AM): En tu texto Ser en – (la)- Relación. Ensayo para una hermenéutica relacionista (2018), tu explicas que la Filosofía es reflexión crítica, que no pretende imponerse como la verdad única, reducida al monólogo; más bien deviene en diálogo, a interpretación y de “perfil hermenéutico” atravesada por el lenguaje del acontecimiento constitutivo de la condición humana, de la que reflexionara Hannah Arendt, incluso Michel Foucault.

Además, señala: “Que todo filosofar implica hoy vérsela con la ciencia. Esto es, hacer filosofía supone retomar, considerar o abordar los datos de las ciencias en el ejercicio de sus argumentaciones”, sin dejar de considerar que el quehacer filosófico no tiene un objeto o experiencia particular de estudio, por el contrario, esta abarca un accionar y “campo de acción mayor que cualquier saber particular” (p.16-17). ¿Este vérsela con la ciencia sería más bien con la tecno-ciencia, con el cibermundo virtual que entra en una relación con el poder de control virtual?

(EM): Considero que sí. De hecho, una de las condiciones de la filosofía y el filosofar hoy, implica asumir críticamente el impacto de la cultura digital y de la tecnología en el mundo humano. Hay toda una filosofía de ese orden que trata de convertirlo en valor para la innovación y comprensión de los campos del sentido que emerge desde lo digital, lo virtual o el cibermundo en su totalidad.

Libro de Edickson Minaya

Es interesante analizar también, como nuestra vida cotidiana, nuestro accionar y modos de vida han sido colonizados por ese cibermundo virtual, tema que tú has investigado por décadas desde el campo filosófico. También, en qué medida ha transformado nuestras praxis que se relacionan con el poder y la creación del conocimiento. Negar todo esto, es cerrar una puerta a la comprensión de la vida, tal como se desarrolla hoy en día. Creo que el filósofo está siempre hermanado con el acontecimiento. De hecho, filosofar significa asumir la vida, la existencia, el ser y la experiencia como puro acontecer.   

(AM): La filosofía como ontología de actualidad, de diagnosticar el presente, del aquí y ahora, implica cómo pensar en la  crisis de nuestros tiempos caracterizados por lo cibernético, lo convulso y lo transido por un cibermundo pandémico, de covid-19; en la que la filosofía para convertirse en un saber valido en este contexto de la crisis actual, “tendrá que  esforzarse en dilucidar los problemas  fundamentales  que enfrentamos hoy, comprometiéndose  a ofrecer una imagen y una crítica más adecuada de nuestro mundo y de nosotros mismos”(ibid.,41), en la cual se asuma el acontecimiento “como el ser que posibilitad nuestro devenir”, descartando toda visión de lo eterno, lo inmutable. ¿En ese enfoque filosófico entran las investigaciones que he estado trabajando por más de dos décadas sobre filosofía cibernética innovadora, del ciberespacio el poder y la virtualidad?

Filósofos José Mármol, Andrés Merejo, Edickson Minaya y Julio Minaya

(EM): En filosofía contemporánea hay una larga tradición que entiende a la filosofía como ontología del presente o de la actualidad. Ahí, encontramos filósofos tan distintos como Heidegger, Foucault, Vattimo, Deleuze y en los últimos años Claude Romano… La filosofía tiene que ayudarnos fundamentar un saber sobre nosotros mismos. Quiénes somos. Dónde estamos. A qué obedecemos. Cuáles son las nuevas fuerzas que nos gobiernan. Qué se puede hacer para cambiar esto o aquello. Cómo podemos empujar una nueva crítica a lo establecido. Qué pasa con nosotros… y así sucesivamente… La filosofía es un saber que se compromete con nuestro mundo.

En efecto, la filosofía fue siempre compromiso con lo humano y lo social. Que tiene la necesidad de responder a eso que configura al ser humano. Por ejemplo, pienso en la filosofía medieval y moderna. En la primera, de alguna manera los filósofos intentan comprender, qué mundo es el que se está configurando: una sociedad feudal, de un nuevo poderío, de una forma de pensar extraña y cerrada. Esa filosofía, es una respuesta a esa nueva experiencia que emerge desde un campo de dación. Lo mismo los filósofos modernos. Descartes, Hume, Leibniz, Spinoza… fueron filósofos que respondieron a su experiencia, a su sociedad. Una sociedad donde empezaba a desmoronarse toda una cosmovisión, pero que a la par surgía otro paradigma científico gobernado por las ciencias naturales, de crisis del cristianismo frente al nuevo endiosamiento de la razón. Y así repetidamente, lo encontramos en Nietzsche, en Marx, en Freud, en Husserl, en Wittgenstein, en Andrés Ortiz-Osés, Vattimo y Trías, y los ejemplos pueden continuar y nunca acabar.

