SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El intelectual Raymundo González, miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia, afirmó que el libro de sexto grado de la educación básica está muy lejos de tener un contenido antidominicano y antipatriota.

En la segunda parte de su respuesta al historiador Manuel Núñez, mediante una carta enviada a Listín Diario, el profesor González explica:

Asunto: Refutación al “informe” publicado en el Listín Diario del viernes 4 de los corrientes (conclusión).

Distinguido señor Director:

Antes que nada, me excuso por el error que se deslizó en mi primera carta -del domingo 6 de los corrientes- en la fecha de ese prestigioso diario referida en el asunto. Como anuncié en la citada carta para esta segunda parte, copio los párrafos de don Vetilio Alfau Durán:

Juan Pablo Duarte, el Padre de la Patria y Fundador de la República, trazó la pauta: “Yo admiro al pueblo haitiano desde el momento en que, recorriendo las páginas de su historia, lo encuentro luchando desesperadamente contra poderes excesivamente superiores, y veo como los vence y como sale de su triste condición de esclavo para constituirse en nación libre e independiente. Le reconozco poseedor de dos virtudes eminentes, el amor a la libertad y el valor”.

En cuanto a las razas pobladoras de la isla, especialmente de la parte del Este, el patricio, desprovisto de todo prejuicio, se expresó así: “Los blancos, morenos,/ cobrizos, cruzados,/ marchando serenos,/ unidos y osados, / la Patria salvemos/ de viles tiranos,/ y al mundo mostremos / que somos hermanos”.

(…) El principio de fusión racial, tan arraigado en la nación dominicana, fue ponderado con el más firme entusiasmo por la familia trinitaria frente a los blancos criollos de Santo Domingo y a los negros criollos de Haití. De ahí que aún en medio del ardimiento de los conflictos encendidos entre las dos Repúblicas que se comparten el dominio de la Isla a causa de sus diferencias fronterizas, el insospechable y noble nacionalista don Américo Lugo, esgrimió su rutilante pluma para decirle a sus conciudadanos, con acento apostólico: “Nuestros conflictos con Haití no deben resolverse por la guerra, sino por la paz.

Las dificultades que surgen por razón de frontera deben mirarse, si es posible, con la misma calma que si surgiesen sobre la línea divisoria de dos provincias dominicanas… Ante el código de la naturaleza, Haití y Santo Domingo son dos grandes provincias hermanas, estrechamente unidas, aunque tratasen de devorarse mutuamente; íntimamente ligadas por lazos topográficos, geográficos, etnográficos, agrícolas, industriales, comerciales; forzosamente encaminadas a un destino común, a un objetivo idéntico de conservación, desarrollo y organización por medios a ambas peculiares, por medios tan ineludibles para ambas como lo son para todas y cada una de las regiones de la antilla entera. No sé que haya de cierto en la creencia de que la política haitiana es perpetua favorecedora de la invasión pacífica del territorio dominicano; más para mí creo que en este punto la política haitiana está tan exenta de propósitos calculados como la nuestra; y que la invasión pacífica es obra exclusiva de la actividad individual de los haitianos.

La única manera positiva y buena de evitar este fenómeno que nos preocupa, es extinguir las causas que lo producen, no menguando la fuerza expansiva de aquel pueblo, sino creando dentro de nosotros mismos fuerzas de suficiente contrarresto. La fuerza expansiva que los pueblos desarrollan por medio de la paz y del trabajo es siempre digna de respeto; y las gotas que se deslizan del vaso rebosado que una nación levanta en el banquete de la vida, fecundan el suelo extraño que en su seno las recibe. Tratemos de levantar tan alto y tan colmada la copa de nuestra civilización, que un río de ventura y prosperidad corra del uno al otro extremo de la isla. Toda guerra con Haití debe evitarse, porque no se pelea entre hermanos, y Haití es hermano nuestro.

Tampoco cabría exigirle satisfacciones y reparaciones que estamos, por lo demás, muy lejos de exigir a las grandes potencias. El día que surja un gran estadista en cualquiera de las dos Repúblicas, hará de la confederación de ellas un objetivo político de máxima trascendencia. Si en alguna parte la naturaleza llama a dos pueblos a confederarse, es en el bello seno de esta isla; y cuanto se tarde en oír la voz de la naturaleza, tanto tardará el equilibrio interior de cada Estado en producirse… Porque la paz y la prosperidad de ambos Estados, séame permitido insistir en ello, tienen que ser la resultante de una confederación”. Palabras de profundo sabor bíblico, cuyo resplandor ilumina el camino recto y seguro de la felicidad insular.

