En este ciclo de reflexiones sobre momentos de la historia, leí con gran impacto un artículo publicado en este mismo medio digital de la autoría del escritor e investigador, Chaljub Mejía, que me inspiró la continuación de mi artículo anterior sobre los trinitarios y el fusilamiento a que muchos de ellos vieron terminada su vida política. En efecto una meditación sobre el período breve y convulso que acompañó la vida política dominicana al ser proclamada la república debe llevarnos a una exhaustiva pausa al momento de contar la historia.
Ciertamente el recuento de los primeros 9 trinitarios, como podemos ver, no terminó armoniosamente ni con la causa por la que muchos se adhirieron, ni con la respuesta que dieron sus adversarios, pero tampoco con la manera en que la propia historiografía aborda estos fatídicos momentos de la historia dominicana.
En una elección arbitraria de más de 16 patriotas: Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella, Francisco del Rosario Sánchez, Félix María Ruíz, Benito González, Juan Isidro Pérez, José María Serra, Pedro Alejandro Pina, Tomás de la Concha, Juan Nepomuceno Ravelo, Felipe Alfau y Bustamante, María Trinidad Sánchez, Concepción Bona, Rosa Duarte, Juana Saltitopa y Antonio Duvergé, entre otros, su destino final, ambivalencias, contrariedades, penalidades, indiferencias del poder y vacilaciones, al mismo que la abnegación y entrega a la causa nacional, hace suponer una versatilidad al momento de producirse el juicio histórico de muchos de nuestros patriotas y libertadores.
En un conteo poco agradable de estos 16 libertadores, 4 fueron fusilados, 4 murieron en el exilio, 3 mueren pobres y con poco ruido social, 2 renegaron la causa nacional inicial, uno se retira de la vida pública, uno regresa con demencia del exilio y una con una muerte violenta donde ha terminar la vida de Juana Saltitopa, la coronela en un enfrentamiento cerca de Santiago.
Por su lado, reduciendo esta lista a los trinitarios fundadores, tenemos un fusilamiento, tres muertes en el exilio incluida la del Padre de la Patria Juan Pablo Duarte, dos renegados de la causa, uno retorna con demencia del exilio, uno muere sin grandes reconocimientos sociales y otro se retira definitivamente de la vida política nacional.
Quizás me viene a la mente la tragedia en el fin de muchos de nuestros entregados patriotas, pero también la debilidad de muchos actores ante el poder político del momento, su participación en gobiernos y puestos de mando altos que los comprometían con situaciones y acciones políticas tal vez distantes del fragor que los comprometió con la causa nacional que los relacionó a su vez con Juan Pablo Duarte y su causa nacional.
Igualmente preocupa cómo el poder político y los grupos dominantes han tratado los verdaderos patriotas que se entregaron a la causa independentista y fueron pagados con el desprecio, el exilio, el desconocimiento, los valores de lealtad y firmeza hacia la patria, sobre todo, muchos de ellos con la muerte. En otros países los independentistas son ejes de articulación de la conciencia nacional sin comedimiento alguno, y por supuesto, sin contrariedades selectivas, pues dieron todo por la causa soberana de sus naciones.
Traiciones, deportaciones, fusilamientos y omisiones a quienes dieron todo por la independencia envía mensajes equivocados a los pueblos que a veces no terminan valorando la justa lucha de quienes se sacrificaron por la república, pues a veces se exaltan personajes y hechos que contraviene los esfuerzos de quienes fueron los verdaderos patriotas y a quienes debemos valorar, reconocer y destacar en la historia nacional.
Enviar mensajes contradictorios de a quienes ponderar en estos momentos en que la patria se definía, causa tropiezas y desajustes en la conciencia histórica dominicana. Duarte muere en el exilio, penoso es saber que muchos de sus compañeros tuvieron poder político, fueron grandes funcionarios, mientras el líder del movimiento pasaba vicisitudes en Venezuela, pero peor aún, al llegar el momento de retomar la causa nacional de la Guerra de la Restauración, el patriota Duarte retorna del exilio en 1864 para ponerse al servicio de los restauradores, pero recibió un trato poco entusiasta y casi lo deportan con diplomacia a Venezuela donde se queda y muere.
Este balance de los héroes de la independencia no es nada halagador, contrapone la entrega a la traición, la vacilación y la abnegación. El poder que se construyó una vez eliminado los trinitarios, y la forma en que los gobiernos surgidos de la primera república trataron a los trinitarios y sus seguidores, deja mucho que desear como lección patriótica, por eso me viene la idea de la meditación, la reflexión crítica del hecho histórico y que la enseñanza de la historia sirva para revisar el pasado con ojo y sentido agudo, profundo, sin resentimientos, pero veraz, justo y equilibrado, para evitar los errores en la construcción del sentimiento nacional, los valores patrios y la esencia de la nación.
Todo en procura de sanear bien el pasado, evitar sus errores y construir una sociedad más democrática, participativa, incluyente e institucional, cuyos pilares sean sus instituciones y no los hombres y mujeres, evitando el personalismo, el caudillismo, el mesianismo político y la transparencia de la vida pública y del ejercicio político en beneficio de todos y todas, y a favor de prácticas sociales distantes de las ejercidas en la fase inicial de la fundación de la república, sin reconocer el valor y significación del hito histórico.