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Santo Domingo, República Dominicana.- Exaltada por unos como la gran novela dominicana de todos los tiempos y cuestionada por otros como una apología de la Conquista y de los conquistadores, Enriquillo, de Manuel de Jesús Galván, cumple 140 años.
La obra, publicada por Galván (1834-1910) en dos momentos –una edición breve en 1879, otra más extensa en 1882–, narra el levantamiento del cacique Enriquillo (conocido en la historia de la parte occidental de la isla como le cacique Henri y llamado Don Enrique por los usos del lenguaje de la monarquía española) contra los conquistadores, en los tiempos en que Nicolás de Ovando, calificado por el pensador trujillista Manuel Arturo Peña Batlle como el “sombrío Gobernador de Alcántara”, produjo la matanza de Jaragua (o Xaraguá), uno de los episodios más sangrientos y oscuros de la colonización de la isla Española.
Desde que dio sus primeros pasos, Enriquillo estuvo iluminada por una estrella. La segunda edición fue prologada por el poeta dominicano José Joaquín Pérez. José Martí, el Apóstol de la Libertad de Cuba, dirigió una carta a su autor, fechada en septiembre de 1894, en la que la califica de “novísima y encantadora manera de escribir nuestra historia americana”.
La misiva, utilizada como prólogo de sucesivas ediciones, contiene un derroche de elogios a la manera de llevar la historia del cacique y al lenguaje poético.
“En el lenguaje –escribe Martí– ¡que castidad, prudencia y donosura! En las observaciones que esmaltan, como diamantes negros, una sortija de oro, la narración amena, ¡que dolorosa ciencia, aprendida, bien se ve, en continuados pesares! En la presentación de los caracteres ¡qué maestría, gradación, justeza, acabamiento! ¿Cómo ha hecho Vd. para reunir en un solo libro novela, poema e historia?”. “No haga Vd. otra cosa, luego que concluya su tratado, que escribir cuentos como este, en que las excelencias son tantas como las palabras, la trascendencia igual a la armonía, y la moderación comparable solo a la extrema belleza y causa en mucho de ella”, recomienda.
El 13 de enero de 1935 Pedro Henríquez Ureña dedicó a la obra un artículo en el periódico argentino La Nación. Y en su trabajo Vida intelectual de Santo Domingo calificó a Galván como “uno de los primeros prosadores castizos de América”.
“Su Enriquillo –precisa- es obra de muchos años. El autor la llama leyenda, curioso nombre que en la España y la América del Romanticismo se daba a obras de la imaginación tejidas con hilos de historia. En esta novela no hay nada claramente verosímil”.
Para escribir su novela, Manuel de Jesús Galván recurrió a lo narrado por el fraile Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias. “En lo sustancial –dice Henríquez Ureña– la novela se ciñe con fidelidad a la historia; por lo menos, a la historia de la Conquista como la contó fray Bartolomé de Las Casas”.
Con su aliento poético, su derroche de imaginación y su sentimentalismo desbordante, Enriquillo, una novela esencialmente romántica, ha vencido el tiempo. En sus ciento cuarenta años ha sido en varias generaciones libro de lectura obligada en las escuelas, se ha mantenido en las preferencias de lectores de todas las edades y ha sido traducida a varios idiomas.
Una de esas traducciones fue hecha por el escritor inglés Robert Graves bajo el título The Cross and the Sword (La cruz y la espada) mientras vivía en Deia, España; la otra, por la novelista francesa Marcelle Auclair, amiga del poeta Federico García Lorca.
La poeta dominicana Chiqui Vicioso comentó, en un hermoso artículo publicado en la edición del periódico dominicano El Nacional del 21 de septiembre de 2015:
“¿Cómo llegó Enriquillo de la Sierra del Baoruco a la Sierra Tramontana? ¿Vena sensible tocó el cacique en el inglés corazón de un emigrante ajeno a nuestra épica? Solo el mar sabe”.
En el año 1952, Enriquillo fue incluida en la Colección UNESCO de Obras Representativas de la literatura universal, junto a las de algunos autores que habían recibido el Premio Nobel de Literatura, como Albert Camus (1913-1960), Ernest Hemingway (1899-1961), Georges Seferis (1900-1971), Rabindranath Tagore (1861-1941), Vicente Aleixandre (1898-1984), Ivo Andrich (1892-1975), Halldor Laxness (1902-1998), Henri Berg (1859-1941), Yasunari Kawabata (1899-1972), Frans Emil Sillanpaa (1888-1964) y Odysseus Elytis (1911-1996).