Esas son las palabras de don Vetilio, historiador y maestro venerando. Teniendo presente esa línea de pensamiento, paso enseguida a demostrar que el texto de 6to. grado escrito por Juan Ricardo Hernández (historiador fallecido) y el señor Alejandro Hernández Grullón, geógrafo, ni es antidominicano ni “lleva a la deducción de que practicamos masivamente el racismo y el apartheid”, como viene ya de la carta anterior. Introduzcámonos, pues, a la materia pedagógica:

En su introito el “informe” habla de que el libro de 6to. grado de Ciencias Sociales ha sido distribuido a más de 4 millones de estudiantes del sector público. Como se ve, tampoco le va bien con las estadísticas. De acuerdo con informaciones del Minerd la suma de la población estudiantil del 6to. grado del sector público de todo el país fue en el año 2014-2015 de 150,508 estudiantes. Corrijo este dato aportado por el “informe” del señor Núñez, pues cualquier persona que no sepa que la República Dominicana tiene unos 10 millones de habitantes, podría pensar que la población estudiantil es superior a la población total y eso está fuera de toda lógica.

Los libros de texto no son un elemento aislado ni andan sueltos como una especie de radicales libres del sistema educativo. Un libro de texto, cualquiera que este sea, tiene como referente el diseño curricular, pues este le da carta de naturaleza como tal libro de texto. En el siglo XIX todavía no era así, puesto que no existían aún currículos estructurados. Pero desde finales del siglo XIX en adelante, es decir, con la reforma hostosiana, se plantean programas ordenados siguiendo un sistema progresivo conforme al desarrollo de las capacidades de los propios alumnos y alumnas.

Este pensamiento sistemático lo introdujo Hostos, como bien demostró en un conocido estudio Camila Henríquez Ureña. Ya en el siglo XX se adoptan libros de texto acordes con los programas curriculares, cuya aprobación era emitida por las autoridades de educación. De esto último hay testimonios en la Revista Educación, fundada en 1910 por Félix Evaristo Mejía, que fue órgano de la Secretaría de Educación hasta décadas recientes. En la actualidad, los libros de texto para ser aprobados como tales deben cumplir con los requerimientos de la Ordenanza 06’2003 que establece el reglamento para la evaluación de los recursos para el aprendizaje que son empleados en la educación dominicana a todos los niveles.

En la secuenciación de los contenidos del segundo ciclo de básica que establece la Ordenanza 01’95 para el área de Ciencias Sociales, el sexto grado es el primero que se aparta del territorio dominicano para dar una visión general de la historia humana moderna, por tanto, remite al pasado de los últimos cinco siglos, pero también al presente. No obstante, el diseño curricular pone de relieve los enlaces de nuestra formación nacional con esa historia más general a través de los conceptos clave que deben construir los estudiantes en el desarrollo curricular.

El diseño curricular de Ciencias Sociales para el Sexto Grado del Nivel Primario se centra en la expansión europea en la época moderna y contemporánea que alcanzó a todo el planeta Tierra. El hilo conductor está dado por la historia americana, tomando como pivote la historia de la isla Española la cual se articula a los grandes procesos de la historia de la colonización y la esclavitud modernas (siglos XV-XIX), las independencias y los procesos de descolonización (siglos XIX-XX), además de la herencia colonial en los países independientes o descolonizados, dentro de la cual se encuentra el racismo junto a otros conceptos; a saber: imperios, monarquías, dependencia, colonias, indígenas, esclavitud, criollos, revolución, independencia, estado, nación, soberanía.

Por ello aparecen contenidos, en las cuatro dimensiones en que están organizados (espacial, económica, socio-cultural y ciudadana), donde se abordan aspectos de la historia dominicana, como la conquista y colonización de nuestro territorio por las huestes españolas, pero también se incluyen otros referidos a la colonización portuguesa, inglesa, francesa, holandesa en América, así como a los movimientos de Independencia en América del Norte como en toda Hispanoamérica, el Caribe y Brasil. Se aborda, además, el expansionismo europeo hacia Asia, África y Oceanía.

El currículo es coherente cuando plantea la relación entre colonización-esclavitud-descolonización/independencia-racismo para los países que surgieron del expansionismo europeo. Al docente toca conducir el proceso de construcción del conocimiento a fin de que los estudiantes puedan comprender que la formación de nuestra nación está relacionada con la expansión europea que abarcó a toda América, pero también a África y Asia.

