(AM). Siguiendo la línea de lo que dices sobre la democracia y la polis en Grecia antigua, en mi libro Conversaciones en el lago. Narraciones filosóficas, yo cuestiono la democracia de Pericles, al tiempo que digo los momentos más esplendorosos que dio en la Grecia antigua lo fueron bajo los treinta años de régimen democrático de Pericles, comprendido entre el 461 y hasta su muerte, en el 429 a.C.
Fue en ese régimen que los filósofos vivieron persecuciones y el exterminio, no soportaba que Sócrates, Protágoras, Anaxágoras cuestionaran el orden divino, negando los dioses, los mitos, leyes y costumbres. Sin embargo, esto sucedía en la “Atenas democrática” de Pericles, no en Mileto, Éfeso, Clarozomene, que eran colonias de Jonia, en la que vivieron filósofos como Tales, Heráclito, Anaxímenes y Heráclito, los cuales cuestionaron los diversos mitos de esas regiones, dando como resultado un paso importante en la filosofía con relación del mito al logos, del orden jerárquico narrativo divino al orden de la racionalidad universal.
¿Desde la Filosofía política, como tú focalizas esa diferenciación de cultura democrática en ambas regiones de la Grecia antigua? ¿La tolerancia en una zona y otra no?
(EAI): Y hablar de democracia, al menos como la entendemos hoy (hay una diferencia radical entre la democracia directa y representativa), en el mundo clásico no tiene sentido como tampoco lo tiene tachar a la filosofía política clásica como antidemocrática. Y si los clásicos rechazaban la democracia, era porque pensaban que la meta de la vida humana y, por tanto, de la vida social, no radica en la libertad, sino en la virtud. Para el pensamiento clásico, la libertad como ideal comporta muchas ambigüedades, porque es libertad tanto para el bien como para el mal. Por el contrario, la virtud surge sólo a través de la formación del carácter y la creación de hábitos, lo que requiere de la posibilidad de disfrutar de tiempo de ocio, lo cual exige, a su vez, un cierto nivel de riqueza que está en manos de unos pocos. En conclusión, dada la escasez de los recursos y la inevitable permanencia de la mayoría pobre, la democracia, el gobierno de la mayoría, es –según los pensadores griegos– el gobierno de los ignorantes y nadie querría vivir bajo un gobierno tal.
Y, en este sentido, coincido contigo con esa crítica y revisión de la grandeza de la Atenas de Pericles que, si en algún sentido fue para Atenas, lo fue a costa de las demás ciudades de la Liga de Delos, que acabaron subyugadas por el imperio ateniense, que, además de dirigir el ejército, la marina y la diplomacia, estableció su propio control político en estas ciudades. Asimismo, toda la grandeza económica y monumental de la Atenas de Pericles fue debida a que éste ordenó trasladar el tesoro de la Liga a la ciudad de Atenas y utilizada en propio beneficio.
En el Discurso fúnebre de Pericles (recogido por el historiador Tucídides) aquél realiza expresiones como “tenemos una Constitución que no envidia las leyes de los vecinos, sino más bien es ella modelo para algunas ciudades que imitadora de otros. Y su nombre, por atribuirse no a unos pocos, sino a los más, es Democracia”, donde, prosigue Pericles: “A todo el mundo asiste, de acuerdo con nuestras leyes, la igualdad de derechos en las disensiones particulares, mientras que según la reputación que cada cual tiene en algo, no es estimado para las cosas en común más por turno que por su valía, ni a su vez tampoco a causa de su pobreza, al menos si tiene algo bueno que hacer en beneficio de la ciudad, se ve impedido por la oscuridad de su reputación.” Está claro que éste es un discurso propagandístico aprovechando las honras fúnebres de unos soldados atenienses al comienzo de la Guerra del Peloponeso, donde se utilizan todos los recursos identitarios del comunitarismo. Es importante seguir leyendo esa obra de Tucídedes, aunque centrada en el período del conflicto armado, para percibir implícitamente la coyuntura en la que se había basado el esplendor de Atenas y su sistema político teóricamente igualitario; que no había sido sino una forma de gobierno populista, basada en el expolio y la explotación de los “aliados” de la Liga de Delos, y que a base de pequeños conflictos victoriosos externos y un discurso patriótico mantuvo unidos a los distintos grupos e intereses políticos y económicos de Atenas.