En la Colección también están Horacio Quiroga, Domingo Faustino Sarmiento, Mario de Andrade, Simón Bolívar, José Martí, Jorge Isaacs, José Enrique Rodó, Octavio Paz, Teresa de la Parra y Juan Zorrilla de San Martín, todos considerados clásicos de la literatura hispanoamericana.
La Colección UNESCO de Obras Representativas fue concebida como una biblioteca universal y como un lugar de encuentro de “todas las formas de expresión escrita de las culturas de nuestro mundo”.
Tejida en París
Galván concibió la novela en Puerto Rico, tras la abolición de la esclavitud, y la empezó a escribir en París. La tejió con delicadeza de orfebre y la cuidó párrafo a párrafo, con una fina mano de artista. Y, preocupado por la verosimilitud, llenó los folios de pies de páginas y precisiones.
En una dedicatoria que hizo en la segunda edición del 1882 a Rafael María de Llabra, presidente de la Sociedad Abolicionista Española, Galván narra:
“Entre los recuerdos más gratos de mi vida descuella el de una memorable fecha en que la Plaza Mayor de la capital de Puerto Rico no bastaba a contener la multitud de gente de todas las clases, que además de cubrir el pavimento, se apiñaba en los balcones y las azoteas”.
“Desde el balcón central del Palacio de la Intendencia un hombre arengaba con ademán solemne, con sonoro acento, a aquella innumerable, cuanto silenciosa multitud. Aquel hombre estaba investido de todos los atributos del poder; ejercía la autoridad absoluta en la Isla, era el gobernador Capitán General, don Rafael Primo de Rivera, y en aquel momento cumplía un bello acto de justicia, proclamando en nombre de la nación española, la abolición en la hermosa Borinquén (…). Ruidosos y entusiastas terminaron aquella escena sublime”.
“A impulso de la profunda impresión, del júbilo indecible que en mi causó tan espléndido triunfo de la justicia sobre una iniquidad secular, recorrí con el rápido vuelo de la imaginación la historia de América y, buscando analogías morales en los primeros días de la Conquista, mi mente se fijó complacida en las grandes figuras de un compatriota de usted, el ilustre fray Bartolomé de las Casas, y un compatriota mío, Enriquillo, último cacique de la Isla de Haití o Española, hoy Santo Domingo. Desde entonces, formé el atrevido propósito de escribir este libro y dedicarlo a la insigne Sociedad Abolicionista Española”.
Además de ser una de las primeras novelas dominicanas, Enriquillo fue la gran obra de Galván, quien completó su producción literaria con tres narraciones breves, –Federico y el aburrimiento, La puericracia y Elvira y Mancebo-, que, según Manuel Núñez, pueden ser consideradas novelas cortas, aunque otros autores, como Franklin Gutiérrez, consideran que, en realidad, son cuentos. Además, publicó numerosos artículos en los periódicos de la época, muchos de ellos tocados por situaciones políticas.
La novela Enriquillo consta de 125 capítulos divididos en tres partes. Los primeros 32 narran la matanza de Jaragua, la aparición en escena de Guarocuya y el sacerdote Bartolomé de las Casas y el matrimonio entre Diego Colón y María de Toledo.
La segunda parte tiene 42 capítulos y cuenta los frustrados amores del capitán Juan de Grijalva y María de Cuéllar, y la ordenación de Las Casas como sacerdote.
La tercera y última parte está compuesta de 51 capítulos y aborda el matrimonio de Enriquillo y Mencía, la sublevación del cacique en las montañas de Baoruco y el desenlace de aquella gesta, tras un acuerdo de paz con la Corona Española.
La primera edición, con solo una parte de la novela, fue publicada en 1879 y preparada en la imprenta religiosa San Luis Gonzaga, con el apoyo del presbítero Francisco Xavier Billini. La segunda fue hecha en la imprenta García Hermanos en 1882, con prólogo del poeta José Joaquín Pérez.
Según el escritor Franklin Gutiérrez, la edición definitiva de Enriquillo fue hecha en 1909, en Barcelona, España. Después se publicaron alrededor de veinte ediciones, entre ellas, dos en Argentina (1944-1945), una en Santo Domingo (1951), una traducida en Francia (1952), otra traducida al inglés en Estados Unidos (1954) y otra en México (1972).
La novela Enriquillo puso en la cresta de la ola a su autor. Pedro Henríquez Ureña definió a Galván como “escritor de tradición clásica con tolerancia para el romanticismo; pero su tradición radicaba, principalmente, en el clasicismo académico del siglo XVIII”.