(A.M): En el tomo.1, de “Democracia y derechos humanos”. Visión humanista desde América Latina (2016) hay una reflexión en torno a la ideología y la posibilidad epistémica de esta y su definición como “el conjunto de ideas que puede constituirse en creencias, valoraciones y opiniones comúnmente aceptadas y que articulada íntegramente pretenden fundamentar las concepciones teóricas de algún sujeto social (clase, grupo, Estado …), con el objetivo de validad algún proyecto, bien de permanencia o de subversión de un orden socioeconómico y político”(p.36). En Conversaciones en lago. Narraciones filosóficas, voy en parte por esa línea, ya que asumo que toda ideología como sistema de ideas políticas, económica, culturales y sociales tienen pretensiones universales y además trata de seducir e inducir a los sujetos, los cuales por más crítico y transformadores que sean de estas ideologías, no pueden escapar de a estas. Louis Althusser, trataría de reformular el termino ideología al encuadrarla en los Aparatos Ideológicos del Estado y sus instituciones, como la familia, la escuela, la religión, lo jurídico, lo político, social y cultural. ¿Qué relación hay entre episteme e ideología y clase social? ¡Donde Marx quedo atrapado con relación a la ideología como falsa conciencia y escamoteadora de la realidad?
(P.G): El hecho de que la ideología haya sido concebida originalmente por su padrino como una ciencia del mismo modo y por la misma época en que Comte bautizaba el término de sociología como ciencia de la sociedad, resulta, sin dudas de interés y evidencia la intención de optimismo epistemológico que embargaba a ambos pensadores franceses. Especialmente si se tiene en consideración que esta última demoró mucho en alcanzar el debido reconocimiento por parte de la comunidad científica, en tanto la ideología no solo no lo ha logrado hasta el presente, sino que mantiene aún su anatema de anticientífica.
Filósofos de otras épocas se habían percatado de la indiscutible proclividad al error latente en el pensamiento humano cuando se trata de la gestación y consolidación de nuevas ideas. Siempre existe la posibilidad de sostener como válidos múltiples juicios cuyo carácter insostenible la historia luego se encarga de revelar. Marx y Engels utilizaron inicialmente el término ideología en el sentido usual por entonces, cargado de significación peyorativa desde la visión napoleónica, y resulta inadecuado pasar por alto el contexto específico en el cual ellos formularon tal criterio. Y sí destacaron que el fenómeno de la ideología responde a su proceso histórico de vida. Lógicamente, si es histórico no puede ser siempre idéntico. Por tanto, las relaciones y fenómenos que se deriven de tal proceso histórico ―entre ellos los ideológicos― tienen necesariamente que ser diferentes y evolucionar.
Ante todo, en ese análisis se estaban refiriendo, como anteriormente apuntaban a la "producción de las ideas y representaciones, de la conciencia", es decir, a lo que de Tracy concebía como el contenido de su pretendida ciencia, la cual lógicamente encontraría en el materialismo filosófico de Marx y Engels el acostumbrado enfrentamiento crítico a todo lo que oliese a especulación y al usual "lenguaje de la política , de las leyes, de la moral de la religión, de la metafísica, etc, de un pueblo", que también en nuestros días generalmente dista mucho de la realidad.
Resulta obvio pensar que Marx y Engels estaban tomando distancia de las carcomidas formas de construir sistemas filosóficos, religiosos, éticos y, sobre todo, políticos, ocultos siempre en un embrollado discurso tan etéreo como falso.
En tal sentido, aseguraban que "la moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología, y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia".
Su mayor interés era en este caso acentuar la postura materialista en el plano ontológico y gnoseológico de la cuestión de la génesis, en última instancia, de las ideas. Su pretensión no era convertirse en sepultureros precoces de toda historia de la filosofía, de la religión, las ideas políticas, jurídicas, etc.
