(El presente texto fue originalmente escrito por Alejandro Paulino Ramos y publicado en la revista Vetas No. 60, en marzo del 2002, con el título “El despojo de Domingo Moreno como el Sumo Pontífice del Postumismo: documentos para la historia del postumismo”.* La versión original, en Vetas, contiene la documentación referida al “golpe de Estado literario” contra el poeta dominicano más importante del siglo XX).

Bosch y Avelino se negaron a sustituir a Moreno Jimenes

“Si se me permite meter la cuchara diría que me parece muy cruel el propósito de excomulgar que tiene su Santidad.-(Se refiere a Zorrilla después del despojar a Jimenes de su cetro poético). Un Papa debe ser benévolo, dulce. Además, no hay derecho a ser tan sangriento y se necesita más tolerancia cuando se está decidiendo el porvenir artístico de un individuo. Un poeta excomulgado no tendría otro camino que el del suicidio, pues se le cerrarían para siempre las puertas de la Colina, único lugar por donde puede llegarse, en este país, al callejón que conduce al olímpico palacio de la gloria”. Así lo dejo escrito el novelista y cuentista Juan Bosch en  una carta que dirigió en 1935 a Horacio Blanco Fombona, quien fue  director y propietario de la revista Bahoruco.  (Véase “Bahoruco Informa y Comenta”. Bahoruco, Año 5, No. 258, 3 de agosto de 1935).

El 15 de diciembre de 1934, cuando todavía la dictadura no había logrado controlar por completo a la intelectualidad dominicana,  un grupo de selectos escritores y poetas  de clase media,  se reunió para transformar el Movimiento Postumista de una simple capilla literaria a un club poético-social, y de paso,  despojar a su  máximo ideólogo y guía  del cetro  de Sumo Pontífice. Se llegó a decir, y se puso en boca de uno de los principales del postumismo, Rafael  Augusto Zorrilla, que Moreno Jimenes iba a ser excomulgado. Las razones no están claras, pero ese rumor  llevó a Horacio Blanco Fombona, director de la revista Bahoruco, a escribir sobre el Maestro:

“Aunque se reúna toda la crítica del mundo y lo excomulgue él no se siente tambalear.  Todos pueden anatematizarlo. El cree en sí mismo con la fe del carbonero que es la que levanta montañas.  Los demás aunque unánimes, son los que están equivocados. Y esta actitud suya es profundamente sincera”.

Una amplia conspiración se gestó desde “el Llano” (1934), la parte de la ciudad que incluía a la zona colonial, Gazcue y Ciudad Nueva y desde la misma parte alta, desde la Colina en la que residía Moreno Jimenes. La reunión donde se ejecutó el golpe de Estado  fue convocada y sólo faltaron al encuentro celebrado en la que iba a ser la nueva Colina Sacra—(no en el local tradicional del postumismo, donde vivía Moreno, sino en  la parte alta de Villa Francisca, en la residencia de Rafael Augusto Zorrilla, ubicada en la José Martí número 74)—,  Moreno Jimenes y Andrés Avelino, y aunque ambos fueron exaltados como símbolos del movimiento,  algunos entendieron  que con  este golpe de Estado el postumismo estaba llegando a su fin.

Juan Bosch.

 

En aquella mañana de diciembre de 1934,  del domingo en que se ejecutó la asonada, muy pocos se quedaron en sus residencias. Concurrieron, leyeron versos para demostrar que ellos también eran “postumistas”, y al final levantaron sus manos: el despojo estaba consumado, aunque no todos estuvieron  de acuerdo con la conspiración. Allí estaban presentes: Delia Weber, Manuela Jiménez, Livia Veloz, Orfelina y Selmina Vicens, y Amada Nivar de Pittaluga.

Entre los hombres se encontraban: Rafael Américo Henríquez, Rafael Andrés Brenes, Valentín Giró, Rafael Augusto Zorrilla, Luis H. Valdez, Ligio Vizardi, Eurípides Pérez Alfonseca, Pedro Landestoy, Horacio Read, Surcar Méndez, Jesús María Troncoso, Pedro Troncoso Sánchez, Julio César Castro, Dantón  Rodríguez, Arístides Pino, R. Pérez Ortiz, Manuel A. Amiama, Gregorio González, Juan Bautista Pittaluga, Manuel Llanes Garrido, Pedro R. Contín, y Ramón Suriñach.

