(A.M.): En su ensayo “La metafísica de Aristóteles: un modelo para el progreso en el conocimiento”, en el texto Filosofía de la Innovación (Eds. María de Jesús Maidagán, et al) se abordas el estudio de las aporías aristotélicas. Afirmas que el concepto de aporía que el filósofo hereda de la filosofía socrática y platónica “hace referencia (…) a una especie de parálisis de la mente, que por siguiente, hay que evitar, por ser una situación negativa”. Sin embargo, Aristóteles se coloca más allá y la trabaja la aporía “como recurso metodológico”, de naturaleza propedéutica sobre ciertas cuestiones filosóficas y como pregunta donde, en principio, sólo caben dos alternativas como repuestas. Aunque, “En el sentido propiamente aristotélico, una vez planteada la pregunta aporética se desarrollan las dificultades que acarrea el optar por cada una de las dos repuestas posibles”. (2009, Pp.53-63). ¿Puedes comentar algo más sobre la aporía como método en la actividad filosófica de Aristóteles?
(J.A.): Así es: junto al significado gnoseológico tradicional que encontramos en Platón y en otros autores, en Aristóteles la noción de aporía adquiere un nuevo significado, puramente metodológico, que no hace referencia a una parálisis de la mente sino a un momento fundamental en el proceso de investigación de un tema. El caso paradigmático de todo ello lo encontramos en la Metafísica, donde encontramos un recorrido muy sinuoso pero también bastante claro en el que se distinguen tres fases: a) una primera fase aporética que podemos identificar con análisis del contexto histórico-filosófico, que viene definido por las cuestiones planteadas y desarrolladas por los filósofos prearistotélicos, por sus preocupaciones teóricas y por las respuestas o soluciones desarrolladas por dichos autores ante tales preocupaciones teóricas. En el caso de la Metafísica, todo ello está profusamente analizado en los tratados I, XIII y XIV. En estos tratados, Aristóteles establece como objeto de la sabiduría, la búsqueda de las causas y primeros principios de la realidad, para posteriormente abordar en profundidad el análisis crítico de algunos filósofos y escuelas filosóficas presocráticas y también, fundamentalmente, el análisis crítico de la filosofía platónica. b) Vemos seguidamente una segunda fase, o fase diaporética, que hace referencia a los problemas teóricos planteados por el propio Aristóteles a partir de la tradición analizada. Esta fase se centra en el análisis de las grandes cuestiones filosóficas relativas a los primeros principios y causas de la realidad, que el autor desea resolver porque a su juicio no han sido correcta ni suficientemente resueltas por los pensadores anteriores. En el caso de la Metafísica, estas cuestiones se encuentran explícitamente planteadas y desarrolladas en los tratados III y XI 1-2. c) Finalmente, la tercera fase, o fase euporética, que corresponde al desarrollo conceptual y doctrinal llevado a cabo por Aristóteles en vistas a la disolución o superación de las cuestiones aporéticas planteadas en los libros III y XI 1-2 a partir del estudio crítico de la tradición. En el caso de la Metafísica, esta fase se encuentra ampliamente desarrollada en sus libros centrales y se estructura en torno a las nociones fundamentales de ser, substancia, forma, esencia y compuesto, y las doctrinas de la materia-forma, potencia-acto y motor inmóvil.
(A.M.): El estudio de la aporía, de acuerdo a José Ferrater Mora (1981; V. I y III), puede desencadenar en “la descripción e investigación de todos los elementos aporéticos”, que viene siendo la aporética y la cual no puede confundirse con la paradoja, que va en contra de los sistemas de creencias que se consideraban comunes o estable, ya sean estos de opiniones comunes o proposiciones científicas. La paradoja de Zenón en relación Aquiles y la tortuga se sitúa en sentido lógico, no existencial y semántico. Esta se fundamenta en una concepción del tiempo y el espacio (aporía) que no se logra comprender en lo paradójico. Resulta que el héroe Aquiles, el cual Homero describe como el corredor más veloz que había en Grecia, se enfrenta a una carrera con una tortuga, que es el animal que se mueve más lento.
(J.A.): Las paradojas de Zenón han dado mucho que hablar a lo largo de la historia, y no sólo de la historia de la filosofía, sino también de la física y de la matemática, porque en ellas se pone en cuestión o directamente se plantean de modo implícito cuestiones fundamentales como la naturaleza del tiempo y el espacio, su naturaleza continua o discreta, la relación entre las leyes de la lógica y los fenómenos, etc. Paradojas como las de Zenón empujan al ser humano a la reflexión, y en ese sentido son fundamentales para el desarrollo del conocimiento humano.
