“Solo los atrevidos y soñadores que perseveran logran descubrimientos e inventos de nuevas cosas que luego serán de provecho para toda la humanidad”. Zoilo Hermógenes García.

Historias de aventuras y personajes excepcionales de la literatura universal han llegado a despertar el interés por lo desconocido e inspirado a emprender las propias. Mucho mayor es el impacto cuando se trata de un personaje de carne y hueso, como es el caso de Zoilo Hermógenes García.

Oriundo de La Vega, su vida y hazañas son narradas en la novela biográfica El Aviador, de la coautoría de las escritoras Dinorah Coronado y Ruth Herrera. En ella resaltan su legado en la aviación dominicana, demostrando cómo la dedicación y entrega a lo que nos apasiona rinden buenos frutos.

Este libro es el resultado de un profundo trabajo de investigación acerca de la formación y trabajos de este inventor, desde sus primeros años, plasmadas en un texto fluido, rico en descripciones, con una atmósfera que facilita la comprensión y conexión con el lector, mostrando una bien lograda amalgama entre la historia y el arte literario.

Las autoras nos presentan a Zoilo como un joven criado en el campo y amante de la naturaleza, en especial de “los paisajes verdes de su querido río Camú”. Tenía sueños tan altos como el cielo, era muy aplicado en escuela y amaba la lectura. Su interés por la ciencia y librar distancias lo acompañaba desde que volaba su “chichigua”. El mismo se intensificó con los inventos de la época referentes a las telecomunicaciones y cuando leyó de los hermanos Montgolfier y su globo aerostático.

Su trayectoria se presenta a partir de sus años mozos, cuando recién terminaba el octavo grado. Continúa con sus experiencias en la ciudad de Santo Domingo, donde realizó la secundaria, las que recopilaba en un diario que mantuvo a lo largo de su vida, así como sus aspiraciones logradas al estudiar en Lille, Francia. Entre las ciencias, amores y paseos por la ciudad, se enfocaba en sus proyectos de construir obras en su país y un prototipo de aeroplano, convirtiéndose en ingeniero, con tan solo veinte años.

En París, conoció a las personalidades del momento en cuestiones de aviación y los progresos en este campo. Aun así, regresó a La Vega natal. Pero seguía soñando alto.

Las autoras continúan ofreciendo ricos detalles de los eventos y las altas y bajas de la vida de Zoilo, incluyendo su familia, la cual fue de gran importancia para él. Además, sus trabajos en la construcción de carreteras, puentes, un teatro y un aeródromo, hasta llegar a su obra maestra, “el poliplano”, el cual pudo volar él mismo mientras estuvo en los Estados Unidos. En su aparato saboreó su triunfo mientras se elevaba “por encima de campos y casas”. Por éste le ofrecieron mucho dinero, pero no accedió a negociar “sus sueños, su vocación ni sus experimentos”.

Coronado y Herrera nos muestran a un héroe humano, que tuvo éxitos y también fracasos, pero que con hechos demostró que nunca hay que darse por vencido. Aun con su corta vida, logró dejar huella en su país y en el mundo. Como uno de sus tíos dijo de él: “fuiste un pionero, un inventor, un creador que entregó obras que no serán olvidadas y que dejaron huella”.

Asimismo, en la conclusión del libro, dan a conocer información relevante acerca del legado científico y social de Zoilo Hermógenes García, así como homenajes póstumos realizados en su honor.

Si buscamos crónicas, impresiones, aventura y exploración del camino hacia los sueños, El Aviador es nuestro libro. Esta obra ha sido escrita con cuidado y admiración. No solo cuenta los hechos, sino describe el carácter e inspira a seguir, a vencer los obstáculos, a valorar el trabajo tesonero que lleva al logro de las metas, a ser fieles a nuestros principios, viviendo la vida con objetivos definidos, y a dejar un legado que trascienda y surque los cielos, más allá de nuestras propias fronteras.