Por fin ha llegado a la República Dominicana la exposición itinerante de estatuas de Cristóbal Colón que recorre el mundo. Después de haber intervenido de distintas formas sus esculturas en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países, nos llega “Encubrimiento”. Sin lugar a dudas, la obra de la que se habla esta semana y que no voy a describir porque Google la ha reducido a una fotografía de la figura de Colón envuelta con una sábana. Y quizás Google tiene razón.

Artista Joiri Minaya encubre escultura de Cristóbal Colón y Anacaona

Como acción de protesta ante la denuncia de la última extinción masiva en el Caribe, quizás tenga algo de mérito, aunque no ha sido tan valiente como sus versiones en otras regiones donde la estatua sufrió decapitaciones, tintados de rojo sangre o bien la derribaron por completo. Aquí muy probablemente hubo que pedir permiso a la Alcaldía para intervenir y que la dispuesta policía turística no metiera sus narices.

Quizás merezca un poco de tiempo analizar el pedazo de tela que según el discurso que lo sustenta simboliza “plantas medicinales, rituales y venenosas (guao, ceiba, ajíes) usadas por los taínos y africanos esclavizados para luchar en contra de los colonizadores”. ¿De verdad si una persona ve este pedazo de tela pensará en las escaramuzas de los arahuacos para protegerse de un pueblo invasor? Como mucho, su colocación burda y vaga, haría pensar a los transeúntes en simples reparaciones.

Así que mejor analicemos la curaduría, que en esta ocasión parece más importante que la obra.

Si bien nos absorbe el discurso setentero de lo decolonial que ahora ha tomado el mainstream, muchos pensadores llevan décadas tratando de impulsarlo aunque no es hasta años recientes que es acogido por los grandes medios estadounidenses. Es un discurso que agranda las voces de algunas culturas oprimidas por los europeos alrededor del mundo y con ello rescata rasgos culturales e históricos olvidados. Hasta ahí parece una buena idea.

Un dato muy curioso es que recientemente nuevas investigaciones arqueológicas y genéticas han sacado a la luz que mucho antes de la llegada de los europeos al Caribe, olas migratorias provenientes de mesoamérica y América del sur pudieron eliminar completamente a los habitantes de las islas. Se trata de un estudio cuyos primeros resultados fueron publicados el pasado mes de diciembre y que fue dirigido desde la universidad de Harvard. Mediante un análisis y la comparación de los distintos tipos de cerámicas encontrados en el Caribe y de muestras de ADN tenemos un interesante análisis del comportamiento humano.

Como decía, al parecer los europeos no fueron los primeros en cometer un genocidio en las islas del Caribe, aunque sí los últimos, lo que muchos consideran suficiente para justificar toda esta diatriba de lo decolonial. Pero este estudio nos da otro giro a la historia, ya que quizás la misma Anacaona, que formó parte de la obra “Encubrimiento”, fue descendiente de una cultura opresora. Y si bien la obra trata de hacer una denuncia a las prácticas tiránicas de algunas culturas o etnias, deberíamos abrir un poco más nuestras líneas discursivas teniendo en cuenta que toda la historia de la humanidad se ha escrito bajo este mismo guión. Muy probablemente una cultura que fue oprimida también jugó un papel opresor.

Por esto no podemos olvidar a Michael Foucault y sus planteamientos sobre las relaciones de poder que quedan escasamente cubiertas en la justificación de esta intervención artística. Temas como la invalidación del discurso del oprimido, sus técnicas de resistencia o los dispositivos de control social que pudieron enriquecer la argumentación. Nada de esto es tratado en razón a la sábana que cubre la estatua. Más bien nos vemos envueltos en una especie de bucle en la que se nos llama a ver una película animada en Netflix.

La plataforma en línea de contenido audiovisual que se ha convertido en el adalid del discurso estadounidense, ahora también es una fuente confiable de justificación de la creación artística Caribeña. Pasa con esto igual que con la tosquedad de la tela cubriendo la figura de Colón, vemos los colores, vemos el movimiento pero no nos interesa descubrir capas de conocimiento que es el propósito de todo arte conceptual. Definitivamente Netflix navega a todo vapor y lo vemos aproximarse a nuestras orillas montado en carabelas que han cambiado sus cruces por rayas y estrellas, para escribir otro capítulo del guión del opresor y el oprimido.