Perspectiva biográfica
Un día como hoy, 15 de febrero, pero del año 1918, Juan Antonio Alix vio la luz del mundo por última vez en la ciudad de Santiago de los Caballeros, es decir, hace 101 años. Había nacido bajo el cielo mocano el 6 de septiembre 1833.
Alix es el exponente principal de la poesía popular dominicana de todos los tiempos. Fueron sus padres Juan Mateo (Félix) Alix Dupont, oriundo de Cabo Haitiano (Haití) y de descendencia francesa, y María Magdalena Rodríguez Rojas, prima hermana del prócer dominicano Benigno Filomeno Rojas.
Sus padres se unieron en matrimonio en la comunidad de Moca en 1829 y luego, siendo él un adolescente, se trasladaron a la ciudad de Santiago de los Caballeros, donde transcurrió el resto de su pintoresca vida. Viviendo allí es que, a los 16 años de edad, hace su entrada al mundo de la poesía popular. Los santiagueros le llamaban, como modo de expresar su cariño y respeto hacia él, «Papá Toño». Lo admiraban y lo amaban.
Con Petronila Francisca Liriano Bidó, Alix procreó seis hijas: Petronila Hortensia, Tomasina, Olivia Juana Antonia, Rosalina, Carmen y Agripina Alix Liriano, quien, de su unión con el puertorriqueño Ramón Goico, le dio un nieto poeta y periodista: Juan Goico Alix, autor del poemario Los poemas del insomnio (1937).
No era el Cantor del Yaque un hombre de letras formado, pero poseía cierto grado de educación, además de ser autodidacta y de hacer gala de un sentido pragmático extraordinario y de una singular capacidad intuitiva: supo captar la psicología del campesino de la región cibaeña, identificarse con él y ser el intérprete de su realidad cotidiana a través de sus décimas.
Alix era un filósofo sin academia, un sabio desde la perspectiva del campo cibaeño, y con un sentido patriótico a toda prueba. Formó parte militante del movimiento patrio de la Restauración en febrero de 1863 ―recién cumplidos los 30 años de edad―, teniendo al General Gregorio Luperón como su mentor y guía político. Con rango de cabo del Ejército Restaurador participó en las luchas revolucionarias libradas contra el imperio español, en la línea noroeste, en los poblados de Guayubín y Beler. Cabe citar aquí al ilustre culturólogo Mariano Lebrón Saviñón: «Nadie le podrá negar, nunca, verdadero valor patriótico». ¡Ya era poeta! Y un poeta de armas a tomar.
Perspectiva literaria
Caso curioso: a pesar de no haber publicado en vida volúmenes con características de libro en cuanto a la extensión o número de páginas, Juan Antonio Alix ha pasado a ser el poeta más popular en toda la historia de la literatura dominicana. Y es que supo colocar la décima en el corazón pueblo; logró que éste la hiciera suya y parte de su cotidianidad pueblerina.
Fue pionero del criollismo en nuestras letras, que es el movimiento literario que a finales del siglo XIX tiene lugar en los países de la América hispánica que logran su independencia frente al imperio español dominante. En su producción poética se dan todos los rasgos característicos de ese movimiento, igual que en las décimas de Eulogio C. Cabral, más literato que Alix, pero menos ingenioso.
Juan Antonio Alix dejó dispersa, impresa en gran parte en volantes y hojas sueltas que él mismo vendía para subsistir, su abundante producción poética, que algunos críticos ―Manuel Rueda y Joaquín Balaguer, por ejemplo― han considerado que excedía las mil décimas. Otros estudiosos de su obra y vida opinan que fueron más de dos mil las piezas poéticas escritas por él. O no se interesó o carecía de los medios para publicarlas en volúmenes, no en folletos de poca extensión como lo hiciera —hasta donde sabemos— en tres ocasiones: Viaje de Gerardo Etanislao por la mayor parte de los pueblos de la República Dominicana (1885, 26 páginas); El ferrocarril de Samaná a Santiago (1887, 23 páginas); y Apuntes para la historia de San Francisco de Macorís (1894, 15 páginas).
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La muerte del poeta popular Juan Antonio Alix en 1918 dejó un profundo vacío en la literatura dominicana, específicamente en la décima, subgénero poético del que fue su mayor exponente. Nadie, ningún otro decimero, ha podido llenar ese vacío dejado por él hace 100 años y unos meses.
Pedro Henríquez Ureña —en su «Reseña de la historia cultural de la República Dominicana» (1945)— sitúa a Juan Antonio Alix en la historia de la literatura dominicana, ubicándolo dentro de la generación esa promoción de brillantes creadores de la segunda mitad del siglo XIX, en la que incluye a Salomé Ureña de Henríquez, José Joaquín Pérez, Francisco Gregorio Billini, Federico Henríquez y Carvajal, Federico García Godoy, César Nicolás Penson, Enrique Henríquez, Emilio Prud’Homme y al reconocido poeta popular Eulogio C. Cabral, entre otros.
