El filósofo Pablo Manuel Guadarrama es un investigador, doctor en Filosofía (Leipzig) y doctor en Ciencia; además de académico titular de la Academia de Ciencias de Cuba, es Profesor Titular de la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano de la Universidad Central de Las Villas, Santa Clara. Autor de varios libros sobre el pensamiento filosófico latinoamericanos. Ha dirigido varios proyectos de investigación y tesis doctorales en su país y en el exterior. Ha impartido cursos de postgrado y conferencias en varias universidades latinoamericanas, de España, Estados Unidos, Rusia y Alemania.

Por su labor intelectual e investigador ha obtenido varios premios y distinciones académicas, algunas de sus obras: Para qué sirve la epistemología. A un investigador y un profesor; Pensamiento filosófico latinoamericano. humanismo método e historia. Tomo 1-3; Democracia y derechos humanos. Visión humanista desde América Latina. Tomo 1-2; Huellas del filosofar en Latinoamérica y Colombia; Cultura y Educación en tiempo de globalización posmoderna; Humanismo y filosofía de la liberación en América Latina.

Andrés Merejo. (A.M): En su libro “Para qué sirve la epistemología. A un investigador y profesor” (2018), se trazan líneas sobre esta como disciplina teórica, “que tiene como objeto analizar de forma integral el proceso del conocimiento humano desde el nivel empírico hasta el más abstracto- sus fuentes, condiciones, medios, métodos, posibilidades, limites (…), que no se reduce solo a buscar sus fuentes en la esfera material, sino también en el mundo espiritual y subjetivo”.  Sin embargo, no deja un lado la precisión de esta en el ámbito de lo científico al considerarla dentro de la línea filosófica de Mario Bunge, que la define como filosofía de la ciencia, que estudia “la investigación científica y su producto el conocimiento científico”. (p.23). 

¿Hay una ruptura entre epistemología e ideología? ¿Hasta qué punto se encuentra mediada la ideología en la epistemología? ¿Cómo definiría la epistemología o se queda con Bunge en relación a la filosofía de la ciencia?

Andrés Merejo y Pablo Manuel Guadarrama

Pablo Guadarrama (P.G):

A nuestro juicio la epistemología es una disciplina filosófica. Partimos del presupuesto de que la filosofía no es propiamente una ciencia, sino una forma racional de saber que no se reduce a su expresión científica, aunque necesariamente la incluye, pero también se nutre de otras fuentes. Por esa razón, hemos planteado que la epistemología tiene como “objeto analizar de forma integral el proceso del conocimiento humano desde el nivel empírico hasta el más abstracto –sus fuentes, condiciones, medios, métodos, posibilidades, límites, etc.–, que no se reduce solo a buscar sus fuentes en la esfera material, sino también en el mundo espiritual y subjetivo”.

Esto quiere decir que la epistemología en cierto sentido trasciende al saber científico, aunque consideremos que no le faltan razones a Mario Bunge, para sostener que "La epistemología o filosofía de la ciencia, es la rama de la filosofía que estudia la investigación científica y su producto, el conocimiento científico." Si ese producto se nutre de múltiples formas de construcción del saber, entre los cuales no se debe excluir ni la opinión común y ni las técnicas, aunque no siempre estén fundamentadas científicamente, así como otras fuentes emanadas del arte, la literatura, la praxis política, jurídica, religiosa, etc.  ̶ es decir todas aquellas formas de pensamiento que por distintas vías se aproximan al conocimiento de la realidad y del hombre mismo, algunas de las cuales no cumplen esas funciones ̶ en esa situación es aceptable dicha definición.

En algunos casos de la actividad cognitiva del hombre resultan ciertos productos enajenantes que obstaculizan los grados de libertad que deben impulsarlo hacia su permanente perfeccionamiento y también deben ser objeto de atención de la epistemología. Esos fenómenos son inherentes a la contradictoria e histórica «condición humana». Esta última es algo muy diferente a una presunta fatal «naturaleza humana» que preestablece criterios biológicos para la comprensión de algo tan complejo como es el hombre, del mismo modo que se distancia de una supuesta metafísica «esencia humana». 

