El personaje femenino en Escalera es la respuesta más contundente a los excesos de la masculinidad. Rita De Maessener describe bien la categorización de la sexualidad a partir de sus lecturas alternas sobre el trujillato y la escritura de inmediato posterior. Para analizar esta producción la investigadora desmonta uno de los textos más significativos de este período, Solo cenizas hallarás (Bolero) (1). La novela de Vergés es quizá el retrato más completo de la dominicanidad transitiva, inebriada de trauma y euforia sesentistas. El macho de Sólo cenizas no se aleja del estereotipo paternalista, en tanto la mujer es el objeto de deseo que consigue cierto grado de autonomía al manipular las acciones desde la administración del cuerpo. El ritmo, a veces meloso, melancólico a rabiar, es el símbolo que concentra las discusiones sobre poder. Según De Maessener, esto por sí no satisface la configuración de una sólida postura femenina y el baile se reduce en ocasiones a la frustración vertical del deseo horizontal. En vez de controlar a partir de la danza la mujer pasa “a cosificarse a sí misma (…) Se ha liberado un poco más, ha desarrollado su sexualidad, pero sigue bregando con valores [patriarcales] establecidos” (2)

Helene no adquiere control bailando, la escritura es lo que impone el (des)orden en el caos. La mujer organiza decididamente la historia; consigue analogías que demuestran el precario estado de la literatura femenina en el canon na(rra)cional, dentro y fuera del cuerpo novelístico,

¿A qué atribuye usted que no haya un aporte –excluyéndola a usted por supuesto- cualitativo en la narrativa, entre las mujeres?

Marcio Veloz Maggiolo

Sí, eso es así. La literatura es un problema muy serio y no todo el mundo lo aguanta. Por ejemplo “Fulana” es poeta, pero poeta un día, hace un poema un día, y esto y lo otro y un librito. Es una vida seria, te das cuenta. Esto no es un juego. La literatura, la poesía en general es una cosa muy seria, muy seria, más seria de lo que uno piensa (Dossier).

Aída reitera lo anterior durante un entrevista con Milcíades Frías Jiménez (3). Digo reitera porque esto se trabaja en Escalera de forma tanto alegórica como ambigua. Helene explica este fenómeno del abuso escritural en la misma Swain, quien se traslada a Santo Domingo a visitar los museos y zonas históricas; mientras, inscribe las descripciones ordenadas por el hombre, el padre, el amante,

Don Plácido leyó lo escrito por Swain. Muchacha, no dejes de poner lo del campanario. Le dictó lo del campanario: Se proyectó tan alto como la Torre del Homenaje de la Fortaleza. Hubo protestas e intrigas que llegaron hasta el Rey. La Torre podía servir como posición estratégica a los enemigos del clan del gobernador.

Aída Cartagena Portalatín

 

Estas anotaciones favorecen la teoría que propone lo masculino en una posición aventajada; al mismo tiempo, establecen la combatividad de una postura femenina que consigue ascender mediante la escritura y el estudio, mientras el paternalismo concibe torres (lo fálico) y fortalezas (lo panóptico). A Plácido no le basta dictar, “El padre tomó la libreta y siguió escribiendo: varios vasos de piedra y barro cocido, con representaciones sexuales (…) Y los Petroglifos de Chacuey: hombres, animales, pájaros”. Plácido se apodera de la escritura para recordar la verticalidad que resume el origen de lo dominicano en una aleación cósmica entre lo hispano-taíno. El hombre no sale ileso de esta intrusión: es aniquilado y la mujer retoma las riendas escriturales. Aquí es ya válido admitir una correlación entre Aída y Helene, lo que necesariamente equilibra a la biógrafa con Swain y Rosaura.

Con la recreación de una línea onomástica, Escalera encuentra a la mujer del origen con la de hoy en un fantaseo; enfrenta la cotidianidad de la palabra a su capacidad poética: la realidad contra el ensueño. Escribir es contrariar y la oposición destaca los rasgos reflexivos de lo real. Esta biografía no es sólo retrato omnisciente: se dialoga con el conglomerado de personajes; se discute, se incita y se convence. Nadie en la novela es casual o gratuito. Tómese por ejemplo el corifeo: Escalera se asienta en la participación del mismo; historia y sociedad son traídas a la trama desde estos personajes y no a la inversa. A veces de forma articulada, otras en tropel, el coro cuenta el drama dominicano desde la personalidad propia. En vez de crear el macho épico que se necesita, Cartagena Portalatín habla desde individualidades que en su unicidad reflejan la coherencia de la memoria colectiva. Es cierto que el andamiaje es la tragedia griega, pero el contenido textual no deja intacta la corrupción social, política y militar que prospera en la cultura dominicana.  

Libro de Rita de Maessener

 

La próxima semana… Veremos que para Aída y muchos de nuestros narradores el asunto no es cómo está la ficción en la realidad, sino cómo intersectan. Quien escribe habita los personajes y estos escritores no son la excepción. Esta presencia no se distribuye de forma equitativa. Para Aída, Helene es doble en el creacionismo, en el ejercicio y el estudio (o bien lo diurno) y Swain el universo de la pasión, el arrebato del escribir (la nocturnidad). Esta ecuación debe ser comprobada fuera de la narrativa ya que la biógrafa no se da nunca por el todo; de la igualdad entre escritura y ente creativo solo entrega esbozos. Helene existe porque Aída, en el registro de la ficción, no sacrifica la réplica cruda de la realidad. Escribir es sugerir, invitando a quien lee a sumar conclusiones,

Este libro no dejará de interesarle, es la biógrafa de Swain. Será como sacar a pública subasta su retrato. A mí, Helene, su biógrafa, también me inspira el sentimiento de la discreción. Pero creo que mi móvil es injertar en su [cerebro] lo que no le dará razón: el conocimiento real de ella ¿Acaso debemos rechazar lo que nombramos?

Se reitera aquí la cuestión onomástica en la impronta femenina de Aída Cartagena Portalatín, práctica que desborda los personajes, la novela y la autora como tal. Ejemplo de ello es el personaje de Zinia en De abril en adelante, de Marcio Veloz Maggiolo.

1. Vergés, Pedro. Sólo cenizas hallarás (Bolero). Santo Domingo: Alfaguara, 2011.

2. De Maesenner, Rita. Seis ensayos sobre narrativa temporánea dominicana. Santo Domingo: Publicaciones del Banco Central de la República Dominicana, 2011.
3. Frías Jiménez, Milcíades. “Entrevista con Aída García Cartagena.” Dossier 17-20.