Santo Domingo, República Dominicana. – Le construyeron un altar a la impunidad para protegerse, y la sociedad se cansó de tanta purulencia y se fue a la calle y a la Plaza de la Bandera, y con eso ayudó a echarlos del poder. Y ahora Avelino Stanley, Premio Nacional de Novela 1997 y escritor que cree en el compromiso social de los intelectuales, escribió un libro y los convirtió en personajes de literatura. “Es que el tema de la corrupción, por sus volúmenes y por sus colosales aires surrealistas, terminó superando a la ficción”.
El fabricador de presidentes, su nuevo libro, contiene ocho cuentos, algunos de los cuales tratan, con un realismo descarnado, lo que sucedió en la República Dominicana con los dineros públicos y ponen en la mirilla a aquellos que llegaron al Palacio Nacional en la cola de un motor y terminaron entre los hombres y mujeres más ricos del país.
En la obra, Avelino Stanley no respetó altares ni dejó piedra sobre piedra. Desde los brasileños Lula Da Silva, Dilma Rouseff y Joao Santana hasta los tres primeros presidentes dominicanos del siglo XXI, y desde Joaquín Balaguer hasta Juan Bosch (que es el único dirigente político que sale moralmente ileso de la mirada crítica del novelista), todos tienen su alter ego.
Está muy borrosa la frontera entre la ficción y la realidad en el nuevo libro de Avelino. Y en todas las historias el oropel se junta con la hipocresía y el poder va de la mano con la ambición desmedida. “Este es un libro sobre el poder y contra el poder”, dice Avelino Stanley.
La obra tiene dos cuentos emblemáticos, El fabricador de presidentes, que da título al libro y aborda situaciones relacionadas con la empresa Odebrecht; y La chichigua verde, que rinde homenaje a los jóvenes luchadores que un día se fueron a la calle y a la Plaza de la Bandera a denunciar a los corruptos y a reclamar el cese de la impunidad, y partieron en dos la historia de la lucha social de la República Dominicana.
“Las acciones de esos dos movimientos –reflexiona Stanley- fueron fulminantes, en el marco del civismo, para que el pueblo dominicano se quitara de encima uno de los lastres que más daño le ha causado al país”.
La narrativa de la corrupción
Dice Avelino que la corrupción es esa rémora que ha contribuido a retrasar el desarrollo nacional; dice también que frente a ella los escritores deben tomar partido. “Posiblemente no tumbemos ningún gobierno –expresa- pero la conciencia que se logre crear podrá generar un tornado que sacuda los lastres que entorpecen la democracia y el desarrollo en nuestras sociedades”.
En ocasión de la publicación de El fabricador de presidente, Avelino Stanley hace un llamado a los escritores jóvenes a que pongan sus letras al servicio del saneamiento moral de la sociedad.
“Mi llamado es, principalmente, para los más jóvenes, los más comprometidos del país y de toda América Latina, para que fundemos la narrativa de la corrupción. Esta práctica escritural debe ser un estandarte de denuncia”.
El libro incluye, además, El monumento, un cuento patriótico sobre la vida y la lucha de Gregorio Urbano Gilbert, un hombre que llevaba los colores de la bandera nacional en la mirada y todo el fuego de la patria mancillada en su corazón.
En esa pieza Urbano Gilbert, sentado a la orilla de los ríos, en algún punto de las montañas de Las Segovias, Nicaragua, le narra al general Augusto César Sandino, en clave de ficción, su lucha contra las tropas que ocuparon la República Dominicana en 1916.
En ese cuento, Stanley concentró toda la poética del libro, con párrafos memorables y sentidas descripciones de los escenarios de la lucha patriótica de 1916, sin olvidar las notas que entona el viento cuando pasa por las montañas ni desatender las migajas luz que cargaban los cocuyos y que parecían “que un gran trozo de cielo estaba postrado a los pies”. Ese cuento. Expresa el autor, es una metáfora de la patria y sus dolores.
En otro cuento –La muerte del padre Jesús María- se cuenta la historia de un cura pedófilo, y según Stanley, está basado en un hecho real ocurrido en un colegio de un barrio de la capital.
¿Qué motivaciones tuvo para sentarse a crear esas historias?
