La llegada de abril nos sitúo,  nueva vez, en la celebración del aniversario de la gesta patriótica librada por un pueblo que reclamaba el retorno del gobierno constitucional dominicano del 1963. El 24 de abril, se cumplieron  50 años de una resistencia cercada por los invasores norteamericanos y sus servidores criollos, en el limitado espacio de Ciudad Nueva, Zona Colonial y parte del entonces exclusivo sector  Gazcue de Santo Domingo.  En ese espacio de resistencia y lucha por la

Cartel de Silvano Lora, 1965

soberanía de una nación, la expresión gráfica propagandística jugo un rol significativo para el logro de los objetivos  que reclamaban los combatientes constitucionalistas dominicanos.

Iniciando la contienda, cuando la población se apertrechaba con armas suministradas por los insurgentes militares constitucionalistas, surgen los primeros esbozos de una gráfica signada por la inmediatez y las carencias de recursos materiales,  propios  del fragor de una batalla desigual  contra todo un imperio. Uno de sus actores gráficos, el artista dominicano Ramón Oviedo, nos relata como aquel 24 de abril, luego del discurso incendiario de José Francisco Peña Gómez, llamando a la insurrección y a la toma de  armas, toma un rollo de papel y realiza un gran cartelón  con la figura del profesor Juan Bosch, con un encabezado llamando a su retorno como presidente constitucional.  El bando fue colocado en el balcón de su casa,  en la calle Arzobispo Meriño , y aun recuerda,  hoy aquejado por los avatares del tiempo, con voz entrecortada, como una multitud le pidió el diseño que encabezo una rauda movilización que recorrió todo El Conde, hasta su dispersión en la calle Espaillat.  Simultáneamente aparecían en distintos barrios de la ciudad capital, grafitis realizados con spray o pintados a manos sobre las paredes , con consignas pidiendo : “ Retorno de Bosch y Armas para el pueblo”,

Sin embargo, la grafía  propia de la “Revolución de Abril”, tiene sus inicios y desarrollo luego de estar establecida la llamada Zona Constitucionalista, bastión de lucha y resistencia del conglomerado civil y militar, rodeada en ese baluarte por la tropa invasora  de 42 mil marines Yankees..

Es después de esta demarcación territorial,  que se reúnen los artistas  Ramón Oviedo y Ada Balcácer, en la casa de esta ultima, para comenzar a producir las primeras pancartas,  las cuales eran reproducidas manualmente de forma serial, por otros jóvenes artistas y combatientes,  en el comando de los artistas plásticos, situado en la calle José Reyes a esquina Conde.  Estos afiches  eran colocados, luego de su ejecución,   en diversos puntos de la zona constitucionalista.

Cartel de Ada Balcácer, 1965

-“Hasta ese momento”,  según nos narra Alfredo Pierre, otro creador y testigo de ese momento crucial de nuestra historia, -“muchos gráficos hacían su trabajo antes del Taller Gráfico de Propaganda, el cual es establecido posteriormente,  en una casa de la Santomé, entre las calles Arzobispo Nouel  y Conde; luego de que se manifestara a la dirección de la estructura política y militar Constitucionalista,  la necesidad de tener un taller gráfico y materiales,  para la preparación de toda la propaganda y artes para las actividades del movimiento”.

“ Montes Arache y Andre Riviere,  apoyaron la propuesta presentada por Silvano Lora y otros militantes de la cultura, obteniéndose las ordenes pertinentes para sacar de aduanas los materiales necesarios para el trabajo de producción  del taller. Estos materiales, según no consta, fueron pagados a sus propietarios posteriormente”,  concluye Alfredo Pierre.

Los carteles de propaganda, realizados sobre papel u otros soportes a manos, ya que no existían las condiciones para reproducción serial mecánica , tuvo creadores visuales tales como: Silvano Lora, Ramón Oviedo, Ada Balcácer, José  Cestero, Leopoldo Pérez . Justo Susana, Dionisio Pichardo, a los integrantes de la familia Pichardo,  Miguel, Nicolás y Jacinto,  quienes trabajaron y fueron fundadores de ese centro de propaganda, entre otros. 

Los carteles y pancartas,  por lo general se realizaron, sobre papel periódico pintados con pinturas acrílica o de aceite,  y en ciertos momentos de escasez de materiales, se llego a realizar con alquitrán. Por lo general el color  era exiguo, predominando el negro, en su gran mayoría,  sobre el fondo del soporte.  En algunos casos,  se realizaron trabajos en lo que se incorporo un cromatismo mas profuso para el logro de las propuestas visuales. Caben señalar los murales realizados como fondo de escenarios en las presentaciones que realizaba el Frente Cultural, en algunos cines (Independencia, Santomé, Capitolio, Leonor y Rialto)  de la Zona Constitucionalista,  así como algunas telas de fondo para los mítines multitudinarios realizados durante el período.   Entre estos últimos,  destaca un mural elaborado sobre tela  por el maestro de las artes dominicana,  Gilberto Hernández Ortega.

Cartel de Ramón Oviedo

Al igual que los carteles de Toulouse Lautrec, una de las principales deficiencias,   fue el elemento tipográfico incorporado a la grafía de la revolución. Son contados los casos en la que hay una buena integración entre imagen y texto, siendo esto comprensible dado a que sus creadores eran,  en su gran mayoría,  artistas plásticos no diseñadores gráficos. 

Dentro de la concepción creativa de las obras gráficas, cabe destacar la búsqueda  y propuestas de Ada Balcácer, para el logro de un accionar mas acorde con la producción serial, que permitiera un resultado final de una obra mas  homogénea.

Es incontrovertible la importancia y el rol que jugo la propaganda del Taller Gráfico  para los fines del movimiento rebelde, en un periodo de confrontación bélica que ameritaba  que su dirección político-militar asumiera la orientación de sus mensajes para  el logro de objetivos concatenados al proceso histórico que se vivía.

Aunque la lucha por el retorno del Gobierno Constitucional, tenia personas  que pertenecían a diferentes fuerzas políticas, las obras graficas realizadas no tenían firmas de ninguna agrupación en particular,  y hasta  la autoría de cada una de ellas no estaban rubricadas por sus creadores.

Al cumplir la Revolución de Abril sus 50 años, hemos considerado primordial recordar la tarea y obra efectuada por estos trabajadores de la cultura, quienes no dudaron, bajo condiciones de extremo peligro para sus vidas, en integrarse de forma activa a un proceso de creación y lucha, con el único fin de lograr el pleno retorno de una democracia segada en sus umbrales.