Lo cierto es que la filosofía se constituye a partir de una experiencia de vida, donde razón y emoción entran en un diálogo permanente por más que queramos negar el uno o el otro. La filosofía canaliza todo el acontecer de hombre y mundo para reconducirlo hacia una comprensión que posibilite escudriñar y cuestionar, pero también crear y proponer otros modos posibles y viables, con la finalidad de mejorar lo que ya tenemos o hemos heredado de las distintas tradiciones.

(AM): En tu texto inédito, Simbolismo e implicación. Contribuciones a la hermenéutica simbólica de Andrés Ortiz-Osés (2020), explicas el sentido de lo humano no como sentido cósico ni técnico o instrumental, sino como sentido simbólico o significativo, axiológico o valorativo; así pues, ni pura trascendencia ni impura inmanencia, sino trascendencia inmanente.  Este sentido humano entra en el orden de la interpretación gracias al lenguaje como capacidad innata de simbolizar. ¿En la hermenéutica, el lenguaje y el discurso son fundamentales para la comprensión filosófica del mundo y el cibermundo virtual?

(EM): El lenguaje constituye la trama de nuestro pensamiento y de la cultura. Nos ayuda a tejer el sentido de nuestra experiencia humana del mundo. El lenguaje es el eje fundamental con que se erige cualquier interpretación y comprensión. Andrés Ortiz-Osés me enseñó a ver el lenguaje como urdimbre. Esto es, como sistema de relaciones que está adherido a la razón y que posibilita la expresión o todo el sistema comunicativo que recurre al símbolo para enunciar la realidad. El poder contenedor del lenguaje lo demuestran las distintas disciplinas que lo usan como medio para describir la personalidad humana. Recuerdo que Lyotard en su libro La condición posmoderna, llegó a afirmar que nuestras sociedades se caracterizan de las anteriores porque tienen una gran dependencia del lenguaje. Incluso, el conocimiento, la ciencia como tal, depende de él y un ejemplo es la informática, la cibernética, la informatización de la sociedad y la configuración del cibermundo. Así, la atención al lenguaje otorga un nuevo estatus a las ciencias en general y a la filosofía, a la vez que les proporciona nuevos “objetos” de estudios y nuevas herramientas para conceptuar la realidad.

Dramaturgo Fausto Grullón

Por otro lado, para mí, la categoría del discurso es central no solo para la hermenéutica, sino para la filosofía en toda su amplitud. Por extraño que parezca, a pesar del giro lingüístico que se produce en la filosofía contemporánea, escasos filósofos incorporan la categoría de discurso y son pocos conscientes de su importancia. Todavía te encuentras con no pequeños círculos que suelen afirmar “la filosofía no es discurso”, como queriendo decir que es algo más. Pero este no es el problema. El problema es que la filosofía es algo más y también discurso. Esta noción tuvo su amplio desarrollo con las investigaciones lingüísticas y el surgimiento del análisis del discurso como herramienta metodológica en ciencias humanas. Pero, entiendo que se ha extendido y abarca un sin números de saberes, llegando a afectar a la filosofía misma como forma de comprender la realidad. Prestarle atención a la naturaleza del discurso y su relación con la filosofía, es una de las misiones de mi propuesta.

(AM) De acuerdo con tus planteamientos teóricos, “los espacios virtuales son las nuevas fuentes que proporcionan saberes, conocimientos, opiniones, informaciones diversas. La imagen, la difusión de símbolos; la comunicación simbólica, junto a la dispersión de la información son rasgos característicos que destacan en esta época”.  En este sentido, la filosofía cibernética innovadora que voy trabajando entra en el estudio del cibermundo virtual, de las redes sociales envuelta en redes de poder de control virtual y de saber poder que en determinado momento se concentra en poder del Estado y la posverdad. ¿Cobra sentido abordar esta temática en estos tiempos cibernéticos y transidos?