Era lógica aquella aseveración si se refería a la forma propiamente especulativa, abstracta y alejada de la realidad que ha sido común a tantos sistemas de ideas éticas, religiosas o filosóficas. A este tipo de sistemas se referían, a nuestro juicio Marx y Engels, al negarles "su propia sustantividad".
De otro modo resultaría ingenuo sostener que Marx y Engels negaron propiamente la existencia de la historia de la filosofía, de la religión, de las ideas éticas, políticas, jurídicas, etc., cuando existen múltiples pruebas no solo del reconocimiento de su existencia, sino de estimular su cultivo. Como en el caso de la recomendación engelsiana de estudiar la historia de la filosofía como vía para ejercitar el pensamiento.
Los mejores deseos de Marx y Engels estaban dirigidos a que se pusiera fin a la falseada modalidad de construir ideologías, filosofías y sistemas éticos apriorísticos, como se pudo apreciar en algunas interpretaciones del marxismo-leninismo, configurado en época de Stalin con fines eminentemente ideológicos para tratar de justificar una determinada práctica política, social, científica, cultural y especialmente filosófica, que fosilizó el materialismo histórico y lo convirtió , junto al engendro del materialismo dialéctico, en una teoría especulativa, abstracta y alejada de la realidad. Ello motivó a que Ernesto (Che) Guevara lo caracterizara como una nueva escolástica. La realidad es testaruda y no siempre coincide con las aspiraciones de los más talentosos científicos o pensadores, por bien intencionadas que estas sean.
La valentía académica de muchos de los marxistas ha sido la denuncia del fermento tergiversador que encierra lo ideológico, que como poderoso bumerán puede y ha tenido que ser aplicado también a las ideas y a la práctica de los propios marxistas.
Pero presuponer que toda formulación ideológica proveniente de cualquier pensador porta fatalmente la carga culpable de la falsedad, implicaría la contraproducente conclusión de la imposibilidad de escapar de las redes del engaño cuando de ideología se trate.
Si Marx y Engels hubiesen pensado siempre así, no hubiesen tenido incluso la menor muestra de autoestimación de la labor política e ideológica que desarrollaban. Aun cuando sus intenciones y la mayor parte de su actividad intelectual poseían un carácter científico, —reconocido hasta por intelectuales de derecha como en el caso de Raymond Aron en su homenaje a Marx en la UNESCO con motivo del centenario de su muerte― no es sostenible pensar que ignorasen la carga ideológica de su obra. En verdad, en ella nunca estuvo distanciado el componente científico del ideológico ni de la exigida fundamentación ética.
Ya en la definición de ideología que sugerimos como ideas pretenden fundamentar las concepciones teóricas de algún sujeto social (clase, grupo, Estado …) esta claro que pueden estar vinculadas tales ideas a los intereses de alguna clase social, pero no es asi en todos los casos pues hay ideologías feministas, indigenistas, africanistas, etc., que no necesariamente se vinculan a una clase social.
(A.M): Uno de los principales estudiosos e investigadores de Estudios del Discurso, Teun A. van Dijk, nos explica en su libro “Ideología. Una aproximación multidisciplinaria”. (2006), como las ideologías son creencias en nuestra mente y que las creencias “serían constructos mentales basados en lo social que constituyen los “hechos” característicos de la “realidad” social y cultural”. (p.43: los conceptos entre comilla no son míos). La ideología de acuerdo Van Dijk, deviene en conjunto de creencias, la cuales son compartidas socialmente y relacionadas con estructuras sociales (ideologías de grupo) y muchas de estas creencias son de manipulación mental, ya que esta última es un “depósito de creencias”.
Como tales estas creencias “representan al mundo, incluso los hechos de la naturaleza, involucra la interpretación y la compresión de ese mundo en término de categorías conceptuales socialmente adquiridas” (ibidem).
El critica los supuestos de maniqueísmo de ideología mala o buena, tal como se refiere usted en ese primer volumen sobre “Democracia y derechos humanos” ¿cómo usted articula las creencias – mente en los análisis de la ideología?