En este sentido, frases del Discurso como “afirmo que la ciudad toda es escuela de Grecia” o “es la única ciudad de las actuales que acude a una prueba mayor que su fama, y la única que no provoca en el enemigo que la ataca indignación por lo que sufre, ni reproches en los súbditos, en la idea de que son gobernados por gente digna” referidas a Atenas, están en las antípodas de lo que la historiografía de la época y la persecución sufrida por la disidencia a Pericles corroboran.
(AM). En la filosofía política tú abordas el pensamiento político de Maquiavelo y dices que es el fundador de la filosofía política moderna, ya que fue el primero que hizo toda una crítica a la filosofía política clásica en cuanto que ésta culmina en una utopía y no en el bien común, que luego podría traer la virtud, ya que primero tenemos que partir del “bien común”, esto es, partiendo de objetivos que la sociedad realmente persigue, como son estabilidad, prosperidad, gloria y poder.
En Maquiavelo esto se podía materializar en una república como sistema (el republicanismo) bajo el mando de un hombre fuerte de carácter. ¿Qué diferencia y coincidencia hay entre la filosofía política de Maquiavelo, su Príncipe, y la de Hobbes, ¿con su obra el Leviatán? ¿En Hobbes no se aplica el fin justifica los medios?
(EAI): Maquiavelo, a pesar de que a su pensamiento le falte la sistematicidad y la globalidad de autores como Hobbes, es el fundador de la teoría política moderna, en el sentido que su teoría se asienta en el terreno de la “técnica política” y de la argumentación ceñida a las circunstancias empíricas. Además, es indiscutible el hecho de que a él se le debe, por primera vez, haber sustraído la teoría política de la subordinación a la teología o a la filosofía moral.
La obra política de Maquiavelo es una perfecta síntesis teórica de la nueva realidad socio-política, de los conflictos de poder en la Italia renacentista. Él se enfrenta a la política desde la óptica del activista siempre presto a defender los intereses de Florencia, destacado funcionario que ocupa múltiples cargos de responsabilidad en una época de convulsión y crisis de la República en el interior y con el exterior; y su propuesta política es una república mixta bien constituida garantiza el imperio de la ley, donde los ciudadanos son sujetos de derechos y deberes; esto es, que a su garantía de estar defendidos por la ley y poder ejercer la acusación, también tienen el deber de cumplir la ley y defender la República ante los ataques recibidos.
A pesar de ser muchas veces percibida como manual de astucias y consejos, El Príncipe se centra en una coyuntura política concreta y no se desdice del pensamiento republicano de Maquiavelo, aunque para adentrarnos en profundidad en esta teoría política de la que Maquiavelo es un importante exponente sin duda hay que zambullirse en su obra más elaborada: Discursos sobre la primera década de Tito Livio
Por su parte, en su Leviatán, Hobbes afirma el principio antropológico individualista cuyo motor es el deseo de poder, siendo el estado de guerra la condición natural del hombre, es decir, la confrontación de voluntades de poder. En la sociedad natural no hay ley, ni moral, ni justicia, sólo fuerza y fraude, virtudes de la guerra; por lo que salir del estado de naturaleza requiere del concurso de la pasión y de la razón. Las pasiones positivas para lo social son el miedo a la muerte, el deseo de comodidad y la confianza en los frutos del trabajo. Las razones positivas son las normas de paz que permiten acuerdos entre los hombres y reciben el nombre de leyes de la naturaleza. Así, las leyes naturales, afirma Hobbes, exigen a cada uno hacer un contrato entre los hombres para buscar la paz y mantenerla, para asegurar así la propia seguridad.
