Río de Janeiro, 8 feb (EFE).- Miles de personas abarrotaron hoy las gradas del emblemático sambódromo de Río de Janeiro y mostraron al mundo la alegría de vivir y el ritmo que corren por las venas de pueblo brasileño, incluso cuando un imponente Don Quijote de veinte metros de alto se convierte en el rey de la fiesta.

Y es que la madrugada de este lunes estuvo marcada por la presencia del ingenioso caballero que fue homenajeado por la 'escola de samba' Mocidade, que encontró en su triste figura la inspiración para un desfile "loco y apasionado", como rezaba la letra de su samba que los miles de participantes cantaban al unísono.

La locura del carnaval y de Don Quijote de la Mancha se fundieron así en un desfile en el que el gran personaje de la literatura española lo mismo combatía molinos de viento, que conquistaba pozos petrolíferos que eran vigilados por una suerte de legisladores sin cabeza, quienes al ser enjaulados arrancaron la ovación de los asistentes.

Los 72.500 asientos de la Avenida Marquês de Sapucaí, nombre oficial del sambódromo de Río de Janeiro, se llenaron hoy para presenciar la primera de las dos noches en las que participan las escuelas del grupo especial, una suerte de primera división, cuyas competidoras aspiran a alzarse con el título al mejor desfile.

La noche comenzó con un homenaje por parte de las doce escuelas de samba del grupo especial, que desfilan en el Sambódromo las noches del domingo y del lunes de carnaval, que dieron inicio a la fiesta con un guiño a los próximos Juegos Olímpicos, que tendrán lugar este próximo mes de agosto en la "Cidade Maravilhosa".

Abrieron la noche las mascotas de los Juegos Olímpicos y de los Paralímpicos, Vinicius y Tom, que iban seguidos de cerca por una pequeña carroza, coronada con la antorcha olímpica y con doce jóvenes abanderadas, cada una portando el emblema de su escuela, que hacían las veces de simpática escolta.

A continuación, el Rey Momo abrió el baile y se marcó un recorrido lleno de ritmo, bailando samba a lo largo de los 700 metros del Sambódromo.

Después llegó el auténtico espectáculo de la mano de la "escola" Estácio de Sá, cuyas carrozas y disfraces rindieron homenaje a las raíces africanas, al ritmo de una intensa percusión, así como a esas mitologías que habitualmente existen entre los límites de la leyenda y de la realidad.

A lo largo de la hora aproximadamente que tardó la escuela en pasar por la Avenida Marquês de Sapucaí, miles de bailarines y numerosas carrozas fueron dibujando diversas escenas que todo el mundo tiene en la retina, como la exuberancia del antiguo Egipto o la lucha de San Jorge.

Bajo el influjo de un inmenso sol de luces led, la escuela União da Ilha rindió su particular homenaje, más a los deportes que a los Juegos Olímpicos de Río en sí.

Miles de bailarines disfrazados con originales vestimentas que evocaban diversos deportes recorrieron la avenida, ante la atenta mirada de algunos de los dioses griegos del Olimpo. Balones de fútbol, ciclistas o pelotas de tenis convirtieron la pista central en un auténtico campo de juegos.

Con su característico blanco y azul la escuela Beija-Flor, la vigente campeona del certamen, invadió el sambódromo con el espectáculo más vistoso hasta ese momento.

Con su homenaje al Marquês de Sapucaí esta tradicional escuela se postuló, un año más, como una de las favoritas a alzarse con el título, que será anunciado el miércoles de ceniza, cuando acaba el carnaval y son leídos los votos del jurado del que es considerado como el mayor espectáculo del mundo al aire libre.

La escuela Grande Rio buscó su inspiración en el municipio paulista de Santos, famoso tanto por su puerto, como por ser cuna de grandes futbolistas, como Pelé o Neymar.

Pese a no poder contar con ninguno de estos astros del balón como invitados, Grande Rio ofreció un bello espectáculo, colorido y lleno de ritmo. Y, cómo no, con numerosas referencias al mundo del deporte rey, como bailarines con el uniforme del Santos o sombreros con forma de balón.

La gran protagonista del desfile de esta escuela fue una inmensa orca de la que, al abrir la boca, escapaban numerosos bailarines dispuestos a seguir con la fiesta pese al mal trago.

La noche la cerró Unidos da Tijuca, con un simpático homenaje al mundo rural y a la vida de los trabajadores del campo.

Entre la noche de este lunes y la madrugada del martes desfilarán por el Sambódromo las otras seis escuelas del grupo especial con la esperanza de alzarse con el título de mejor escuela de samba, en el mejor escenario posible. EFE