(P.G): No recuerdo haber utilizado los términos de “ideología mala o buena” en mis trabajos. Aunque no conocía esa definición de Teun A. van Dijk me parece acertada. No necesariamente estamos obligados a considerar que algún pensador europeo descubre las ideas antes que uno de otras latitudes. Lo que si considero es que hay ideologías que se orientan con los sectores y tendencias renovadoras o progresivas, en tanto hay otras conservadoras por lo que se oponen a cualquier cambio por limitado que sea. Que sean “buenas” o “malas” depende de quien las valore
(A.M): De acuerdo a Van Dijk, “la ideología no conducen necesariamente a conflictos sociales declarados”, ya que diferentes sectores en el ámbito académico, profesionales, grupos políticos o no gubernamentales “pueden tener todo intereses e ideología diferentes e inconsistentes y aun conflictivos, sin por ello exhibir tales conflictos en forma de prácticas discriminatorias u opresivas dirigida contra los otros”. (2015).
Lo que no deja a un lado que la ideología no empuje o incita acciones concretas de acuerdo al interés o la estrategia del grupo que la sustenta, pero no necesariamente ocurre siempre, ya que, “las leyes, las normas, los acuerdos u otro interés propio no ideológico pueden prohibir el conflicto declarado: algunas veces la paz social y la cooperación pueden ser el criterio prevaleciente, en interés propio, sobre el conflicto sectario o basado en la ideología”. (p.215). ¿Como enfoca la ideología en el ámbito del conflicto social o de las luchas de poderes o de clases sociales?
(P.G): Es cierto que la ideología no siempre conduce necesariamente a conflictos sociales declarados, pero eso no quiere decir que no existan tales conflictos subyacentes, que pueden explotar cuando nadie menos imagina, como las recientes protestas populares en varios países latinoamericanos. Martí sostenía que los pueblos son como los volcanes, nadie los enciende. Explotan solos cuando el magna se calienta demasiado. Toda lucha de poderes o de clases sociales esta mediada por ideologías y el apoliticismo es la forma mas sutil de actitud ideológica de determinados individuos indiferentes, esto es, aquellos que están de acuerdo en que las cosas sigan como están.
(A.M); El economista Tomas Piketty, en su obra “Capital e Ideología”, enfatiza en relación a la ideología la parte positiva y constructiva de esta, no la negativa o destructiva, de ahí que la define “como conjunto de idea y de discursos a priori plausible y que tienen la finalidad de describir el modo en que debería de estructurarse una sociedad, tanto en su dimensión social como económica y política”, a la vez que explica que “el conflicto y el desacuerdo ideológico son inherentes a la ideología como tal”(p,14). Partiendo de esto, él aborda la problemática de la desigualdad social, el cual es un tema analizado en su primer libro “El capital en el siglo XXI” (2014) y es de los principales problemas que está aquejando el mundo y el cibermundo de estos tiempos cibernético y el cual “viene determinada por el sistema de fronteras, nacionalidades y derechos sociales y políticos asociados. Además, (ibid.,18) “contribuye a comienzo del siglo XXI, a alimentar conflictos ideológicos violentamente multidimensionales en torno cuestiones desigualitaria, migraciones e identitarias “(…). ¿La desigualdad social es uno de los grandes problemas que hay que afrontar? ¿En un problema que hay que enfrentar de manera urgente en América Latina? ¿La crisis chilena?
(P.G): No solo la desigualdad social es uno de los grandes problemas que hay que afrontar, por supuesto, pero también la corrupción y las injusticias que prevalecen en los países capitalistas. Tales conflictos que emergen como las protestas en Chile no son simples diferencias ideológicas, son en verdad consecuencias de acelerada desigualdad social que genera el neoliberalismo.
