(AM): En el libro “Al paso de los sabios, Senderos de la Filosofía” (2009) hay un ejercicio filosófico sobre el desafío del filosofar, el sendero de la filosofía, la filosofía y la técnica, ¿Se trata de una reflexión a vuelo de pájaro de algunos puntos de la filosofía?
(DVP): Esa obra fue concebida como una introducción a la Filosofía para estudiantes universitarios del ciclo básico, pero ella puede servir a otros más avanzados en el conocimiento filosófico como estímulo para la profundización en diferentes temáticas. Sin embargo, hay dos líneas fundamentales que dan unidad al texto: la lógica, o el buen pensar, y la ética, o el buen actuar.
Mi idea inicial fue hacer un texto que abarcara diferentes temas compendiados que ocupan a la filosofía para luego desarrollar un libro de cada uno de esos tópicos. Era un plan muy ambicioso, comparado con la brevedad de la vida, por lo tanto, después de eso he decidido enfocarme en una sola temática especial: la ética, en la que he puesto todo mi empeño y ya he publicado dos libros con un enfoque innovador, a parte de mi disertación doctoral, que se enmarca en la ética política.
(AM): En la página 35 del libro, explicas que la cultura desde Platón es un complejo de mutualidad social, compuesto de conversaciones, diálogos, intercambio de impresiones entre sujetos que interactúan, “sin embargo, las tecnologías visuales modernas encierran en sí el potencial de corroerlas” ¿se hace difícil la tarea del filosofar?
(DVP): Eso está en el primer capítulo, donde me propuse presentar la tarea de filosofar como un desafío, puesto que es una actividad que hoy en día está expuesta a fuertes condicionantes que limitan su desarrollo, entre los que podemos citar: el excesivo y mal uso de los medios televisivos, la importantización progresiva de la imagen y la apariencia como medios para el reconocimiento social y el desorden conceptual, expresado en el uso de conceptos para fenómenos que no les corresponden. Todo esto nos da una visión desgarrada de la realidad, alejándonos más de la verdad, a la que aspira toda filosofía. Creado ese contexto, se propicia sacar a las disciplinas filosóficas de las escuelas y de las universidades, y en los medios de comunicación cualquier comentarista puede vender la idea de que es un filósofo.
Lo concerniente a las tecnologías de comunicación visual, las que nos proyectan imágenes, hoy sabemos que las imágenes se captan y se acumulan en el hemisferio cerebral derecho o pensamiento intuitivo, donde sólo basta ver y ya, el mensaje ya llegó; se abre los ojos y el mensaje está, sin necesidad de analizar, de reflexionar, de discutir…Sin embargo, el hemisferio izquierdo, que es el analítico, queda fuera de estímulo. En consecuencia, si los niños y jóvenes de hoy pasan más horas captando imágenes, que el tiempo que dedican a la escuela y a la lectura, pues es plausible que no tendrán ningún interés en problemáticas filosóficas, donde tienen que emplear el hemisferio cerebral izquierdo, que apenas habrán estado ejercitando.
Si las imágenes han estado principalmente moldeando las mentes desde niños, es obvio que las actividades que precisan del hemisferio izquierdo sean cada vez más raras y rechazadas. La filosofía, y las matemáticas, son las disciplinas más afectadas. La lectura profunda de libros tiene una decreciente minoría, mucho más aún dedicarse al análisis y a la precisión conceptual, como lo hacen los filósofos. Si la tendencia se mantiene, los filósofos somos una especie rara en vía de extinción y el homo sapiens irá perdiendo la esfera de lo inteligible, como escribía Jovanni Sartori. Aquí encaja el show business para mantener a la gente entretenida, muerta de risa todo el día, pero a la vez violenta y deprimida porque se está depotenciando lo que realmente les identifica como humanos: su capacidad de entender, de reflexionar, de analizar. Se sustituye entender por ver y la tarea de filosofar es la más difícil.