En la reunión fue escogido por gran mayoría  Sumo Pontífice del Postumismo, para el período 1934-35, el poeta Rafael Augusto Zorrilla. Consumado el desleal hecho, Domingo Moreno Jimenes pareció no mostrar rencor, pero sabía que la traición se había consumado y que la ingratitud volvería a expresarse, hasta con amenazas, un año más tarde. Moreno, aunque adolorido, nunca le retiro la amistad a Rafael A. Zorrilla.

Cuando el período para el que Zorrilla fue electo llegaba a su fin, (1935), en Bahoruco apareció el siguiente comentario: “Hay quienes dicen que Zorrilla no entrega la tiara, en diciembre, argumentando que si Moreno tuvo doce años la sartén por el mango, por qué él la va a dejar a los doce meses. Además que la Capilla ha prosperado mucho bajo su mandato”.

Domingo Moreno Jimenes.

En los primeros años de la dictadura de Trujillo,  los poetas y escritores se encontraban parcelados en varias organizaciones culturales, siendo las de más prestigio El Paladión, Plus Ultra y el Postumismo, y las mujeres se encontraban organizadas en el Club Nosotras. Plus Ultra y Paladión se fusionaron en Acción Cultural, y las mujeres intentaron darle vida a Acción Femenina, mientras que el postumismo quedó reservado casi exclusivamente para los poetas;  pero la mayoría de ellos, aunque decían admirar y seguir el postumismo, en verdad que rechazaban a su máximo fundador.

Estaban de moda en aquellos días los “Conchoprimistas”, casi-escuela literaria liderada por Juan Bosch quien había irrumpido en el ambiente literario a partir de 1931;  en las tertulias se encasillaban todos los escritores a partir de sus condiciones sociales,  entre los del Llano y los de la Colina; los primeros de clase media y los segundos, casi todos, rayando en la pobreza.

Esto era así, debido a que los del Llano residían en la zona colonial, Gazcue y Ciudad Nueva,  sectores que eran entonces de clase media y rica, mientras que los poetas del vulgo vivían en la parte alta de la ciudad, especialmente en la barriada de Villa Francisca donde tuvieron siempre los postumistas  su  local  de la “Colina Sacra”.

En 1935 los escritores y poetas del Llano  barajaron algunos nombres para sustituir a quien entonces era el Sumo Pontífice, Rafael Augusto Zorrilla. “Unos hablan de Andrés Avelino, otros de Juan Bosch, que en este caso asaltaría la Colina con su falange de Conchoprimistas”. Juan Bosch rechazó la propuesta y escribió una aclaratoria donde expuso su punto de vista sobre el particular:

“Si yo, como un perfecto intruso, tomara por asalto la sacratísima Colina. Ahora bien, como el postumismo me ha interesado vivamente,  hasta hacerme perder el sueño muchas veces, me creo autorizado para dar mi opinión en este enredo que los colinianos se traen ahora. Pienso que bien le vendría la tiara a Avelino, puesto que él es, del triunvirato fundador (Moreno, Zorrilla y Andrés Avelino), el único que hasta ahora no ha manejado la sartén (…).  Si Avelino, como lo supongo, pues que está dotado de bastante equilibrio, no aceptara su nominación, estoy entonces con los poetas del Llano que pretenden llevar a Moreno Jimenes otra vez al gran sacerdocio”.

Andrés Avelino también rechazó la propuesta y un poco amargado de la situación que se estaba dando en el Movimiento, aclaró su posición definitiva:

“Declino a priori e irrevocablemente tal distinción que no he anhelado nunca por ser contraria a mi modo de pensar, a mi actuación en el arte, en las ciencias y en la vida. (…). Los cultivadores de la belleza relativa pueden seguir su campaña de pontificados, que no me inquieta. Sólo deseo que se me deje seguir al margen de la política literaria dominicana”.

En la sustitución de Domingo Moreno Jimenes en 1934,  como Sumo Pontífice del Postumismo, se esgrimió como excusa mezquina, que este había prolongado su liderazgo desde 1917 hasta 1934, pero lo que tal vez no se percibió fue la sorda “lucha de clases” y la exclusión social que envolvió el golpe de Estado literario;  de los tres primeros fundadores,  Andrés Avelino, graduado ya de Maestro Normal, había sido profesor de la Universidad de Santo Domingo, Moreno Jimenes también fue Maestro Normal y profesor de la Universidad Popular y Libre del Cibao, un proyecto político educativo dirigido por Juan Isidro Jimenes Grullón,  mientras que Rafael Augusto Zorrilla era propietario de una fábrica de blocks y mosaicos. Por ejemplo, Andrés Brenes, poeta que los había acompañado desde principios, era abogado; pero el más necesitado de todos lo era Moreno Jimenes.

