SANTO DOMINGO, República Dominicana.-A Doy Gautier, lo conocí en la selección de materias en 1971. En ese momento era director de la Escuela de Arquitectura de la UASD.
Esos procesos de selección de materias en la UASD eran maratónicos y me quejaba de que había ido muy tarde y no podría seleccionar los profesores que quería. Uno de esos profesores que me interesaba seleccionar era el Profesor Gautier, pero mis compañeros, que habían ido a seleccionar temprano, me habían advertido que la sección de Gautier estaba llena. Cuando me tocó mi turno me atendió el propio Gautier.
-Rancier- me dijo- Ya lo tengo seleccionado a usted en mi sección.
Para mi sorpresa el Profesor Gautier- que luego lo conocimos como Doi- había seleccionado para su curso de Composición I a los mejores alumnos del primer año (la materia de Composición, que hoy conocemos como Diseño Arquitectónico, se iniciaba en el segundo año de Arquitectura). Me había ganado un premio en la materia de Expresión I que había cursado con el pintor Leopoldo Pérez (Lepe) en la exposición de Arquitectura de trabajos de estudiantes de Arquitectura de la UASD, celebrada en los salones del antiguo Club Palestino-Libanes que quedaba al lado del desaparecido Teatro Independencia frente al Parque del mismo nombre.
La experiencia en ese primer curso con Gautier me marcó. Extremadamente puntual, cumplía con las cuatro horas que duraba el curso. Y a veces nos quedábamos mas tiempo ¡tan buenas eran sus clases!
El primer día nos esperó con una pila de revistas “Summa. Nueva Visión” una excelente publicación argentina. Nos entregó una a cada estudiante y al final de cada clase uno de nosotros debía explicar el tema de que trataba la revista que le había tocado.
Esa vez, en Composición, el proyecto que desarrollamos fue una escuela para el Batey 66 de Villa Altagracia. El día de la entrega final se me mojaron los planos, esos planos a tinta sobre papel vegetal que no quieren nada con el agua. Con los planos arrugados y dañados hice una crisis y decidí que no iba a entregar y que me cambiaría de carrera. Mi novia de entonces, Rosario Velázquez, tomó los planos y lo metió en una carpeta y me dijo que ella los entregaría. Al rato me llamaron mis compañeros, Wie Yin Chiang y Miguel Bacó para decirme que todos tenían los planos incompletos que fuera al aula, ya que el profesor me estaba esperando.
Cuando llegué fui el último que corregía Gautier. Me senté frente a su escritorio, donde tenia la carpeta con los planos dañados y hojeándolos, pero mirándome a mí y no a los planos, me dijo: “Usted dizque no iba a entregar. Cuando pase eso hable siempre con el profesor. Yo conozco su trabajo. Y sin más me puso un 90”.
Aquella lección no la he olvidado nunca y demuestra la calidad de persona que era Doi. Sus clases eran verdaderas cátedras y nos ponía a trabajar en el taller continuamente lo que permitía que llegáramos a los finales con nuestros diseños resueltos.
Otra anécdota de esa época fue en una clase de Composición I. Era viernes y los últimos en corregir ese día fuimos Barinas y yo. El próximo lunes, lo primero que hizo Gautier fue llamarnos a Barinas y a mi y nos entregó unos esquemas con unas soluciones para nuestros diseños: El fin de semana estuve pensando en sus proyectos-nos dijo al entregarnos los esquemas- vean si les sirven para algo.
Barinas y yo nos miramos asombrados, ninguno de los dos habíamos hecho nada con nuestros proyectos y ¡el profesor sí! Otra lección que nunca olvidaré.
Tuve la dicha de dar después otra Composición con Gautier- no recuerdo si la V o la VI- donde experimentamos con el método de diseño lógico-matemático que había llevado a la escuela Eduardo Rozas, otro gran maestro desaparecido. Con Gautier exploramos una interesante mezcla entre el método lógico-matemático y el método de Tedeschi para diseñar la facultad y los laboratorios de Física de la universidad.
Gautier fue esa figura que me guio hacia la arquitectura, siempre he pensado en él como Mi Profesor, aunque el nunca lo creyera. Quizás porque en aquel primer evento que realizáramos en Casa de Teatro en septiembre de 1981 con el grupo Nueva Arquitectura , “Arquitectura Contemporánea en la República Dominicana” para introducir un panel con Gautier, Eugenio Pérez Montás, Bichara Khoury y el secretario General del Codia en ese entonces Juan Diaz Paniagua, presentamos un manifiesto “Nuestra Voz: La Crítica de Arquitectura en Santo Domingo” en el que decíamos, entre otros conceptos:
“Creemos que una crítica sistemática redundaría en favor de una mejor arquitectura. Creemos que la crítica no es patrimonio de la inteligencia anquilosada de algunos escogidos arquitectos. Creemos que el usuario anónimo es también critico y que, de sus observaciones, acertadas muchas veces, se pueden sacar conclusiones edificantes.”
Ese ese momento Gautier reaccionó enérgicamente porque no era de los anquilosados. Ninguno de los que participaron en el panel lo eran.
Doi fue un invitado frecuente a los eventos de Nuevarquitectura. Fue jurado de dos de las premiaciones de la Bienal de Arquitectura de Santo Domingo, incluyendo la primera. Y siempre estuvo presente para Emilio y para mi.
Formado en Italia, es del grupo que Plácido Piña nombrara el "Eje Italia", juntamente con Rafael Calventi y Víctor Bisonó, que influenciara positivamente en la conformación de la escuela de arquitectura de la UASD.
Como arquitecto tiene una obra robusta y consistente producida en colaboración con Erwin Cott, como el conjunto de la Shell en la Máximo Gómez, y la capilla del Orfanato en la Av. Independencia y unas de las mejores propuestas para el concurso de la Catedral de la Vega, que presentara en asociación con Eduardo Rozas.
Luego que comenzara a publicar sus novelas y después de obtener varios reconocimientos como escritor, llegó a decirme que le molestaba que no lo hubiesen reconocido igualmente como arquitecto.
En la docencia dejó una huella imperecedera como profesor que fuera de la UASD, de la UNPHU y de la PUCAMAIMA y como director de la Escuela de Arquitectura de la UASD.
Fundador del Comité Dominicano del Comité Internacional de Monumentos y Sitios, fue el conservador del conjunto de Las Mercedes, que bautizara con el nombre de MerceDom.
Escritor reconocido, escribió no solo sus novelas sino algunos textos muy importantes sobre arquitectura entre ellos la deliciosa obra “El Encanto de la Arquitectura. Papeles sobre restauración de monumentos y otros temas”. Fue además editor de los temas de restauración en la revista Arquitexto, donde publicara muchas de sus reflexiones. Fue un gran hombre, un excelente profesor y un escritor notable.
Cuando supe de su partida, hoy, sentí que la emoción se me agarrotaba en la garganta y en los ojos. ¡Mi Profesor! solo atiné a pensar. ¡Se me quedan muchas cosas que decir de Manuel Salvador Gautier Castellón -Doi-Mi Profesor!, pero el sentimiento es demasiado para seguir escribiendo.