Que un hito importante de esa historia está relacionada con la isla de Santo Domingo, que compartimos hoy en día dos repúblicas hermanas, que fue usada para penetrar desde aquí al resto del continente; que los aborígenes en todas partes que eran dueños y gobernantes de sus tierras fueron sometidos, esclavizados, quitándoles así la libertad de sus personas y de sus naciones, los cuales pasaron a ser gobernados desde una metrópoli, por lo que pasaron a ser dependientes, como todos los demás países de conquistados por los europeos en los demás continentes. Que para desarrollar la economía colonial se trajeron por la fuerza esclavos negros, robados o comprados en África por negociantes europeos en grandes cantidades, y que estos se rebelaron como lo habían hecho también los indígenas.

Que en Hispanoamérica los blancos criollos se mezclaron cada vez más con los indígenas y negros y que surgieron sectores criollos mezclados que también fueron muy importantes en las luchas políticas por la independencia. La colonia española de Santo Domingo siguió un derrotero particular dado el establecimiento de la colonia francesa en la parte occidental de la isla hacia mediados del siglo XVII (y no después del Tratado de Ryswick, como pretende el “informe”) y que esta presencia dio lugar a otro hito importante de la época contemporánea que tuvo lugar en la isla, que fue la primera independencia latinoamericana en 1804 y el primer estado surgido de una revolución política, social y racial, dando lugar a la primera Nación-Estado de negros y mulatos de la época moderna (luego aparecen en África en el siglo XX).

Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria Dominicana
Juan Pablo Duarte, Padre de la Patria Dominicana

Que lograda la ruptura del “pacto colonial” se formaron estados independientes, los cuales comenzaron a dar forma a nuevas naciones aun con el peso de las herencias de dependencia y el racismo. No es ningún secreto que este último tal como lo conocemos constituye una herencia de la colonia que se ha prolongado hasta nuestros días: Eso es pensar desde el presente, eso es razonar la historia ¿por qué ocultar o negar verdades de tanto bulto? ¿Por qué no debemos enseñar a las y los estudiantes a pensar históricamente?

Hecha esta aclaración, volvamos al “informe” y a sus observaciones pedagógicas acerca del libro de texto:

1) Dice el informe: “Entre las preguntas pedagógicas se encuentran insinuaciones que conducen a una interpretación que no tiene nada que ver con la enseñanza de una circunstancia historiográfica muy anterior al nacimiento de la colonia de Saint Domingue (actual Haití). En los conocimientos que se le piden al estudiante se dice: ‘¿Quiénes son los que cortan la caña en la República Dominicana?’ (p. 59) ‘Hacer una lista de actividades realizadas en la actualidad que se parezcan a la esclavitud?’ (p. 61).”

Estas dos preguntas se refieren a dos actividades distintas que forman parte de una estrategia de enseñanza-aprendizaje para la construcción de conocimientos en el aula. La primera, en la página 59, está acompaña de otras dos bajo el epígrafe “Cuéntame lo que sabes”.

En pedagogía la construcción de conocimientos significativos no se entiende si no es partiendo de los conocimientos previos de los estudiantes, que de una forma activa se involucran en la producción de nuevos conocimientos y que a su vez sean conocimientos prácticos, que sirvan para la vida. Los conocimientos previos son aportaciones de los estudiantes de nociones, ideas, saberes, experiencias, que ya están presentes en ellos y ellas, que desde ese momento forman parte de los insumos para el aprendizaje en el aula.

El estudio y uso de otras fuentes y libros, además del texto, el uso de procedimientos de indagación, permite el diálogo de saberes y la construcción de un nuevo conocimiento. Las preguntas incluidas en el texto son indicativas, no limitativas, pues el maestro y la maestra pueden utilizar otras más adecuadas, de acuerdo con las necesidades de su grupo de alumnos y el contexto; pero el libro de texto le da una pauta.

Las tres preguntas que refiere el texto, en la actividad de la citada página, tratan de conectar el conocimiento y la experiencia real de los estudiantes, lo que es un procedimiento acorde con el enfoque constructivista adoptado por el currículo dominicano desde el primer Plan Decenal. No se trata aquí de memorizar informaciones, como si cada estudiante un banco o un almacén de datos, sino de que movilizar las ideas previas ponerlas en diálogo con el conocimiento y los métodos de las ciencias sociales y producir así con sus alumnos y alumnas nuevos conocimientos que les sirvan de inmediato para pensar su mundo, para vivir en él.

