SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El profesor José Delmonte Peguero demostró, en el final del XXV Concierto de Navidad de la Catedral, cuán artista es, cuán grande es su voluntad de participar del acto creador y cuán trascendente la misión que aceptó desde el momento en que se le encargó, por parte la Curia Católica Dominicana, la fundación del Coro de la Catedral Primada, Santa María de la Encarnación.
Delmonte supo sobre-imponerse a las limitaciones físicas de sus piernas, para llegar, con tremendo esfuerzo físico, al pódium del director , desde el cual condujo las cuatro últimas piezas del concierto: Adeste fideles, Cantique de Noel, el famoso y popularmente conocido Hallelujah y la más trascendente de las canciones de navidad, la pieza austríaca compuesta originalmente en alemán por el sacerdote Franz Xaver, Noche de Paz, interpretada por todos los solistas del concierto con el que se cumplía un cuarto de siglo de este espectáculo sacro y popular.
¿Qué hizo distinto la noche del 25 de diciembre, el XXV Concierto de Navidad en la Catedral para que resultara, como al efecto, un pedestal luminoso de arte instrumental y vocal de excelencia? Fue una noche de novedades estremecedoras.
Al parecer, hubo conciencia de que el concierto que marcaba el primer cuarto de siglo de este evento de arte sacro y popular, no podía ser ubicado en lo que definía el promedio de calidad de su montaje.
Obviamente se procuró lo mejor del talento posible. Y, para satisfacción de público y organizadores, se dio plenamente ese objetivo.
El evento artístico que se monta cada noche de navidad desde hace un cuarto de siglo, incluyó el debut en un ambiente sacro de Luchy Vicioso, tan generosa como para mostrar que su voz sigue tan fresca como en otros tiempos, estremeciendo tanto por la belleza de su voz como por la nostalgia a que se asocia su trayectoria de artista.
El concierto, auspiciado por el Banco de Reservas, cuyo administrador, licenciado Enrique Ramírez Paniagua, figuró entre los invitados especiales, junto a la Primera Dama, Cándida Montilla, el párroco de la Catedral, padre Nelson Clark, el sacerdote Gerardo Ramírez y el Maestro de Capilla, José Delmonte (Director del Coro de la Catedral). Ramírez Paniagua y Montilla acudieron con sus hijas.
Fue oportunidad excepcional: el maestro Rafael Solano estrenó una composición sinfónica titulada Gloria, con la soprano Ondina Matos, sobre la labor instrumental de 43 profesores y la polifonía del Coro de la Catedral. El final fue apoteósico, con toda la gente de pie aplaudiendo a Solano, a Matos y a sus artistas de respaldo.
El tenor dominicano, Enrique Pina, inició con el vocalmente demandante Adeste fideles y siguió con The Lord’s Prayer. Pina es el más destacado tenor dominicano ante en el mundo. Una voz poderosa, firme, con registros en los que resalta la formación lírica, particularmente en sus altos tonos y sus finales épicos.
La cantante lírica, Stephanie Ortega, nacida en Puerto Plata, y nacionalizada francesa, fue la invitada especial desde Europa exhibiendo un rico abanico de matices, con notable dominio artístico y técnico de la vocalización de alto nivel, sobre todo en sus tonos agudos.
La cantante, directora de coros y pianista, evidenció un carisma tan tierno y exquisito, apoyada en una actuación impresionó al público al punto de que recibió el primer aplauso extendido y de pie de parte de quienes llenaban las naves de la Catedral Metropolitana Santa María de la Encarnación y Primada de América.
El concierto fue suma de calidades: dirección: Héctor Martínez Cabruja, Rafael Solano, Andrés Capellán Moya, Fernando Herrera, Rafael Calderón Castillo y el Maestro de Capilla, José Delmonte; tuvo calidad en las actuaciones solistas: Stephany Ortega, Enrique Pina Serra, Ondina Matos, Wanda Guzmán Romero, Belkis Hernández Almonte, Glenmer Pérez Cabral, Modesto Acosta Vargas, Nelson Veras Pérez y Eddison Samuel Féliz y fue sostenido musicalmente por la Orquesta del Coro de la Catedral y sus 43 profesores, a lo que se añade la impresionante polifonía del Coro de la Catedral, que res disciplina, profesionalidad y el armonioso encanto de su entramado vocal, y el coro de Niños de la Catedral, con su crucial papel sucesor.