La cuestión no consiste en que exista una ruptura entre epistemología y las ideologías. Estas últimas deben ser objeto de atención también de la primera consciente de que lo que en otra ocasión hemos sostenido, esto es, que  “Por ideología se debe entender el conjunto de ideas que pueden constituirse en creencias, valoraciones y  opiniones comúnmente aceptadas y que articuladas integralmente pretenden fundamentar las concepciones teóricas de algún sujeto social (clase, grupo, Estado, país, iglesia, etc.), con el objetivo de validar algún proyecto bien de permanencia o de subversión de un orden socioeconómico y político, lo cual presupone a la vez una determinada actitud ética ante la relación hombre-hombre y hombre-naturaleza. Para lograr ese objetivo puede apoyarse o no en pilares científicos, en tanto estos contribuyan a los fines perseguidos, de lo contrario pueden ser desatendidos, e incluso ocultados conscientemente. El componente ideológico en las reflexiones filosóficas por sí mismo no es dado a estimular concepciones científicas, pero no excluye la posibilidad de la confluencia con ellas en tanto estas contribuyan a la validación de sus propuestas”.

El filósofo Feuerbach

No se trata de que “se encuentra mediada la ideología en la epistemología”. El asunto es que, si esta última se ocupa de todo el proceso de conocimiento de la realidad y de la apropiación por parte del hombre de forma relativa e históricamente condicionada de las relaciones objetivas que existen entre los procesos del mundo, está obligada a tomar en consideración los fenómenos ideológicos, especialmente por el efecto práctico que estos tienen sobre la realidad.

   Ninguna filosofía, ni ninguna epistemología pueden librarse de tener algún tipo de nexo con las prácticas ideológicas, pero otra cuestión es admitir que las primeras deban subordinarse a estas últimas. De algún modo sobreviven nexos entre los factores epistemológicos y los ideológicos, especialmente cuando se trata de la implementación de los conocimientos, de la función que desempeñan, del efecto que producen y de los diferentes beneficiarios de sus resultados. Pero ese vínculo no se manifiesta de manera clara y directa, sino a través de múltiples mediaciones.

(A.M): La crítica a los reduccionismos epistemológico, que  se encuentran en su texto: socialdarwinismo, panlogismo analítico- lingüístico, comunicativo – cibernético, estructuralismo, funcionalismo, hermenéutico y fenomenológico, entran en la importancia que le da a cada una de estas disciplinas epistemológicas, sin caer en el reduccionismo o en enfoques unilaterales: “Todo investigador científico o profesor del presente y del futuro deberá valorar en alto grado el papel de la lógica, la lingüística y la cibernética, porque sin algunas de ellas es y será imposible cualquier desarrollo de las ciencias, la tecnología, la filosofía, incluso el arte y la religión, en fin, la cultura general” (p.64).

Cobra importancia el enfoque sistémico y complejo para comprender el mundo y el Cibermundo como un sistema hibrido planetario, de ahí, que abordo como línea de investigación (como profesor investigador, UASD) una filosofía cibernética innovadora, que parte de teorías y conceptos filosóficos relacionados con la cibernética, con la lingüística y con el pensamiento complejo para lograr la compresión de dicho sistema.

¿En este sentido, como concibe la filosofía, en estos tiempos cibernético, transido y perplejo y cuál ha de ser el papel del filósofo, luego de esta segunda década de este siglo XXI? 

(P.G): Una cuestión es valorar en su justo lugar los componente biológicos, lógicos, lingüísticos, comunicativos o cibernéticos en el conocimiento del entramado de las relaciones naturales y sociales   ̶ que cada vez se hacen más complejas al estar emergiendo nuevos áreas, sujetos y procesos ̶ y otro asunto es hiperbolizar el protagonismo de alguno de ellos, al punto que se llegue a realizar una operación reduccionista en el proceso del conocimiento.

Los diferentes tipos de reduccionismos epistemológicos no han surgido por al capricho de pensadores o investigadores ni por procesos inexplicables. Han estado condicionados cada uno de ellos por el diferente estado en que se han encontrado la filosofía, la religión, la ciencia y la tecnología esencialmente. De manera que es comprensible que diferentes épocas de la historia, fundamentalmente de la ciencia moderna, se hayan ido presentado estas diversas formas de reduccionismos, siempre en correspondencia con el despliegue alguna ciencia, o teorías derivadas de ellas, que han ganado credibilidad por lo que han sido con frecuencia trasplantados sus postulados a otros niveles o esferas, más complejos de la realidad.

El filósofo Mario Bunge

     Es comprensible que una sola concepción epistemológica o una sola proyección metodológica es difícil que pueda analizar con plenitud la complejidad de fenómenos del mundo que nos rodea. Por tanto, solo será posible lograr un mayor acercamiento a su conocimiento si se articulan debidamente diferentes enfoques epistemológicos y metodológicos cuya esencia sea una perspectiva holista, sistémica, compleja y dialéctica de la realidad.   