En torno a las décimas de Alix se han hecho estudios académicos dentro y fuera de la República Dominicana. Quizá el más reciente sea el de Samuel Guzmán Mercedes en la Universidad de Sevilla, España: Las décimas de Juan Antonio Alix: prácticas de consumo y apropiación en la construcción de la cultura popular dominicana. Es un trabajo final de Maestría en Comunicación y Cultura de la Facultad de Comunicación de esa universidad y el mismo fue editado por ese reconocido centro académico en 2014.
Previamente a la de Guzmán, el escritor dominicano Tomás Modesto Galán había publicado en 1987 ¿Es popular la décima de Juan Antonio Alix?, tesis de grado presentada en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Pero anterior a esos estudios señalados cabe destacar el publicado por el crítico y académico cubano Carlos Fernández Rocha: «Aspectos literarios en as décimas de Juan Antonio Alix», ensayo aparecido en la revista Eme Eme-Estudios Dominicanos de la Universidad Católica Madre y Maestra (Santiago de los Caballeros) en 1974. Es el trabajo crítico más enjundioso realizado de la obra poética de Alix hasta el momento: es informativo y novedoso.
Aunque no necesariamente el que un poeta sea muy antologado es un indicador de la calidad literaria de su obra —sabemos el modo antojadizo con que suelen trabajarse esos productos de la investigación literaria en República Dominicana—, nos pareció un hecho relevante, y destacable en este panel, que un poeta popular, casi callejero, como Juan Antonio Alix haya sido más antologado que muchos connotados poetas dominicanos. Sí, él es el decimero dominicano con mayor presencia en antologías literarias editadas en República Dominicana desde 1938.
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Para concluir de manera anecdótica, contaremos el modo peculiar en que hicimos contacto por primera vez con la obra poética de Juan Antonio Alix. Fue en 1976. Recién habíamos dejado atrás la adolescencia: teníamos 21 años de edad. Ocurrió por un fenómeno serendípico, ya que durante el proceso de la investigación que realizábamos en torno a las raíces históricas de Jánico, municipio perteneciente a la provincia de Santiago, una de sus décimas folclóricas se cruzó en nuestro sendero: «El 23 del corriente» es el título.
Esa décima ―que aparece en el libro Cancionero de Lilís publicado por Emilio Rodríguez Demorizi en 1962― está datada en la ciudad de Santiago de los Caballeros el 19 septiembre de 1900 y en ella Alix no tan solo anuncia la celebración de la tradicional festividad que en honor a Nuestra Señora de las Mercedes tiene lugar en dicha comunidad cibaeña entre el 15 y el 24 de septiembre, sino que ofrece detalles intrahistóricos interesantes sobre la vida cotidiana de ese poblado, con nombres y apellidos de munícipes destacados. He aquí algunos fragmentos de la mencionada décima:
«Señores, hago saber,
por medio de estas canciones,
las grandes preparaciones
que Jánico suele hacer
para mejor complacer
en esa bendita zona,
a la divina Patrona,
Las Mercedes bendecida.
[…]
El Presbítero Ramón
Antonio Pérez, sabemos,
Que al frente allí lo tenemos
En esta celebración.
Pues con mucha antelación
La Iglesia hizo pintar,
Y todo bien adornar
Para que sea más lucida,
La fiesta a la bendecida
Patrona de aquel lugar.
[…]
Daniel Báez, Comandante
O Jefe allí Comunal,
Se empeña lo más formal
En quedar lo más triunfante;
[…]
El Pichardo Danielito,
Como Alcalde del lugar,
Que se afana sin cesar
Por el bien del pueblecito;
Un discurso muy bonito
Tiene ya en preparación».
Y en forma muy simpática el singular poeta popular concluye así: «Y allá nos veremos, les dice también su amigo y servidor Juan A. Alix».
Esos detalles demuestran que el célebre decimero mocano visitaba Jánico y conocía muy bien a su gente, compartía con ella y, con ese don natural de cronista observador y visionario que le caracterizaba, le había tomado el pulso a la cotidianidad de aquel lugar, tan perdido en la serranía.
Luego, casi 30 años después de nuestro primer contacto con su obra (y ya no tan joven), tuvimos un segundo encuentro, planificado y definitivo, con Juan Antonio Alix. Fue en el 2005, año en que hubimos de contactar a su biznieta Teresa Pereyra Goico de Pierre con el propósito de obtener de ella su autorización para reeditar el volumen de las Décimas inéditas compiladas por ella y al que ya nos hemos referido Aquella agradable señora, octogenaria y lúcida (ya fallecida), nos ofreció datos reveladores sobre las circunstancias en que tuvo lugar la edición príncipe de esa colección de las décimas inéditas del más auténtico poeta popular dominicano de todos los tiempos.