Los cuentos de este libro fueron escenificados por los protagonistas de cada pieza durante las dos primeras décadas del presente siglo XXI. Yo solo me senté a darle forma escritural. Algunos de ellos tienen más diez años. Cada uno de esos cuentos responde a problemáticas que han gravitado sobre la vida cotidiana del país. Los de factura más reciente, los que reflejan situaciones más actuales, esos sí fueron escritos durante sentadas sucesivas. Ellos son: “El fabricador de presidente”, “La chichigua verde” y “El tapón”.
¿En qué personajes de la vida real y de la política actual se inspiró para construir los protagonistas de las historias de este nuevo libro y quiénes son sus alter ego?
Es sumamente reprochable la manera en que actuó la totalidad de los gobernantes que tuvo la República Dominicana durante los primeros 156 años de historia; las excepciones se cuentan con los dedos de una mano. Es inconcebible que los tres primeros gobernantes dominicanos del siglo XXI no trazaran una raya para diferenciarse de esas actitudes tan reprochables. Ellos son los que han inspirado la construcción de los personajes que protagonizan los cuentos de El fabricador de presidentes. De ellos he extraído los alter ego para que habiten las páginas de este libro.
¿Los cuentos El fabricador de presidentes y La chichigua verde son los dos ejes emblemáticos del libro?
El fabricador de presidentes y La chichigua verde son solo las dos historias que penetran hasta el corazón mismo del entretejido malsano en el que los tres gobernantes mencionados han enredado a la sociedad dominicana actual. Pero en cada una de las historias del libro se encontrarán manifestaciones del asco que produce ese monstruo multicéfalo que como refajo fuera de lugar ya no puede esconder sus dos cabezas más visibles que son la corrupción y la impunidad.
¿El cuento La chichigua verde es un homenaje a la Marcha Verde y a la lucha de los jóvenes de la actual generación?
Después de la revolución de abril del 1965, “La marcha verde” y “Las protestas en la Plaza de la Bandera” son, muy posiblemente, los dos movimientos sociales que en materia de demanda han obtenido los resultados más contundentes en la sociedad dominicana. Nadie podía imaginárselo. Las acciones de esos dos movimientos sociales, siempre en el orden del civismo, fueron fulminantes para que del pueblo dominicano se quitara de encima el lastre de uno de los partidos políticos cuyos gobernantes le han causado el daño más grande al país en materia de moralidad. ¿Cómo no homenajear a La marcha verde? ¿Cómo no resaltar la heroicidad de las protestas en la Plaza de la Bandera? Si nuestra humilde propuesta se aceptara como un homenaje, espero que este sea apenas el inicio.
En el cuento La muerte del padre Jesús María, el segundo en el orden de las ocho narraciones del libro, se cuenta la historia de un cura pedófilo concatenada con la muerte de un conocido artesano dominicano ocurrida en Moca. ¿Está basado en hechos reales?
Lamentablemente, es sí. Un cura pedófilo, valiéndose de su posición de director de un colegio ubicado en un barrio capitalino de gente humilde, intentó arrastrar a un niño hacia sus garras. Más de dos décadas después este hecho se entrelaza con la lamentable muerte del muy admirado artesano Luis Terrero, ocurrida en Moca al final de la campaña electoral del año 2000. Fue una muerte muy sentida en el país. Pero tanto las acciones de ese cura como la muerte de Luis Terrero quedaron impune. Las dos historias se entrecruzan y son recogidas en esta pieza para que no perezcan en la memoria del pueblo dominicano.
El penúltimo de los cuentos, El monumento, cuenta la historia del dominicano que hizo el primer disparo sobre las tropas de intervención en 1916, Gregorio Urban Gilbert. ¿Cuál fue su motivación?
Urbano Gilbert no solo es una leyenda, también es un héroe con hazañas internacionales, olvidado por los pocos que lo conocen y desconocido por la mayoría del pueblo dominicano. Quise presentar sus hazañas en un cuento para rescatar su memoria ante las nuevas generaciones. Porque hombres como él, verdadero estandarte de moralidad, son los que debemos tener como ejemplo.
En los difíciles tiempos actuales, solo la memoria histórica salvará a los pueblos del embate del neoliberalismo globalizador y de la indiferencia de los gobiernos locales. Once años después de haber escrito este cuento (inédito hasta ahora), su publicación coincide con la disposición de llevar los restos de este héroe al Panteón Nacional. La medida nos ha agradado sobremanera.