Andrés Avelino.

Moreno Jimenes era rechazado por su pobreza y por la imagen que proyectaba, lo que hacía que los intelectuales económicamente acomodados y hasta muchos de los que residían en la Colina  se burlaran de él.  Ellos admiraban el movimiento postumista y se sentían postumistas, pero rehuían la personalidad humilde del único poeta de esa generación que ha trascendido el tiempo y llegado con inigualable fortaleza hasta nuestros dias.

Mientras Moreno Jimenes vivía acorralado por una espantosa miseria económica, Andrés Brenes dice en 1925,  que Rafael Augusto Zorrilla era un burgués. En su escrito “Rafael Augusto Zorrilla, el discípulo maestro”, Brenes dice: “ese Zorrilla se ha vestido un traje amarillo, y se ha vuelto político. La cordura ha vuelto a él, y no piensa en versos: es un burgués que trabaja, gana un sueldo, come bien y aspira a hacer del presupuesto su mejor libro de versos”.

¿Pero cómo percibían los intelectuales y profesionales de entonces al fundador del Postumismo? ¿Cuál era la situación económica permanente de este?. Veamos algunos testimonios:

Intelectuales menospreciaban a Moreno Jimenes, otros lo admiraban

El venezolano Horacio Blanco Bombona, director de la revista Bahoruco, y quien había dirigido la revista Letras en los días de la ocupación americana, en la que se inició el Movimiento Postumista, dice sobre Moreno lo siguiente:

“Nuestro distinguido colaborador, el poeta Domingo Moreno Jimenes, dictó una interesante conferencia sobre temas literarios en San Pedro de Macorís, en el seno de la Sociedad Hermanos Deligne. Moreno Jimenes, que fue cesado en la Escuela Normal Macorisana, sin que se le pagaran los meses de vacaciones a los cuales tenía derecho, merece por su renombre y por su obra, consideraciones que hasta ahora oficialmente no se le han tenido”.

Caricatura de Moreno Jimenes, en la revista Bahoruco.

En otro número de Bahoruco, Blanco Bombona insiste: “Moreno Jimenes llega como siempre a la redacción de Bahoruco. Coloca su maletín inseparable en una mesa. Toma asiento y comienza a hablarnos maravillas de Santiago de los Caballeros:

“Allí le acogieron con afecto; recitaron versos suyos en una noche (…) en la Sociedad Amantes de la Luz. Aquello fue una apoteosis para el poeta postumista. “Hemos fundado la primera Universidad Popular de las Antillas en Santiago de los Caballeros”. Allí Moreno Jimenes dicta una cátedra de Estética.  Es increíble que habiendo pasado por la Superintendencia de Instrucción Pública dos intelectuales sin envidias, sin egoísmos, con méritos propios, hayan visto con absoluta indiferencia a Moreno, cuya situación económica no admite espera: No se han utilizado los servicios de este destacado aeda nacional, que posee su título de maestro normal y que ha ejercido durante varios años el profesorado con idoneidad. Esa apoteosis que la acogedora Santiago le tributa es en el fondo una protesta por el abandono en que se ha dejado al alto poeta”.

Enrique Jiménez, el Padre del héroe Enrique Jiménez Moya, escribió sobre Domingo Moreno  lo siguiente:   “Domingo Moreno Jimenes, nuestro más alto poeta, es único en Hispano América. Su originalidad arranca de inconcebibles y misteriosas profundidades cósmicas. Él mismo, su doliente figura humana, es errabunda substancia cósmica hecha de tiempo sin espacio. Quien desee comprobar este aserto no tiene más que detenerse y contemplar por un momento sus brotadas pupilas preñadas de un afán de infinito y que en nada se fijan; contemplar sus desacompasados movimientos, su andar indeciso y desequilibrado como si su pesado microcosmos quisiera salir de su centro de gravead, contemplar la desaliñada vestimenta que cubre su mísera substancia corpórea cual un plumaje de plomo que le impidiera volar”.