(A.M.): En tu libro “Platón y la poesía, Ion” (2013), muestras que Platón no solo dirige su crítica contra los poetas, sino también contra los sofistas y otros grupos. Según tus propias palabras, “en la obra de Platón, no es posible desvincular la crítica dirigida a la poesía tradicional de otras corrientes intelectuales que durante un mismo período pugnan por ocupar un mismo espacio en el sistema educativo griego” (p.36-37). Y te remites al Fedro, diálogo en el que “Platón rivaliza con los principales oradores y sofistas de su tiempo en la tarea de establecer los criterios que deben regir la elaboración de todo texto, sea destinado a la escritura o la lectura pública (…)”. De acuerdo con tus conclusiones, Platón lo que pretendía era fundar una nueva tríada literaria: la retórica, la poesía y la mitología bajo la autoridad de la Filosofía.
(J.A.): Así es. Las acusaciones contra la poesía lanzadas por Platón son numerosas, aparecen a lo largo de toda su obra, atañen al contenido y a la forma, y son dirigidas desde diversos supuestos éticos, políticos y metafísicos. Sin embargo, tales ataques no son lanzados contra la poesía en tanto que poesía, sino contra la poesía tradicional y su importante presencia en el ámbito educativo griego. Frente a la tradición poética y frente a las distintas corrientes intelectuales que se disputan el espacio educativo de su tiempo, Platón pretende elabora una nueva poesía sometida a la filosofía, que no sólo resulta agradable sino también útil. Y lo mismo se puede afirmar con respecto a la creación de relatos míticos, aspecto importantísimo en la obra de Platón, y, desde luego, con respecto a la retórica, que en el Fedro identifica con la dialéctica, es decir, con la filosofía. Ya desde Diógenes Laercio se tiene la idea de que en Platón coexisten dos almas en pugna, la del filósofo y la del poeta. Pero nada de eso es correcto, porque Platón en ningún momento de su vida dejó de considerarse a sí mismo un poeta. Ahora bien, desde muy pronto dejó claro que la poesía, como la mitología y como la retórica, debía estar sometida a la transmisión eficaz de la verdad.
(A.M.): La crítica a la poesía por parte de Platón, al igual que la de Sócrates, Heráclito y Jenofonte, apunta a los poetas de tradición líricas, tragedias, a poetas como Hesíodo y sin dejar a un lado a Homero y sus textos la Odisea y la Ilíada. Tú explicas que estos poetas, en esa época (finales del siglo V, antes de C.), permean la cultura griega en todas sus dimensiones y que ejercían un verdadero monopolio en el sistema educativo griego y una modelación en la mentalidad del ciudadano griego, que enfocaban sus miradas a los espacios poéticos repletos de mitos, personajes, relatos y personajes, que se ponían de manifestó en las plazas públicas como privadas; sin embargo con Aristóteles se aleja de esta concepción y considera que la poesía, tiene un valor filosófico más allá de la historia, al parecer luego de Platón ¿Con Aristóteles se rompe la tradicional de disputa entre Filosofía y Poesía?
(J.A.): Aristóteles, en efecto, reconoce abiertamente en la Poética el valor catártico de la tragedia, postura que le aleja de la valoración platónica, e incluso reconoce en la poesía cierto valor filosófico, como cuando al compararla con la historia afirma que “la poesía es más elevada y filosófica” (1451b5-6). Sin embargo, ello no debe esconder el hecho significativo de que el filósofo asume con Platón la convicción de que con el discurso filosófico se inicia algo nuevo que, en gran medida, rompe con la tradición poética anterior. Ser consciente de este hecho es necesario si se desea percibir correctamente la magnitud y las razones de fondo del conflicto del que Platón nos está hablando. En este sentido, Aristóteles no duda en subrayar la diferente naturaleza de la poesía y la filosofía y en presentar la superioridad de ésta sobre aquélla en lugares clave de su obra. Ya en el capítulo primero de la propia Poética el filósofo afirma que “a los que exponen en verso algún tema de medicina o de física suelen llamarlos así [poetas]. Pero nada en común hay entre Homero y Empédocles, excepto el verso (1477b17-19). Y en la Metafísica, donde el Estagirita describe el origen y desarrollo de la filosofía a partir de los criterios por él mismo establecidos, afirma que también los más antiguos, los que teologizaron, comparten con Tales y los jonios una idea similar a la naturaleza, pues hicieron progenitores de todas las cosas a Océano y Tetis, y que los dioses juran por el agua, la llamada Estigia por los poetas. En estos lugares el Estagirita establece de un modo eficacísimo los criterios que van a definir la tarea del filósofo, al tiempo que aleja al poeta de los cometidos de aquél. O dicho en pocas palabras: Aristóteles acerca los poetas a los filósofos pero abre a su vez una profunda zanja entre ellos.
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