¿Dónde está la frontera entre la ficción y la realidad en esta nueva propuesta literaria?
La frontera entre la ficción y la realidad, de manera general, viene definida por la diferencia entre lo que es enteramente objetivo en el mundo real y lo que existe solo porque fue creado en el mundo de la imaginación. En el libro “El fabricador de presidentes” la frontera entre la ficción y la realidad se encuentra en el daño que la corrupción rampante y la impunidad irritante le han creado a la sociedad dominicana durante las dos primeras décadas del siglo XXI.
Muchos funcionarios del gobierno se desconectaron del mundo de tampones y delincuencia de las calles dominicanas y sobrevolaban la ciudad en helicópteros que los alejaban de ese pueblo que los llevó al poder y les costeaba esos viajes y al que ellos terminaron mirando con desdén. Gente que vivió toda la vida siendo un “pata por el suelo” hoy tienen en las instituciones financieras sumas incalculables. Esos funcionarios crearon una neocorrupción caracterizada, principalmente, por la mega sustracción de los recursos del Estado y las múltiples y descaradas maneras con que lo hacían. La realidad de ellos superó con creces la ficción. Por eso, este es un libro sobre el poder y contra el poder.
¿Qué mirada deben dar los escritores a la realidad dominicana hoy?
Los males sociales de la actualidad tienen un epicentro que los genera: la corrupción y la impunidad. Es un fenómeno que azota a la República Dominicana, a toda Latinoamérica y a casi todos los países del resto del mundo. Mientras el compromiso social ha estado de vacaciones en la literatura, los corruptos no se han detenido. Urge que reaparezcan los escritores comprometidos. Los problemas actuales claman por la reaparición del compromiso social en la literatura.
La sociedad actual espera que los escritores volvamos al tema social. Vaya mi llamado a los escritores dominicanos y de toda América Latina, los consagrados y los más jóvenes, para que fundemos “la narrativa de la corrupción”, una manera de denunciar a los actores de esa rémora. Esta práctica escritural debe convertirse en un estandarte de denuncia que enfrente ese mal. Posiblemente no tumbemos ningún gobierno, pero la conciencia que se logre crear podrá generar un tornado que sacuda los escollos que entorpecen la democracia y el desarrollo en nuestras sociedades.
¿De qué lado debe estar el escritor dominicano hoy, un momento en que la sociedad está aprendiendo a luchar de nuevo por sus derechos y rompiendo sus viejos silencios?
En las sociedades actuales solo existen dos planos. Uno, el de los indolentes, los que acumulan recursos de los fondos públicos a costa de empeorar los males de un país; en ella habitan los predicadores que propugnan por una sociedad de libertades putrefactas. Y el otro, los que luchan por sociedades realmente igualitarias, libres de demagogia; sociedades de derecho donde las leyes se apliquen sin distinción. No creo en la neutralidad. Que cada quien escoja. Yo pongo mi voz del lado de los últimos.
Hay una parte del cuento El fabricador de presidentes que dice: "Pero un día la justicia se despereza y relampaguea sobre la impunidad." ¿Cree que con la caída de los primeros acusados de corrupción política ya ha empezado eso a suceder en la sociedad dominicana?
El relámpago de la justicia ha dado algunas señales. Pero en la sociedad dominicana hace falta que caigan rayos y centellas sobre los corruptos de marca mayor, al menos, sobre los actores que ha tenido ese escenario durante los últimos 25 años. Hay que estar atentos porque no se trata de dádivas, sino de derechos. Y si esos rayos y centellas no caen en un tiempo prudente, habrá que reeditar de nuevo acciones como la de Marcha Verde y protestas como las que se dieron en la Plaza de la Bandera.
¿No cree que ha llegado (o debe llegar) el momento en que los políticos dejen de “comerse un tiburón podrido sin eructar”?
Una gran parte de políticos, como no tienen escrúpulos, seguirán construyendo metáforas que le acomoden su forma de proceder. El pueblo tiene que despertar para que pueda desmontar esas metáforas desfazadas y crear las suyas, las que recojan sus esencias.
Dentro de “Los indignados” del mundo, los dominicanos tenemos pendiente escribir nuestro propio capítulo para que podamos decir “basta ya”.