Entonces las preguntas: ¿En cuáles ocasiones utilizamos en nuestro país el azúcar? ¿quiénes son los que cortan la caña en la República Dominicana? ¿Cómo podría vivir una persona si en su trabajo no recibe un salario?, contribuyen a realizar esa conexión y por tanto al logro de aprendizajes significativos como propone el currículo dominicano. Desde luego, como se trata de los conocimientos previos de los estudiantes estas preguntas de la página 59 nada tienen que ver el tema con la formación de la colonia de Saint Domingue, como insinúa el “informe”.

La segunda petición a que se refiere el “informe”, de la página 61, corresponde a otra actividad que se inscribe en la misma estrategia de construcción de conocimientos significativos, a la cual los autores llaman “Reunidos para aprender”, por lo que se pide que se haga “en equipos de trabajo”. Forma parte de un grupo de 6 actividades que se proponen al final del tema dedicado a “La producción de azúcar”.

Vuelve así a tratar de conectar pasado y presente / presente y pasado, con lo cual los niños y las niñas siguen ejercitándose en la producción de conocimientos significativos. Los resultados de este ejercicio no siempre se refieren a nacionales haitianos, pues algunos estudiantes consideran que recoger basura, romper piedras con un pico y con taladros neumáticos, así como otros trabajos que se realizan en las ciudades, tienen características que se parecen a la esclavitud. Por lo que la insinuación de nuevo es del “informe” y no del libro de texto.

Por otra parte, la producción de azúcar como parte de la riqueza colonial en las Antillas constituye una línea de desarrollo que el texto no abandona, pero el “informe” encuentra que: “En la página 74 mete un texto que no corresponde al tema y habla de las trece colonias de Estados Unidos, cuando el tema de la unidad es Saint Domingue.” Desde luego, el párrafo a que se refiere dice que los Estados Unidos de América, ya independientes, compraron el azúcar que producía la rica colonia francesa de Saint Domingue, lo cual es totalmente pertinente al tema.

2) “En la página 75 relacionada con el trabajo pedagógico: ‘Pídele a un extranjero haitiano que te hable del vudú en Haití”. Esta es una de las actividades que los autores, dentro de la unidad 2, colocan al final del tema 6 “Formación de Saint Domingue”, que a su vez se relaciona con la información proporcionada en dicha unidad acerca de que los “africanos trajeron consigo un conjunto de creencias y costumbres” entre las que se encontraba una expresión religiosa llamada Vudú. No sé por qué el “informe” le parece mal que se proporcione esta información o que se realice esta actividad práctica para analizar en grupo por los estudiantes, orientados por el maestro o la maestra. ¿Le impediremos también a los estudiantes que se lean a Juan Antonio Alix?

3) “La proporción de información relacionada con la Independencia dominicana y de la haitiana es totalmente desigual. A Haití se dedican el tema 6, 7 y 8. Y la independencia dominicana se halla exclusivamente representada por la unidad 5 de la última parte.” Efectivamente los temas dedicados a la historia de la colonia francesa de Saint Domingue (6), La Revolución Haitiana (7) y la Independencia de Haití (8), ocupan 13 páginas de las 30 que tiene la unidad 2 (pp. 55-84) que se refiere a la “Colonización de la Hispaniola”. Como la portadilla tiene una página, restan 29, si sustraemos 13 que ocupan dichos tres temas haitianos, el resto de los temas ocupan 16 páginas. Otra vez los cálculos le salen erróneos al “informe”. El autor dirá que su informe se refiere a la República Dominicana (que efectivamente aparecen en la Unidad 5, temas 5, 8 y 9), pero se le olvida que el “informe” juntó las páginas de los capítulos de la colonia y la revolución, que tratan temas previos a la organización de la República de Haití; entonces sería correcto sumar a las páginas de la Unidad 5 las páginas dedicadas en la Unidad 2 a la colonia española de Santo Domingo. Pero ni siquiera eso es necesario, pues sin salir de esta última unidad ya las sobrepasa en cantidad.

4) “Todas las actividades pedagógicas predominantes las tiene Haití, en contra de la información dominicana.” En realidad cada tema trae la misma proporción de actividades, tanto las ya referidas, que atañen a los conocimientos previos, como las otras que se encuentra al final de cada tema que son de dos tipos: “Reunidos para aprender” y “Recordando”. La unidad 2, que trata de la Colonización de la Hispaniola, tiene 8 temas: 3 corresponden a Haití, según el “informe”, por tanto, los 5 restantes corresponden a Santo Domingo. Al final de cada unidad hay una serie de ejercicios de recapitulación. A esta serie se refiere el siguiente punto del “informe”, como se verá enseguida.