El acto del contrato que une el poder de todos en uno funda el Estado o Leviatán. En él los contratantes transfieren todo su poder al soberano, que se tiene que atener a lo acordado en ese pacto social realizado por los participantes en el acto instituyente democrático que impone límites a la voluntad de poder.
- Thomas Hobbes
(AM): Una parte importante del texto gira en relación a la filosofía política y la ideología, y se toma a Marx como referencia y su concepción sobre la ideología, que a pesar de que, como bien tú dices, no desarrolló una teoría sistemática sobre ésta, si produce una visión en la que el sistema de representación que produce la ideología entra en la falsa conciencia.
En La ideología alemana (1979), en la que Marx y Engels dice que el ser de los hombres es su proceso de vida real: “Y si en toda la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertido como en una cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico (…). La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden” (…) no tienen historia ni desarrollo propio, ya que son los “hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambia también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento” (…) de ahí que “No es la conciencia la que determina la vida sino la vida la que determina la conciencia”. (p. 26). ¿El enfoque marxista cuestionó, al introducir la ideología como sistema de creencias e ideas, la filosofía política y moral de la Grecia antigua? Además de plantear la filosofía política de utopía socialismo–comunismo, ¿el marxismo, da una visión crítica, más allá de la época moderna de la filosofía política fundamentada en Maquiavelo, Hobbes y Rousseau?
(EAI): En su intento de invertir el universo de conceptos de la filosofía de la historia hegeliana, Marx, partiendo de la síntesis entre las ideas y la realidad concreta del hombre formulada por Feuerbach y de la crítica radical de la filosofía especulativa hegeliana y de su posición teológica, denuncia la alienación política y económica que sufre el hombre y señalando que el progreso no estaba determinado por el desenvolvimiento de la idea objetiva, sino por el desarrollo de las condiciones generales de toda la especie humana, poniendo así las bases para que la humanidad pueda sustraerse de esa alienación y asumir el protagonismo de llevar a la práctica las transformaciones económicas y políticas necesarias.
Si para Hegel la sociedad civil es el reino de los intereses egoístas y el Estado unifica y supera la particularidad en la universalidad racional asegurando la “comunidad ética”, Marx considera que esta concepción encubre la particularidad de las leyes que deberían responder al interés general, e invierte así la concepción hegeliana. El Estado y la burocracia no encarnan la racionalidad, dependen de intereses particulares y, en este sentido, la sociedad civil (los intereses privados, las mercancías, el dinero, los contratos, etc., el reino de la economía política) tiene primacía sobre el Estado, que se convierte en su sustento. Con la crítica a la filosofía del Estado de Hegel, Marx desplaza la atención hacia la actividad social y económica realizada en la sociedad y descubre la relación económica antagónica entre la clase capitalista y la trabajadora.
Para el marxismo, el modo de producción capitalista ha desarrollado la productividad del trabajo a través del control de todos los medios de producción, ha fomentado el maquinismo, ha establecido un mercado mundial al unificar cada vez más las condiciones de la producción y del cambio, y sobre todo, ha creado una clase internacional, el proletariado, capaz de tomar en sus manos el aparato productivo y llevar a la sociedad hacia una sociedad donde no subsisten ni explotadores ni clases sociales. El modo de producción capitalista, en definitiva, ha creado las condiciones para el paso a una sociedad superior. Por tanto, sólo el proletariado puede levantarse para derribar el orden actual e instaurar la sociedad sin clases: el comunismo
Con todo, el pensamiento marxista ha ido evolucionando y adaptándose a las nuevas realidades, siendo hitos importantes el desarrollo del comunismo y la socialdemocracia, así como las nuevas referencias al marxismo y su consiguiente elaboración teórica.