El intelectual, Luis Brea Franco, es quizá el principal filósofo dominicano que se ha consagrado a la investigación minuciosa de la filosofía niezstcheana, dejando su impronta en la obra “Clave para una lectura de Nietzsche”, la cual fue galardonada con el Premio Nacional de ensayo Pedro Henríquez Ureña (2004). Con un doctorado en Filosofía, Summa Cum Laude, por la UNIVERSITÁ DEGLI STUDÎ DI FIRENZE .Facoltá di lettere e filosofía (Italia).
Ha sido docente, administrador académico e investigador entre los años 1975 – 2000. Se destaca su labor de investigador y director del Consejo Editorial de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). Además es Miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana y de la UNESCO, dela cual ha sido vicepresidente de la Comisión de Cultura de la Conferencia General 2013.
Es un intelectual prolifero en Filosofía, Cultura y de temas globales de estos tiempos, tiene una vasta producción filosófica y cultural, en la que sobresalen las siguientes obras:
● 2016 (2003) – Claves para una lectura de Nietzsche. Prolegómenos para una interpretación de su obra – Reedición corregida y ampliada. Ministerio de Cultura, 2016). D.N.].
● 2015 – abril – Global y diferente, Ensayos de varia lección.
● 2012 – El derecho a la Filosofía. Esbozo de una estrategia para su implementación en el país. Ed. Voces No. VO-010 – julio 2012.
● 2010 (1982) – Antología del Pensamiento Helénico Reedición corregida y ampliada con la crítica al momento de su recepción.
● 2007 – La modernidad como problema.
● 2006 – El espejo de Babel, una visión crítica de la cultura.
● 2001 diciembre – Preludios a la Posmodernidad. Ensayos filosóficos.
● 1983 noviembre – Antología del Pensamiento Helénico.
Primera parte
Andrés Merejo (A.M). : Hay dos libros que me impactaron en el inicio de mis estudios en la Filosofía, el primero “Historia de la Filosofía” (1980) donde el Filósofo español Alberto Hidalgo Tuñón (uno de los autores) fue parte del tribunal de mi tesis doctoral (2010) y el segundo fue la lectura que hice en 1982, del libro de su autoría “Antología del Pensamiento Helenístico”. Mi formación marxista (ideología) en esos tiempos obnubilaba la complejidad del pensamiento filosófico antiguo, desde entonces no dejo de leer y releer esa tradición filosófica. He disfrutado la segunda edición de esa Antología (2010). He constatado la ampliación y un enriquecimiento del texto con relación a la primera edición (más de 35 años). En ese tiempo de mis años de estudiante me apasioné con ese libro, pero hoy lo hago en mi condición de catedrático de Filosofía. ¿Cuáles son los alcances y límites que para usted sigue teniendo dicha obra? Además, ¿cobra cuerpo este filosofar helenístico en estos tiempos caracterizados por la premura e hipermodernización (proceso industrial y digital) que hoy vive la humanidad? ¿El asombro siempre nos remite al filosofar helenístico?
Luis O. Brea Franco (LOBF): Ante todo, gracias Profesor Merejo por permitirme aclarar algunos puntos sobre mi labor docente y mi obra como escritor dedicado de lleno a la tarea de elaborar conceptos para intentar comprender nuestro tiempo.
La Antología del Pensamiento Helénico fue una obra pensada en los años finales de mis estudios doctorales, pero fue concebida como una necesidad personal respecto a mi país cuando regresara al mismo. Me especialicé en Historia de la Filosofía y mi trabajo doctoral estuvo orientado por mi profesor Eugenio Garin, toda una celebridad en esa materia, especialmente en lo relativo al Humanismo y Renacimiento Italiano. De su escuela formaba parte el profesor Francesco Adorno, con quien estudié la filosofía antigua. Él tiene una excelente manual en dos volúmenes de este período y fue autor de una exquisita traducción y edición crítica de toda la obra de Platón. Esta edición resulto excelente por el aparato crítico que utiliza. Estos estudios e influencias fueron la base que me condujeron a la idea de elaborar la “Antología”.
Además hay un elemento adicional al que ahora me refiero por primera vez. Por esos años había salido a la consideración académica italiana un importante estudio sobre el origen y la gradualidad de la formación de la cultura helénica. Se trata del enjundioso libro del helenista alemán Bruno Snell, titulado en lengua original: Die Entdeckung des Geistes, de 1946. La versión italiana se tituló: La cultura greca e le origini del pensiero europeo, y adopté las recomendaciones de Snell en la elaboración de la repartición cronológica de los temas de los diferentes capítulos y sus títulos.
Respecto a la motivación de elaborar ese texto fue la de difundir las que estimo son las bases de la cultura occidental, Grecia es –si se me permite utilizar una imagen extraída del pensamiento de Gilles Deleuze y Félix Guattari, en su libro ¿Qué es la filosofía?– el territorio que sirve de base para la interpretación y reinterpretación de nuestra cultura occidental es Grecia, mas, sin embargo, este territorio aparece en un continuo juego de recontextualizaciones, que los indicados autores denominan como “Los personajes conceptuales” que van produciendo una serie de manifestaciones hermenéuticas que revelan los elementos en procesos de territorios, desterritorializaciones y reterritorializaciones.