(A.M): En su libro “Cultura y Educación en tiempos de Globalización posmoderna” (2006), hace un cuestionamiento a los fundamentos filosóficos e ideológicos del neoliberalismo que en son parte de la crítica actuales que hace Piketty, en el texto “Capital e Ideología”, así como la búsqueda de alternativa ante la crisis del neoliberalismo. El postulado suyo: “La búsqueda de alternativas ante el actual predominio del neoliberalismo se realiza necesariamente desde una perspectiva multidisciplinarias” (…), lo cual implica la sociología, la política, la filosofía, y otras áreas del saber. ¿Cómo valora la quiebra de los modelos sociales que se experimentaron en Brasil, con Lula, en Bolivia, con Evo Morales, en Ecuador, con Correa y Venezuela con Maduro? ¿Todo ha sido culpa del imperialismo norteamericano? ¿Qué no funcionó?
(P.G): Cada uno de estos casos es muy diferentes. No soy un politólogo, por lo tanto, no me atrevo a dar respuesta a que funcionó y no funciono en cada uno de esos países. Solo puedo hacer algunas reflexiones presuntamente filosóficas. El capitalismo es una sociedad que tiene bien engrasados sus mecanismos de autocorrección. Sus ideólogos y gobernantes no permiten fácilmente que se hagan transformaciones sociales que afectan a las oligarquías nacionales y mucho menos a las trasnacionales. Cuando un pueblo decide transformaciones revolucionarias debe hacerlo tomando medidas radicales de transformación y una revolución que no sabe defenderse está condenada al fracaso, comentaba Lenin.
Por otra parte, cuando se aceptan los mecanismos democráticos tradicionales hay que admitir la posibilidad que prevalezcan las fórmulas también tradicionales de compra de votos. Si a todo eso se le suma que la potencia imperial bloquee a un pueblo para que se produzcan protestas sociales, puede ser que lo logre, pero también puede fracasar en ese intento como ha sucedido con Cuba y Venezuela. Si a todo eso se la suma la manipulación ideológica de los medios de comunicación masiva, comúnmente controlados por la derecha, creando noticias falsas y junto a eso la solapada labor de algunas sectas religiosas, es posible que logren la manipulación de elecciones.
Finalmente se han creado mecanismos sofisticados para golpes de Estado blandos, pero cuando es necesario duros también. No olvidemos que las oligarquías son demócratas cuando tienen aseguradas las posibilidades de victorias, pero en caso contrario se convierten en pinochetistas.
En estos momentos aunque resulta difícil vaticinar cual será el desenlace final de las protestas contra las políticas neoliberales que se han producido y continúan desarrollándose en diferentes países y no solo los latinoamericanos, lo que no cabe duda es que ellas son expresión de que el protagonismo de los distintos sectores populares se ha incrementado cuantitativa y cualitativamente por lo que los gobernantes en los países en las que estas injustas formas socioeconómicas prevalece están siendo obligados a negociar y ceder en muchas de sus medidas políticas.
Aunque el cielo no ha sido tomado por asalto, al menos se aprecian turbulencias que obligan a tomar precauciones de todo tipo, pues las fuerzas represoras siempre están dispuestas a acatar nefastas ordenes de quienes se aferran a sus privilegios y están decididos a tratar de salvaguardarlos de cualquier modo. Pero a la vez todo indica que los diversos sectores populares están decididos a continuar las protestas por sus reivindicaciones, conscientes de que estas afectan no solo el PIB de sus respectivos países, sino sus propias precarias condiciones de existencia.
(A.M): En el tomo 2, “Democracia y derechos humanos. Visión humanista desde América latina” (2016), hay una parte en la que se aborda el papel que juegan los medios, las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la promoción de la democracia y de los derechos humanos y por eso dice que “el efecto de la virtualidad llega a producir mayores impactos que la reproducción fidedigna de la realidad, de ahí, que una de las grandes batalla intelectuales de los representantes de los sectores populares del presente y del futuro inmediato sea la conquista del poder mediático para ponerlos en función de cultivar en la audiencia la confianza en que otro mundo menos cosificado y más humanos si es posible”(p.220). ¿Lo que significa que no estamos ante un montón de chatarra tecnológica del capitalismo y la globalización?
