El escritor Rafael Peralta Romero nos entrega en El conejo en el espejo y otros cuentos para niños, una serie de historias originales, llenas de vitalidad que, además de entretener al lector, transmiten con sutileza experiencias y enseñanzas para la vida.
En La niña que parecía de agua, nos habla de una criatura que “lloraba tanto que parecía que con sus lágrimas quisiera aumentar el caudal del río”. En una especie de analogía con la historia del buen samaritano, a nadie parecía importarle su dolor. Solo una rana le escucha y enseña la lección de su vida: “debía aprender a quererse y dejar de convertir en desgracia lo que debía ser una dicha”.
Mientras, El día que Guillermo cambió su forma de ser, fue una sorpresa para todos. El protagonista disfrutaba “sobresalir” provocando problemas a sus semejantes y nombrándolos con palabras irrespetuosas. El joven aprendió su lección, cuando cayó en una de sus propias trampas y recibió ayuda de aquellos que habían sus víctimas, convirtiéndose a partir de ese día, en “el niño más comedido de toda su escuela”.
En El gatito que se fue, Peralta Romero nos habla de la diferencia que existe entre conformarnos y aprender a valernos por nosotros mismos. Es la historia de dos felinos hermanos; de cómo uno de ellos se acomodó a recibirlo todo en casa, mientras que el otro decidió buscar su camino y desarrollar sus instintos, lo que al final ayudó a ambos a sobrevivir.
Quizás la más hilarante de todas es De cómo Anomia perdió las palabras. Se trata de una señora que le decía “cosa” a todo: a las personas, los animales, los acciones, y claro, a las cosas. No valían las quejas de su familia, ni las de su vecina. El vocabulario de Anomia estaba “coagulado” y parecía necesitar una “transfusión de palabras”. Fue cuando sus parientes decidieron darle algunas de las suyas, que pudo sonreír y hablar de nuevo.
En el origen del chocolate, la amena conversación entre un abuelo y sus nietos produce las más ocurrentes conjeturas. Mientras que El aprendiz de músico es un vecino que practicaba cada día con un instrumento diferente, demostrando que “lo bueno está en la variedad”.
Finalmente, en la historia que titula esta antología, el autor nos habla de un conejo que disfrutaba mirarse al espejo, hasta que un día su dueña descubre que éste lo hacía, no porque fuera vanidoso, sino porque deseaba compañía. Y cuando al fin la consiguió, ya “no se miraba más en el espejo, mejor miraba al otro conejo”.
En sus historias, Rafael Peralta Romero usa un lenguaje claro, sin subestimar la capacidad del lector, mostrando respeto por el mismo. Es una literatura ingeniosa, divertida y que permite usar la imaginación.