Mientras que para Albert Einstein el espacio y el tiempo quedaban comprimidos en la invariante velocidad de la luz, la concepción Occidental cubista introdujo un nuevo análisis del espacio mediante la inserción de múltiples planos en su material artístico, y la imagen futurista fijó una nueva reformulación del tiempo a través de la cronofotografía. Pretendiendo una visión unificada de la representación científica y la representación artística, tomamos como punto de partida el concepto físico-matemático de la entropía y el concepto barroco del desengaño. Nociones metafóricas que, apuntalando al mismo campo semántico de la realidad material, subyacen entroncadas en el soneto Mientras por competir con tus cabellos, del poeta español Don Luis de Góngora y Argote.

La entropía, segunda ley de la termodinámica, constituye un constructo que representa la tendencia gradual e inexorable del universo, o cualquier sistema aislado, hacia el desorden. Cada día el cosmos desciende más y más a un estado permanente de caos, disminuyendo así su organización interna, sin posibilidad alguna de restaurar sus condiciones primigenias. De esta manera, experimentamos la erosión de la piel, playas y montañas, agotamiento de ríos, arroyos y cañadas, el deterioro de la luna, un perro viralata, tu nariz, tus senos, la explosión de un cilindro de gas y una estrella, el degaste de los edificios, juguetes, automóviles y este texto. Los cuerpos envejecen, mueren y se pudren.

La total entropía de un sistema nunca decrece. De manera tal que el universo sufre cambios irreversibles en virtud de que todo tipo de actividad produce más desorden, hasta alcanzar el estado de equilibrio termodinámico o la muerte. Naturalmente, y en aparente contraposición a la segunda ley de la termodinámica, los sistemas biológicos son abiertos respecto al medio ambiente, de manera que los mismos constituyen un clásico ejemplo del incremento del orden atraves de formas más complejas y elaboradas durante el transcurso de su proceso evolucionario. No obstante, el concepto de la segunda ley se refiere al sistema total en cuanto a que el orden generado en algún lugar se manifiesta a expensa del desorden generado en otro sitio. En otras palabras: todas las cosas y los organismos encierran en sí mismos el orden que al mismo tiempo decae en el caos atómico o el desorden, producto del intercambio entre diferentes formas de energía en relación al medio ambiente absoluto que les rodea.

Picasso, Desnudo levantado los brazos. Marcel Duchamp,Desnudo descendiendo las escaleras.

En ese sentido, ya el poeta Horacio y el historiador griego Hesíodo habían establecido que la noción de la historia no constituía un proceso acumulativo hacia la perfección, sino más bien hacia la decadencia y el caos. En efecto, el primero sostiene en unos de sus versos que “el tiempo deprecia el valor del universo”, y el segundo argumenta que la historia está representada por una serie de etapas sucesivas, cada una más degradada con relación a la precedente, siendo la edad de Oro la culminación del conjunto de todo lo existente. Sin embargo, ésta arribó abruptamente a su final cuando, según Hesíodo, Pandora abrió la caja que contenía las maldades de la vida. Refiriéndose a la Edad de Hierro, la última etapa, el historiador griego comenta: “La razón descansará en la fuerza y lo mismo la verdad”. En ese tenor, el Quijote de la Mancha expresa: “Dichosa la edad y siglos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados (…) porque entonces los que en ellos vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío”. De ahí que, de acuerdo al hidalgo caballero, no era necesario más que alargar las manos para obtener los frutos de la naturaleza, ya que todas las cosas eran comunes. Ni siquiera eran necesarios los jueces, puesto que las injusticias no existían.

A partir del soneto Mientras por competir con tus cabellos, el concepto del desengaño representa, al igual que el concepto físico-matemático de la entropía, el incremento irreversible de las fuerzas de la decadencia y el desorden en el universo y en cualquier sistema hipotético aislado dentro de sí. En efecto, los dos primeros cuartetos de dicho soneto plantean un claro y distintivo espacio material al margen de la disipación orgánica. Es como si el progreso material estuviera asegurado, representado, alegóricamente, en una entidad femenina, joven, bella y lozana. El primer cuarteto dice:

Mientras por competir con tu cabello,

oro bruñido al sol relumbra en vano;

mientras con menosprecio en medio el llano

mira tu blanca frente el lilio bello;

El segundo cuarteto mantiene el mismo tono del primero en cuanto a la aparente  perfección y hermosura de la materialidad, y, por consiguiente, en contraposición también a la disipación y el desorden.

Mientras cada labio por cogello,

siguen más ojos que el clavel temprano;

y mientras triunfa con desdén lozano

del luciente cristal tu gentil cuello;

En ese orden de ideas, mientras los dos primeros cuartetos configuran una especie de algoritmo biológico que continuamente incrementa el orden o la perfección de los objetos, el desengaño o la entropía, en los dos tercetos, constituyen la preocupación primaria. Precisamente, el poeta observa que el flujo constructivo de energía fue meramente un embeleco de los sentidos, ya que la constitución orgánica y la hermosura de la dama transformose en  la decadencia y el caos. Ese es el mismo desarrollo lineal que el tiempo degenera, o al decir de Horacio “…deprecia el valor del universo”. De hecho, en el primer terceto el poeta revela que todo ese universo estructurado de los cuartetos irrevocablemente empieza a ceder el paso a la desesperanza y fugacidad de la realidad mundana.

Goza cuello, cabello, labios y frente,

antes que lo que fue en tu edad dorada

oro, lilio, clavel, cristal luciente,

Finalmente, en el segundo terceto, Góngora y Argote, magistral y definitivamente, nos confronta con la naturaleza truncada de lo que en los dos primeros cuartetos correspondía a un proceso acumulativo hacia la perfección o el orden. Por lo tanto, al igual que en Homero, Hesíodo y Don Quijote, queda así la noción o el concepto histórico del progreso irremediablente entretejido en las categorías metafóricas del desengaño o la entropía.

No solo en plata o viola troncada

se vuelva mas tu y ello juntamente

en tierra, en humo, en polvo en sombra, en nada.

Bien visto el punto, la representación poética de este universo gongorino y la representación científica del universo constituyen diferentes modelos interpretativos de la misma realidad, pero que al mismo tiempo conforman mecanismos de significación comunes, comprobándose así, en los niveles conceptuales, la sincronicidad o arquetipos comunes entre el arte y la ciencia.