(EM): Hoy, lo virtual y digital forman parte de nuestras realidades. De ahí surge la necesidad de una filosofía que pueda ayudar a comprender su dinámica e impronta en la cultura actual. Ambos se han adherido a nuestros pensamientos y comportamientos. Y en el debate cultural, de los saberes, de la nueva imagen del conocimiento, atenderlos es urgente, pues comprenden el suelo en que nuestro mundo hoy descansa. Un ejemplo de ello es la educación virtual con los requisitos que implica; o cómo nuestra experiencia estética, respecto a la imagen, ha cambiado con lo digital, me refiero a la manera de ver y apreciar una imagen. O cómo lo digital modificó, casi radicalmente, la manera de hacer y ver cine y televisión, incluso ya hay todo un “teatro virtual-digital” que en República Dominicana empieza a despegar con autores como Ingrid Luciano -profesora también de la Escuela de Filosofía de nuestra Universidad- y Fausto Grullón, reconocido autor local. Dos dramaturgos que respeto y admiro, y es interesante observar cómo rápidamente entendieron, tras la pandemia del Covid-19, la necesidad de hacer teatro de otra manera, enseñándonos, además, algo importante: que para existir una forma artística o de otra índole hay que poner la tecnología a nuestro favor e incorporarla a nuestro saber, si no queremos desaparecer. O, que hay que aprovechar los cambios culturales y aprender a incorporarlos en nuestras propuestas. Para mí, la investigación filosófica no se queda atrás. Recuerdo que, en el 1999, durante el Primer Congreso Dominicano de Filosofía, el filósofo español Eugenio Trías – que era el invitado de honor- dijo que la computadora (el ordenador) era el mejor invento para los filósofos, a propósito de la escritura, la creación y generación de ideas de manera casi automática y veloz. A parte, de que le facilita armar el texto, de ir aquí, allá, acá.

Lo que quiero decir, es que lo virtual, lo digital, el ciber espacio, son chances positivas como diría Gianni Vattimo, oportunidades y no factores que llevan la destrucción de algo que hacemos en la práctica o que añoramos.

(AM): La construcción de la filosofía hermenéutica que tú has trabajado entra en una compleja relación no excluyente de los principales filósofos hermenéuticos, que van desde Heidegger, Ortiz-Osés, Gadamer, Vattimo, entre otros. El recorrido de este filosofar es lo que deja por sentado, no solo la definición de la hermenéutica propiamente dicho, sino la delimitación en cuanto dejar y coger de estos pensadores algunas ideas importantes para el propio horizonte de tu discurso hermenéutico.

Filósofa Ingrid Luciano Sánchez

Es partiendo de ahí, que en tu texto encontramos como uno de los puntos de partida a Vattimo, cuando que este define la hermenéutica como “la orientación filosófica que asume como tema central el fenómeno de la interpretación, considerado como el rasgo esencial de la existencia humana y como la base apropiada para la crítica y la destrucción de la metafísica tradicional” (p.39).

De esto se desprende que la definición de Vattimo, sin excluir las diversas perspectivas que puedan tener determinados autores de acuerdo a tus criterios, es la que se impone después de la Gadamer, de acuerdo con ti. Es en ese sentido tú concluyes diciendo que “la hermenéutica a partir de Heidegger será filosófica: ontología del ser y de nuestra facticidad; luego, descripción de la posibilidad del comprender (Gadamer); pero a su vez, se propone como camino para preparar la salida de la metafísica tradicional (Vattimo); creando, asimismo, la vía para retirarse de su racionalidad excluyente (Ortiz-Osés), pero con firme carácter descifrador de lenguajes y símbolos (Osés, Ricoeur y Beuchot)” (Ídem).

¿Por qué no escribiste un texto de epistemología hermenéutica sobre este este enfoque?

(EM): Los autores que trabajo, sus textos o discursos los veo como “caja de herramientas” que me ayudan a realizar mi labor de reflexión; todo lo que incorporo de ellos tiene una intención metódica y argumentativa. No veo en los textos, como hacen muchos filósofos, ni un pretexto para hablar ni una pieza de museo para contemplar. Para mí, son materiales de trabajo. Así lo pensaron Wittgenstein y también Foucault. Todo lo que se aporta y ha aportado la historia del pensamiento son herramientas para diseñar tu propio trabajo. Por eso me gusta la idea del collage, del bricolaje, del conocimiento por ensamblaje, de la reconstrucción, de los procedimientos deconstruccionistas, del trabajo colaborativo, de la recolección del dato de la experiencia ligado a la intuición como hace la fenomenología, etc. Y respondiendo a la pregunta, yo trabajo por etapas y por capas. Voy tejiendo mi reflexión como si de un camino se tratase en el que tengo que seguir calles, callejones, vías, subidas, bajadas, entradas y salidas. Actualmente, estoy trabajando en un texto que habla de esa “epistemología hermenéutica” donde planteo una “hermenéutica del saber” e incorporo la pragmática y la semántica para establecer un esquema más entendible y viable de la diversidad de los saberes en este mundo globalizado, posmoderno y digital. Espero a final de este año concluir con ese trabajo que me ha costado mucho, pues en él, reconstruyo toda una tradición, y me adentro en una extraordinaria bibliografía en francés con la que hago un verdadero diálogo.