Por Zoila Anitza Gutiérrez, Directora Escuela Crítica e Historia del Arte, de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)

Liubov Balanutsa es una artista plástica de origen ucraniano. Su producción exhibe características técnicas y temáticas que la hacen particular. Sus lienzos combinan colores, luz y movimiento de una manera muy auténtica. En ella convergen la sobriedad europea en armonía con los colores y luz tropicales.

La creadora es sensible a la pluralidad, como si acaso intentara convertir en arte todos los asuntos que percibe como un motivo estético o conceptual.

Entre los tópicos más abordados por Liubov se encuentra la espiritualidad; en el sentido de transmutar en símbolo lo intangible, aquello que no se puede ver, que es el principio de toda teoría mística que intenta explicar esa otra realidad que solo es posible descifrar a través de la aproximación de la metáfora o aferrarnos a la fe ciega de la religiosidad.

La naturaleza se manifiesta como recreación de lo real o ensoñación imaginada. En ese sentido, debemos considerar que con ojos foráneos, es difícil descubrir cuando el contexto corresponde a Ucrania, República Dominicana o una realidad inventada por la artista. Lo digo porque Liubov, como todo inmigrante, vive entre dos tierras. En el imaginario de su creación, la idiosincrasia del país que dejó cohabita con el espacio adquirido.

En Liubov la mujer se nos presenta reinventada, recapitulada en su condición de ser social. La condición femenina aparece mitificada en una narrativa visual que la convierte en entidad edénica, habitante del Olimpo. Las figuraciones de la mujer propuesta por Liubov suelen aparecer representadas en una atmósfera peculiar, con elementos de aire o con movimiento. Este enrarecimiento convierte la obra de Liubov en un acontecimiento único, genuino. Su cosmovisión coincide con la del poeta José Mármol, porque en sus versos la mujer es más que la mostrada por la realidad, la mujer es “criatura del aire”.

Pero la concepción de Liubov no se queda en la superficie de la forma. La mujer que habita en sus creaciones es una mujer guerrera, libre, sensual, poderosa. Una mujer que antagoniza con la mujer de la vida real, sometida a la esclavitud de la cultura por razones que no nos interesa analizar. Sensible al problema, Liubov toma a la mujer y repostula su historia desde una perspectiva de justicia, equidad. La mujer de Liubov es una heroína.

La artista trabaja el bodegón tanto en su forma clásica como en fusiones con otras realidades que enriquecen este motivo universal. Dos composiciones que nos sirven para ejemplificar esta tendencia de la artista son “Bodegón con flores” y “Hora de té”. La primera nos muestra elementos de diferentes naturalezas que se convierten en unidad. La segunda de corte más tradicional y figurativo.

Un recorrido por la exposición es también enfrentarnos a la complejidad y diversidad técnica. Liubov trabaja cerámica, oleo sobre tela, seda, etc. También incurre en la incorporación de técnicas picgtográficas que aprendió en sus años formativos en Ucrania, quizás habitual en su país natal, pero una innovación en la tradición caribeña. Tal es el caso del vitilanka y el vajtik. Como podemos ver, se preocupa por sacarle el mayor provecho estético a cada composición. Sin dejar de lado la perdurabilidad de la misma.

El mensaje de los ángeles puede verse como una exposición síntesis de la trayectoria de la artista, en la que convergen los estilos, temas y técnicas abordados por ella a lo largo de su trayectoria, tanto en lo técnico como en la conceptualización. Aunque en esta ocasión el tema principal recae en los ángeles, la mirada de la artista no escapa al feminismo, la religión, la naturaleza, la vida familiar, el amor y todos aquellos temas que despiertan sensibilidad de Liubov, una verdadera artista.