(P.G): Exactamente “no estamos ante un montón de chatarra tecnológica del capitalismo y la globalización”, por eso mismo los lideres sociales deben saber utilizar estos instrumentos de la forma mas eficaz para poder contrarrestar el poder de los mas poderosos. La batalla es desigual, pero no hay otra alternativa que emprenderla.
(A.M): En mi libro “La dominicanidad transida entre lo virtual y real” (2017), explico la importancia de que se comprenda que el ciberespacio, ese mundo de la virtualidad, no sea reducido a simple tecnología de la información y comunicación y sino que se incorpore un ámbito complejo de Tecnología de la del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC) y de la Tecnología del Empoderamiento y la Participación, en la que se dan proceso de movimientos sociales interactivos (hackactivismo) y de política- social cibernética bien estratégicas de parte de sujetos cibernéticos, promoviendo y luchando por la democracia y los derechos humanos y contra la desigualdad social (ciberpolítica). ¿Cómo vislumbra todo este proceso de la implicación de las redes sociales y el ciberespacio en esos movimientos sociales en Latinoamérica y en el mundo, en estas dos primeras décadas del siglo XXI?
(P.G): Coincido en que estamos obligados a utilizar todas las herramientas tecnológicas en favor de los procesos educativos, culturales y políticos, pues de todas formas serán utilizados por aquellos que no están muy interesados que favorezcan a los sectores populares.
Lo que va del siglo XXI ha demostrado el papel cada vez más protagónico de las redes sociales, especialmente ante la crisis de los partidos políticos tradicionales, tanto de derecha como de izquierda.
En el dominio de esas nuevas herramientas que ofrecen tanto para las tecnologías de la del aprendizaje y el conocimiento como para el empoderamiento y la participación popular. En la actualidad ya no solo se utilizan con fines mercantiles de promoción de productos, sino que múltiples instituciones políticas y religiosas las están utilizando para ganar adeptos, por tanto, es un terreno en el cual se enfrentan ya las diversas ideologías que prevalecen y otras que van surgiendo.
Sin el aprovechamiento de la ciencia y la tecnología es imposible asegurarle un futuro lo mejor posible a las nuevas generaciones. Pero eso no basta, pues si no esta esa labor acompañada del cultivo de las artes, las humanidades, la filosofía, etc., que contribuyan a fomentar ética y la cultura ecológica-demográfica, es posible que el holocausto de la humanidad deje de ser una ficción.
La filosofía debe contribuir a fomentar el optimismo no solo epistémico, sino también axiológico. En otras épocas lo ha hecho. No tiene que ser diferente de ahora en adelante. Pero no se debe fomentar cualquier tipo de filosofía, pues aquellas que enarbolan el nihilismo, pesimismo, el escepticismo, las posturas misóginas, y misantrópicas no serán propicias para lograr ese objetivo.
Estamos obligados a fomentar en las nuevas generaciones filosofías superiores a las que ha gestado la humanidad hasta el presente, pero que tampoco subestime aquellas mas valiosas engendradas por todos los pueblos del orbe, y no solo los europeos, desde las primeras épocas de las civilizaciones.
Los que cultivamos la filosofía en Nuestra América tenemos ese desafío y no podemos quedarnos por debajo de las generaciones de valiosos pensadores que nos han antecedido. Solo una postura electiva antes las ideas filosóficas mas valiosas elaboradas en cualquier época y parte del mundo, que será útil para construir nuevas herramientas ante problemas como el ciberespacio, que pensadores de otras épocas no imaginaron debía la humanidad asumir, posibilitará que la filosofía siga siendo útil y transformadora de conciencia, que ya es bastante,
Pablo Guadarrama González.
Santa Clara, Cuba. 27 de enero de 2020.