Habría también que recalcar, si se examina el texto de la referida Antología, en ambas ediciones aparece como pensamiento dominante del texto, como epígrafe de la obra, una larga cita de nuestro Pedro Henríquez Ureña, uno de los grandes humanista y maestro de nuestra América Iberoamericana, quien sitúa a la cultura de la Grecia Clásica como el gran modelo que dona al mundo de cómo elaborar una cultura basada en el ideal de búsqueda de la perfección. Finalmente, subrayo muy brevemente, pues ya me he extendido demasiado respecto a su inquietud respecto a su validez en estos tiempos de “premuras e hipermodernización”.
Mi respuesta la encuentra en el Epílogo que cierra el volumen donde refiriéndome a la cultura helénica señalo: … es el asombro, la maravilla ante el ente, de que es y de qué es, lo que constituye el talante fundamental que prevaleció entre los helenos; es desde este temple de ánimo, de este pathos, que Platón emprende la gigantesca lucha para fundar ese grandioso e inagotable proyecto de mundo que es su filosofía. Y concluía indicando: Hoy más que nunca debemos luchar por mantener despierto en el seno de nuestra comunidad el temple fundamental del asombro y considerarlo como el más importante y el verdadero legado de Grecia.
Aún tengo en mi vida como su estrella polar esta convicción.
A.M.: A propósito de esas reflexiones rigurosas que ha realizado sobre el pensamiento helenístico, en el 2003, su obra “Clave para una lectura de Nietzsche”, la he estudiado y me recordé de la tesis niezstcheana (1985) del filósofo José Mármol, el cual, tiene una deuda conmigo y prometió pagarla con la actualización y publicación de dicha investigación. He visto que la obra de usted sobre Nietzsche implica un estudio puntual y pormenorizado sobre su pensamiento, sobre la vida, su estilo y un conjunto de reflexiones que van desde el ser y el devenir, del eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poderío. A parte de Mármol, ¿Qué otro filósofo dominicano cree que ha pensado el filosofa de Nietzsche? ¿Sánchez Lustrino?, al cual Diógenes Céspedes hace referencia en su texto Ideas Filosóficas, Discurso Sindical y Mito Cotidiano en Santo Domingo (1984)”. ¿Qué vigencia tiene este filósofo en el ámbito de este mundo tecno-científico e hipermoderno en el que vivimos? ¿Su filosofar ha sido vulgarizado, mal entendido?
Luis O. Brea Franco (LOBF). : Tu pregunta es sumamente amplia, pero tratare de afrontarla con una respuesta lo más condensada posible.
Conocí y leí en el momento en que trabajaba la redacción de mi libro el texto de Mármol, incluso le comenté mi opinión al respecto y lo cito en mi bibliografía. Igual acontece con el texto de Diógenes Céspedes. Aparte del estudio de Mármol que es una tesis de licenciatura y que debería ser profundizado y ampliado antes de publicarse, en los casos que cita Céspedes, de lo que se trata es de citar el nombre de Nietzsche. Recuerdo que nombrar un asunto no es lo mismo que estudiarlo, y como la obra del pensador alemán alcanzó celebridad después de su enfermedad, a partir de la década de 1890 hasta hoy, muchos aprovecharon de su nombre para autocalificarse como nietzscheanos sin haber leído una sola línea de alguna obra suya.
Entre las referencias dominicanas habría que citar las referencias que hace Pedro Henríquez Ureña a su obra primera, El nacimiento de la tragedia, y su intento de realizar una tragedia al estilo griego al seguir las indicaciones del pensador.
El pensamiento de Nietzsche es sumamente importante para todo el siglo XX y lo que discurre del XXI. Sus escritos han sido interpretados de múltiples perspectivas y por el carácter inacabado en que los dejó debido a que la enfermedad que acabó con su vida consciente se manifestó de repente por lo que los fragmentos póstumos se presentaron para los primeros editores como proyectos de obras coherentemente elaboradas y para otros, en un segundo tiempo, apareciera la necesidad de hacer un profundo trabajo de colación filológica para determinar en ese rompe cabeza que correspondía a qué y en establecer el orden cronológico en que debían ser publicados y a que período de su madurez correspondían.
Esta circunstancia produjo etapa de ediciones que se perfilaban contradictorias entre sí, hasta que se logró de manera clara, con paciencia y conocimiento de la vida y obra del pensador establecer una edición crítica que no presentara huecos para su tratamiento como base para estudiar su pensamiento. Este trabajo crítico necesario lo constituye la edición Colli-Montinari, aún en curso de producción. En la actualidad se trabaja en las notas de Nietzsche en los márgenes de los libros de su biblioteca personal.
