaginación acumularíamos si compiláramos la mejor obra de cada uno de los grandes escritores que no han recibido el Premio Nobel desde que el mismo comenzó a operar hace 116 años. No hay ninguna regla que disponga que a uno se le reconozca ni ningún plazo que regule cuándo ese reconocimiento le debe llegar. Si llega, hay que sentirse agradecido, además de dichoso, cuando llegue. Hay que agradecer en abstracto a las fuerzas cósmicas que coadyuvaron a que ese afortunado momento se diera. Pero también hay que agradecer en concreto a esa primera persona que trajo tu nombre a la mesa y que probablemente tuvo que abogar por tí frente a las sugerencias distintas que traían otros. Pues iluso sería pensar que solo había una opción. También hay que agradecer a los actores hipotéticos, a esos que se dejaron convencer de que la idea era buena no obstante diferir de la que ellos traían. Quién quita, además, que un par de los participantes en el posible intercambio terminara apoyando la propuesta aún sin dejarse convencer de su valor, accediendo sencillamente por faltarle el ánimo de seguir debatiendo debido a la hora o el cansancio. En ese sentido, también debemos estar pendientes del papel del azar en estos desenlaces. Agradezco, pues, la distinción que se me ha hecho y la recibo con gran humildad.