5) “Se le pide al niño lo siguiente: a) Se le pide al estudiante que coloree, analice la bandera haitiana (pág. 81), b) Que escriba poemas sobre la independencia haitiana, c) Que describa a todos los líderes haitianos, sin referirse a los dominicanos, d) Se le pide a niños opiniones inducidas: se habla del falso apoyo a Ciriaco Ramírez y a Simón Bolívar, y luego se le pide ‘¿Consideras que los haitianos y los dominicanos son dos pueblos hermanos?’ Son, desde luego, dos naciones distintas. Porque para ser hermanos han de tener igualdad de cultura, de propósito, de lengua y de origen.” La cita de don Vetilio que hemos puesto al inicio de esta carta me exime de comentar las últimas frases que acabamos de copiar del “informe”. Tampoco vale la pena dilucidar si fue falso o no el apoyo a Ciriaco Ramírez y a Simón Bolívar, las armas y el dinero con que Petión ayudó a ambos funcionaron bien: las primeras en las batallas (en la guerra contra el ejército francés aquí y contra el ejército español en Suramérica) y el segundo fue aceptado en los mercados. Que yo sepa no hay ningún documento que pruebe que fueron falsos las armas o el dinero. Y si este ni aquellas fueron falsos, tampoco fue falso el apoyo. Nuevamente es el “informe” el que induce las opiniones.

Colorear y analizar la bandera haitiana parece que no debe ser una actividad de niños para el “informe”. Y en verdad no lo es: se trata de conocer el símbolo patrio de un vecino que comparte la isla y que tiene una identidad y un origen diferente, pero que no lo hace menor ni mucho menos inferior a nosotros. Al contrario, el libro de texto quiere que al igual que Duarte aprendamos a admirar al pueblo que surgió libre e independiente de la condición más preterida en la que puede colocarse a un ser humano: la esclavitud. Otras personas contemporáneas de Duarte consideraron que aquello era una desviación, un error de la naturaleza, un absurdo político. Pero Duarte no lo vio así. El maestro y la maestra debería servirse del Ideario duartiano cuando realicen las actividades a y b de la sección “El barco investigador” de la Unidad 2. Si algo se le puede reprochar al texto es que no proporciona esta orientación, por más que dicho Ideario es conocido por la mayoría de nuestros maestros y maestras.

“Verdades como puños”, decía Martí; como puños en alto para mostrar nuestra disposición a luchar por ellas, pero no para golpear ni mucho menos dar un golpe contundente a nadie, puesto que “la verdad no confunde”, como dijo Hostos, sino que abre nuestros sentidos a la razón y al buen juicio.

Señor Director, como podrá constatar en todo lo anotado en esta carta y en la anterior, el libro de texto de 6to grado, está muy lejos de ser antidominicano y antipatriota o despreciar al pueblo dominicano como pretende el “informe”. Juan Ricardo Hernández, su autor principal, fue un ciudadano dominicano ejemplar, no tuvo oportunidad de defender su obra, pese a que la misma tuvo 9 años de vigencia antes de ser señalada por el “informe”, cuyas imputaciones gratuitas hemos refutado en todos sus puntos esenciales. Por supuesto, el libro de texto referido no es antihaitiano, sino dominicano y patriota en el mejor sentido de estos términos.

El Ministro de Educación se refirió recientemente a la polémica desatada por el “informe” y tomó una medida cautelar, porque los libros de texto de nuestras escuelas constituyen elementos de la más alta importancia nacional, pero ni los autores ni los técnicos del Ministerio habían errado al reconocer el valor pedagógico de este libro y su cumplimiento de las ordenanzas dispuestas por el Consejo Nacional de Educación.

Dios nos libre, señor Director, de tener libros antihaitianos en las escuelas, pues no es con el odio que vamos a conocernos, relacionarnos y respetarnos ni a construir la felicidad de ninguno de los dos pueblos que compartimos la isla. Este último hecho ha sido fruto de los procesos de colonización europea, primero, y de independencia y descolonización, posterior, y que con las fuerzas respectivas luchamos todavía hoy contra herencias perversas como la pobreza, la desigualdad y el racismo.

Señor Director: Gracias por su atención a la presente carta y disculpe por distraer su atención hacia un asunto como este. Le reitero que no le hubiera molestado si los libros de texto no fueran un elemento de tanta delicadeza y trascendencia para el país, y si el destacado diario que usted dirige no hubiera dado tal despliegue a un “informe” irresponsable e intrépido como el elaborado por el señor Núñez.

Reciba mis saludos cordiales, con sentimientos de alta consideración y estima,

Raymundo González.

Miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia.

Santo Domingo, 10 de septiembre de 2015