Mi texto no trata de dar primariamente una visión total de la obra. Como explico en la Introducción y en el capítulo primero que se titula: Planteamiento del problema, mi interés es epistemológico. Intento determinar cómo vé Nietzsche el mundo, trato de desmontar la óptica que utiliza el pensador para interpretar el mundo. Desde ese punto de vista la obra en su concepción originaria comprende, además de la introducción y el mencionado capítulo 1, el 2, que se titula, El horizonte del comprender: la idea de perspectiva, el 3, que trata de Qué es interpretación, y se cierra con el capítulo 6, Conclusión metodológica: planteamiento para una lectura de la obra de Nietzsche. El aspecto fundamental de mi preocupación es determinar el método que adopta Nietzsche para descodificar lo real.
En la introducción, no obstante, señalo que el libro es muchos libros, es decir, que el texto admite varias lecturas diferentes y complementarias. Por ejemplo, el capítulo 4, que se titula, Otras ideas directivas del pensamiento de Nietzsche, fue un acápite que me lo impone mi circunstancia. El libro se publicaría en la República Dominicana y el pensador Friedrich Nietzsche, es prácticamente un desconocido en el país, debido a lo que indicaba al inicio de este intento de responder tus inquietudes, que este autor y este pensamiento no se ha tratado de manera adecuada y consistente en las producciones del pensamiento dominicano y se me imponía por razones didácticas tratar de los diversos aspectos de sus ideas de una manera breve pero coherente con el punto de vista que domina la obra que escribía.
Señalaba también en la parte introductoria de la obra que el libro que presentaba en esa ocasión contaba con una gran selección de fragmentos claves para comprender este pensamiento, es por ello que recalcaba que la obra también podía leerse como una especie de antología de algunos textos claves para conocerla. Había la posibilidad de leer mi libro como una antología clave de los aforismos y textos póstumos expurgados y resanados mediante la edición crítica de Colli-Montinari, que se constituirían como textos desconocidos a cualquier lector no especializado de nuestro país. Esta era otra posibilidad de lectura.
Finalmente, no quise desaprovechar la oportunidad que se me presentaba al confeccionar una obra sobre la vida y pensamiento de Nietzsche y en ciertos límites relatar un acontecimiento que me parece fundamental para asumir la obra y el pensamiento del filósofo alemán y debatir hasta que punto esta inflexión podía considerarse como un fenómeno que invalidara la vigencia de su obra. Es decir, tratar sobre la enfermedad de Nietzsche. Es por ello que dedico el capítulo 5, para intentar dar noticias sobre el tema de la locura que oscurece la mente del pensador en apenas unos quince días en diciembre 1888 a enero de 1889. El título de ese acápite es: La locura de Nietzsche y el destino de la obra.
Nietzsche es un pensador que podría calificarse como antimoderno. Pero esta afirmación tendría que asumirse con mucho cuidado. Su discurso es complejo pues tuvo una evolución hacia lo desconocido por su tiempo. Para mí el rasgo revolucionario de su tiempo y que es válido para el nuestro es su epistemología que implicaba un cambio de perspectiva de la visión del mundo, algo que él con una fórmula designa como la transvalorización de todos los valores. Es tener la capacidad de invertir las jerarquías de la cultura occidental. Plantear nuevas posibilidades para interpretar los juicios de valor, colocándolos en el contexto de la historia y eliminando de raíz toda visión que se sustentara en la postulación de valores o jerarquías infinitas. Rescatar el valor de la inmanencia y desde allí su intento de interpretar el mundo sin recurrir a méritos o estimaciones abstractas. Nietzsche sustenta su teoría del sentido en la relación, en la copertenencia de ser y el pensar. En la esencia de lo finito.
En el epílogo que agregue a la nueva edición de la obra de 2016, establezco el diseño de un posible nuevo humanismo que tome como punto de partida precisamente su teoría de la transvaloración de todos los valores interpretada como Nihilismo. Este tipo de ciencia es puramente contingente, es, pero podría ser de otra manera.
Estas consideraciones son muy abstractas y preferiría hacer una breve acotación y cerrar el tema ahí.
La acotación es la siguiente: En la filosofía siempre nos movemos en el plano de lo inmanente. Esto significa que a través del pensamiento organizado y racional no podemos salir del mundo, hablar de cosas que se encuentran fuera del mundo. No podemos hablar de algo que esté situado fuera del mundo, como sería hablar sobre el ser o la existencia de un ser hacedor del mundo. Este tema es parte del discurso de la Fé, no de la ciencia ni de la filosofía. El mundo no es un hecho, es el conjunto de series de relaciones concatenadas entre sí. Este constituye el horizonte de lo que tiene sentido. El sentido aparece en la palabra, entendido este término como el manifestarse de toda forma y construcción simbólica que oriente hacia privilegiar una dirección en el todo o contextualice algo con respecto a algo.
Dicho esto en pocas palabras, en el habla se manifiestan las relaciones múltiples de lo que hay. El sentido es y se revela siempre como una relación o conjunto jerarquizado de relaciones, que se ordena por ámbitos o dimensiones. En el mundo no hay cosas sino relaciones. El mundo se constituye como edificación arquitectónica de sentido.Estos términos los postulo como los a priori del discurso nietzscheano sobre la ciencia. Si varían los a priori o los axiomas que postulo como bases de la lógica del lenguaje científico moderno todo el tipo y la forma del conocimiento variaría.
Con esto ratifico lo afirmado por ti en tu obra citada anteriormente.