Era de conocimiento público su “locura” y así se referían a sus escritos cuando hablaban de su “poesía loca”, pero era  “un hombre que  no prueba alcohol y que ignora las drogas. Acaso no se haya embriagado en toda su vida sino de sensualidad. Lo demás es el espectáculo del mundo al través del prisma de su temperamento”.

Rafael Andrés Brenes, destacado que fue también  en el postumismo,  en el texto que tituló “El último breviario de Moreno Jimenes” describió la imagen del poeta y las burlas de algunos:

“Una tarde, hace ya tiempo, conversaba yo, (…),  con un miembro de la judicatura nacional (…). Cuando íbamos a separarnos, una persona, desde la acera vecina, gritó tres veces mi nombre: Brenes, Brenes, Brenes.- Tenía un sombrero ridículo sobre la frente; los ojos extraviados; la nariz pequeña; el bigote en desorden; la boca sensual, abierta en el último grito; del óvalo de la cara, asomaban las orejas pequeñas…Un cuello de tela, una corbata negra, un traje de dril oscuro, unos zapatos negros  y empolvados; ésta  era su indumentaria. En una mano, un bastón apuñado a media caña; en la otra, varios libros. Había extendido el cuello y su cara se destacaba del resto de su cuerpo.  El Magistrado y   yo nos habíamos vuelto.- ¿Quién es ese sujeto tan raro? Me preguntó aquel.- Es Moreno Jimenes –Ah! Exclamó y se sonrió irónicamente.- (…), cruce la calle, fui hacia mi amigo, lo estreché junto a mi corazón, y entre preguntas y respuestas seguimos, no importa la dirección, por aquella calle congestionada de gente.

“Ha pasado mucho tiempo, pero aquel Magistrado que es la gran mayoría de un pueblo, no sólo se conforma con sonreír  irónicamente ante Moreno Jimenes, sino, lo que es peor aún, en desconocer los méritos de este auténtico poeta,  cuyo nombre ha de fulgurar en un futuro que tal vez esté próximo, junto al de Rubén Darío (a quien supera desde muchos puntos de vistas) en el cielo de la literatura americana.

Rafael Augusto Zorrilla.

“Todos los países latino-americanos se empeñaron siempre en que su representación diplomática y consular fuese confiada a sus poetas y escritores (…). En nuestro país se siguió la misma práctica; pero también como en otras partes, los más hábiles y los menos merecedores de esta distinción (ya que fue siempre distinción de política criolla) fueron los que sacaron mejor partido. Moreno Jimenes, naturalmente, nunca se encontró en el número de los favorecidos; su pan, hubo de ganárselo con más trabajo, pero en una misión más alta: el magisterio. Sin embargo, también en este sector tuvo siempre lugares secundarios, y siempre que, (como en el presente caso, se presentó la oportunidad de ir a la dirección de una escuela, el arribismo se confabuló con la incapacidad, no solo para mantenerlo en un lugar secundario, sino hasta para idear su expulsión del cargo que hoy honra. Pero, ninguna de estas miserias de la vida salpica la blanquísima toga del poeta. (…).

“Dentro de una miseria que le redime, por su propio esfuerzo único, edita “El Día Estético”, revista de cultura americana, que es voz y eco de la ciencia y del arte, en el amplio horizonte de América”.

Esta era la situación de Domingo Moreno Jimenes al momento del “golpe de Estado”, y se puede decir que así murió décadas después, sin embargo, como dijo su protector de la revista Bahoruco:  “Moreno ha recorrido el país en todas direcciones con su maletín. Ha visto morir el sol en Higuey y en Sábaneta. Si en Lugar de “El Día Estético” vendiera cocaína ya hace mucho tiempo que este trashumante de su isla, estaría rico”.

Pero su dignidad y su poesía tocaban el cielo, y los que sintieron aversión hacia él, que se creyeron grandes e importantes poetas de su tiempo, impulsados más por su estatus social que por el valor de sus poesías, hoy son  tristemente casi-desconocidos en la historia de la  poesía dominicana, mientras que él, pobre y casi excomulgado, brilla como el sol  dotado de una fuerza centrífuga digna de tomarse en cuenta.

*Para ver los documentos y las notas bibliográficas del presente texto, favor de leer la revista Vetas No. 60, de marzo 2002.