(A.M): En relación al paradigma de la complejidad, que forma parte de la propuesta epistémica suya, para no caer en el reduccionismo y que  Edgar Morin hace como propuesta metodológica que integra en su conjunto dicho paradigma: “la teoría de información , que permite entender y asumir el orden y el desorden de un todo o sus partes en una especie de bucle tetralógico; la cibernética como ciencia del manejo y la regulación de los sistemas; y la teoría de los sistemas, que permite ver las partes interactuando en el todo”(p.103).

  En el 2009, en la Celebración del 88º aniversario de Edgar Morin, se escribió varios trabajos sobre su pensamiento, como parte de un Homenaje Virtual – Comunidad de Pensamiento Complejo. Escribí en esa época sobre “La complejidad en el ciberespacio”. En ese texto decía que el discurso de la complejidad puede definirse como la comprensión del mundo, del universo sin verdades inmutables. Dicho discurso incorpora el orden y el desorden, lo eventual, lo recurrente, lo indeterminado y lo determinado, lo universal y lo particular, lo real y lo virtual, el espacio y el ciberespacio. Todas estas representaciones, opuestas una a otra, se abordan como complementariedad, sin exclusiones, ambas conviven y se interaccionan como fibra de dicho pensamiento complejo.

¿Sin embargo, el paradigma de la complejidad no entra la dialéctica como unidad y lucha de lo contrario, como lo aborda el marxismo?  ¿Cómo se plantea en el plano de lo epistémico el paradigma complejo y el poscolonial; si este último (postcolonial) es excluyente con relación a las reflexiones que vienen de occidente?

(P.G): En primer lugar, no se debe reducir la dialéctica a la simple unidad y lucha de contrarios, aunque este principio constituye uno de sus pilares, pero no el único. El permanente devenir de todo lo existente, en el que el desorden parece reemplazar al orden y finalmente el reordenamiento de todas las fases anteriores, constituye una perspectiva dialéctica, independientemente de que Morin o cualquier otro epistemólogo, lo reconozca o no.

      Este filósofo francés ha sido muy prudente al referirse a sus nexos con la dialéctica. No se debe ignorar que el mismo se ha referido a los incuestionables nexos entre dialéctica y teoría de la complejidad como concepciones complementarias que no se excluyen, sino que se presuponen de manera recíproca.

  La otra cuestión siempre debatible es lo que todo depende de lo que se entienda por marxismo, si a la obra de Marx, exclusivamente, que ni siquiera el mismo le agradaba que se utilizara su nombre para denominar la concepción materialista de la historia, que es la esencia de su pensamiento.

Es muy distinta la idea de una dialéctica científica a un materialismo dialéctico que simplificó y llegó hasta vulgarizar algunos de los enunciados de la primera. En el primer caso se enfatiza la cuestión del método, en el segundo se construye un sistema tan metafísico algo similar a los que Marx y Engels criticaron. 

A mi juicio la teoría de la complejidad constituye uno de los posibles desarrollos y enriquecimientos de la concepción dialéctico materialista del mundo. No pienso que será la única, ni la última, sino una interpretación más en el devenir del nunca acabado camino del conocimiento.

En relación al enfoque poscolonial he planteado en mi libro que proponer: “una “epistemología del sur”, que no obstante la validez de algunas de sus propuestas e independientemente de valiosa postura ideológica de enfrentamiento a los nuevos poderes imperiales en el plano político, económico, científico-tecnológico, comunicativo, etc., encierra el peligro de enfrentar al eurocentrismo desde otro tipo de externalismo etnocentrista o socio-centrista, aunque se declare que no es su intención.”

“Este criterio ha llevado a que se elaboren teorías sobre rasgos específicos de una «filosofía del sur» o un «pensar desde el sur». Nadie debe dudar que factores socioculturales, geográficos y hasta climáticos condicionan de algún modo las diferentes perspectivas de la realidad de hombres y mujeres de distintas latitudes. Este hecho se refleja en la literatura, las artes, la religiosidad, las costumbre, criterios éticos, políticos, jurídicos, filosóficos, etc., pero llegar al criterio que la racionalidad que sustenta el conocimiento científico también depende básicamente de tales perspectivas resulta algo cuestionable”.

Por ese camino se puede llegar que propongan epistemologías desde los cuatro puntos cardinales, e incluso desde sus posiciones intermedias como sureste o suroeste.