(AM): Tú haces referencia a Aristóteles en cuanto que la actividad política tiene que buscar “una sincera preocupación por mejorar la vida de todos los ciudadanos, y así contribuir a la felicidad de cada uno” lo que deviene en el deber ser del político que siente mejorar la vida de los ciudadanos y que va en contra de la apariencia que es una forma de concebir la política y los partidos políticos como instrumentos para saciar sus apetencias personales. ¿Visión del ser y la apariencia que nos remonta al filosofar del platonismo en su texto “La República”?
(DVP): La República, de Platón, es aún la obra adecuada para introducirse en las ciencias políticas. Ella quiere ponernos ante la idea de lo que debe ser la república y lo que es una sombra de república. En la república real a los ciudadanos les va bien y son felices porque los más sabios son los que gobiernan para el bienestar de todos. En la sombra de república no hay bienestar ni armonía porque los que dirigen no son los más capacitados ni están basados en los principios éticos. A la obra de Platón le sigue “La Política” de Aristóteles, que es un complemento más pragmático y analítico, pero ambas son la referencia categorial para entender el discurso político. Si hoy hablamos de democracia, reinado, oligarquía, tiranía, etc. Son conceptos que agradecemos a esas obras, además de la importancia de las leyes y de la moralidad para la nación y el buen gobernar.
Para Aristóteles también la política buscar la felicidad de todos los ciudadanos, cosa que el político no puede realizar si es movido por egoísmo o apetencias personales, o grupales. Pero hay una diferencia entre Platón y Aristóteles: mientras que para Platón el bien de todos sólo se alcanza si gobiernan los filósofos, para Aristóteles también se puede alcanzar mediante asesoría filosófica al gobernante, de aquí que instruyera y asesorara al emperador Alejandro para que construyera un reinado de progreso global. El ideal de la política fue para ambos, y sigue siendo, el bien de todos, el progreso de la nación y del mundo. Los gobiernos decaen cuando se olvidan del ser de la república y los políticos de todas partes sólo pueden asumir el poder legítimo vendiendo la imagen de que van a resolver los problemas que afectan a la nación. Así el ser de la política es un continuum que por primera vez quedó fundamentado en la República de Platón. Nunca a nadie se le confió el poder diciendo que quería riquezas, que quería dañar a otros, sino que siempre el político tiene que vender la imagen que él va a resolver los problemas de la gente, o, al menos, de ciertos sectores claves de la sociedad. El mundo sigue siendo platónico, vive de la idea de lo que es una república, aunque en el transcurrir del tiempo lo que se observa son muchas sombras diferentes de ella. Los países que más se desarrollan y las empresas más sólidas son precisamente los que más se acercan a la idea, valorando las capacidades y la formación de su gente para los cargos, además de su integridad moral.
(AM): Hay un tema interesante que abordas en la página 95 sobre los cuatro Ídolos de Francis Bacon y que están contenidos en su texto “Nuevo Órgano de la Ciencia” y que representa los engaños que bloquean el conocimiento verdadero; el primero de los ídolos es el de la tribu y que se refiere a “la percepción humana que pretende captar la objetividad del mundo humano confiado en los datos de los sentidos, convirtiendo así en dogma a la percepción misma, como si el entendimiento fuera un espejo fiel de la realidad” y que encaja con los ídolos de la caverna, que es cuando el sujeto se encierra en su propio pensamiento y estilo de vivir como si fuese el único y verdadero. A éstos les siguen los ídolos del foro que se refieren a la inadecuación del uso del lenguaje y de los conceptos, y los ídolos del teatro, cuando se vive presa de una visión y no cultiva el espíritu de la crítica. ¿Sólo el enfoque metodológico de la inducción es, de acuerdo con Bacon, que podemos superar estos ídolos?
(DVP): Un gran aporte de Bacon es habernos advertido sobre las posibles fuentes de error para llegar a un conocimiento confiable y que las haya categorizado en cuatro grupos según su procedencia: las que dependen de mi condición humana, las que dependen de mí como individuo, las que vienen por el lenguaje y las que vienen del entorno, de la sociedad y sus doctrinas. Esto debe ser una guía para que los investigadores puedan autoevaluarse y ganar consciencia de cuáles estorbos acechan al conocimiento para evitarlos.
