SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Hay luto en el país. Continúan llegando a la Funeraria Blandino de la avenida Abraham Lincoln decenas de personas al velatorio del maestro de la pintura Cándido Bidó, que murió a los 74 años, a causa de dos infartos consecutivos la tarde del lunes.

“Mi padre era increíble. Una persona de un corazón muy grande. Cuando mi papá era un niño y tenía doce años vendía dulces. Y él vino a la capital a pintar, vino con las monjas, pero siempre estaba pensando en Bonao. Su sueño era sacar y retratar los valores de Bonao y sus pueblos aledaños. Siendo un muchacho de pueblo, mira hasta donde llegó. Para él, la cultura era lo máximo. Continuaremos con su obra”, expresa José Luis Bidó.

Elsa Núñez, maestra de la pintura, califica el deceso del artista como una muerte irreparable.

"Cándido Bidó fue el símbolo del patriotismo, el amor a su pueblo y el amor a sus compañeros. Yo estudié con él en los años 60. Fuimos compañeros de aula, fui su comadre: bauticé el primero de sus hijos, y la verdad es que este golpe me ha dado fuertemente, tanto a mí como a mi esposo Ángel Haché. Yo creo que el país difícilmente se recupere de este golpe", dice Núñez.

Antes de que las lágrimas interrumpan su voz, logra decir: "Él ha dejado un legado, ha dejado sus cuadros, sus inmensos murales, ha dejado una escuela, ha dejado mucho a nuestro país y nosotros le estaremos eternamente agradecidos. En los últimos días estuvimos juntos en una exposición en Arte Berry y en Casa de Teatro. El lucía bien, pero en un momento Dios lo mandó a buscar y nosotros todavía no nos recuperamos de…".

En el velatorio, todos coinciden en las cualidades humanas de Bidó. "Era un hombre honesto, un hombre amable, era como un hermano para sus compañeros en el arte. Y como artista era uno de los más grandes pintores que ha conocido la República Dominicana", dice el maestro Jorge Severino, que vive en España y a quien la muerte de Bidó sorprendió en el país.

“Mi padre era increíble. Una persona de un corazón muy grande. Cuando mi papá era un niño y tenía doce años vendía dulces. Y él vino a la capital a pintar, vino con las monjas, pero siempre estaba pensando en Bonao. Su sueño era sacar y retratar los valores de Bonao y sus pueblos aledaños. Siendo un muchacho de pueblo, mira hasta donde llegó. Para él, la cultura era lo máximo. Continuaremos con su obra”.

"Yo hablo de él como hombre, porque él era para mí como un hermano, para mí, para Guillo, para Elsa Núñez, los que pintábamos junto a él, hacíamos colectivas e íbamos a Puerto Rico. El real valor de él es que era un hombre amable y honesto, a quien tú nunca podías criticar por falta de cariño. Le regaló una escuela de arte a Bonao".

Los jóvenes pintores siempre encontraron en Bidó a alguien que los apoyara, dice Severino. La muestra quedó en el centro del pueblo de Bonao. Una gran Plaza de la Cultura con una escuela de artes visuales que da clases a cientos de niños, niñas y jóvenes.

El sacrificio que hacía Bidó por mantener vivo el arte no todos podían saberlo. El senador de Monseñor Nouel, Félix Nova, cuenta que en ocasiones el pintor no contaba con recursos para pagar a los empleados y empleadas de la Plaza de la Cultura.

“El maestro se dedicó a engrandecer la provincia Monseñor Nouel con el arte. El Museo de Artes Visuales Cándido Bidó es único en su género. No hay una provincia del país que tenga algo similar. Y eso fue un esfuerzo de él. Recuerdo que muchas veces me llamaba, porque tenía dificultades para pagar la nómina y a veces vendía sus cuadros para eso. El legado del maestro Bidó en Monseñor Nouel es inolvidable, sus huellas son imborrables”, dice Nova.