Pero Bacon fue ingenuo al pensar que el error esté ligado a un método y que la verdad se haga evidente mediante el método inductivo. El problema es mucho más complicado, aún hoy se debate sobre el método y en todo se ve pro y contra. Un método es sólo una guía, no un dogma ni una camisa de fuerza, y determinados fenómenos hay que estudiarlos con diversos métodos para entenderlos mejor. Aristóteles empleaba inducción y deducción lógica, y en determinados casos sólo nos ayuda la intuición. Si el conocimiento válido fuera sólo el inductivo, entonces Bacon estaba en un error, porque eso él sólo podía saberlo mediante su intuición, no por deducción ni inducción.
Con el método a emplear para ganar conocimiento hay que ser más flexible y dinámico, hasta creativo y que los resultados de las investigaciones se midan, además de saber cómo se hizo, por sus consecuencias prácticas a favor del desarrollo de la vida y del mundo. En este punto estoy de acuerdo con el pragmatismo de James.
(AM): En el capítulo III, te refieres al sabio y al sabichoso, el primero entra en la reflexión y el conocimiento profundo de las cosas, mientras que el segundo es una caricatura del sabio, una apariencia, un ser inauténtico y siempre se encuentra “dirigido hacia posiciones de poder y a la acumulación de dinero y de cosas materiales como meta de su vida” (p.117) Vive para el tener, no para el ser, como diría Erick Fromm, y como bien tú lo relacionas con el ámbito de la terminología dominicana es un sujeto que “Aparenta saber, pero en verdad no sabe; es un bultero o avivato”. De ahí, que tu afirmación se retuerce en pregunta para la cultura, lengua- sociedad dominicana, ¿La sociedad del conocimiento en el cibermundo permanece siendo un discurso en una sociedad de sabichosos?
(DVP): Ese acápite sobre el sabichoso fue inspirado en las vivencias que tengo de la sociedad dominicana, aunque se aplique a otros entornos. No son pocas las veces que hemos oído a presidentes y ministros nuestros hablar de que estamos en la sociedad del conocimiento, como si la suya fuese una, cuando para ellos, en la mayoría de los casos, el conocimiento no vale, es pisoteado, porque no se rodean de la gente más preparada, no tienen en cuenta a los doctores de las diversas áreas, a profesionales que han hecho buenas maestrías, etc.
Nuestro país es aún una sociedad de amigos, de compañeros, de camaradas, de familiares. En general, a los puestos van los más allegados, no los más talentosos y mejor preparados. Se hacen concursos formales para ocupar puestos, pero de antemano se sabe quién ganará, retorcemos las leyes y nos burlamos del que se preparó bien, poniendo licenciados (y hasta gente sin grados académicos) a dirigir a maestros y doctores.
¿Cómo atreverse a hablar de sociedad del conocimiento cuando un profesor universitario gana menos que un diputado o un regidor, cuando cada año hay que pelear por un presupuesto justo para la universidad estatal, que sólo sobrevive?
Todo eso es una caricatura de sociedad del conocimiento, que sí funciona en países más desarrollados, y por eso se han desarrollado, pues sin el verdadero conocimiento no hay desarrollo real, Platón tenía razón.
En tus valiosas reflexiones que has venido haciendo sobre el ciberespacio, de seguro que coincides conmigo en esto: si no queremos ser parias del cibermundo, donde hay que competir con talentos y conocimientos, debemos superar esta sociedad de sabichosos y adentrarnos a crear un entorno donde la preparación y el talento sean los que se impongan. Pero como nuestros políticos han florecido en ese ambiente de avivatos es muy difícil que en lo pronto podamos ser una sociedad del conocimiento, que se haga sentir en el mundo global por sus aportes valiosos en las diferentes áreas del saber.
Nosotros, los amantes de la sabiduría, debemos enfrentar la pseudo- intelectualidad reinante en los medios, desenmascararla y deconstruirla. Ese será nuestro gran aporte para hacer a nuestras sociedades más competitivas.