(AM): En sus reflexiones sobre el filósofo Leopoldo Zea, aparecida en  Estudio crítico (2017, Madrid), precisa el carácter particular y universal de la filosofía; su compleja relación entre la realidad concreta, que se da en un tiempo y espacio determinado en relaciones de vivencia culturales, sociales y políticas, que conecta con el accionar, con lo intelectual y lo existencial del hombre, lo cual implica lo universal y que, según usted, es de suma importancia cuando se refiere a   Zea, ya que para él  “no existe una filosofía universal, sino filosofías concretas que se universalizan en la medida en que son comprendidas por otros y comprenden a estos otros”. (p.7). Es por eso que, para Zea, de acuerdo al discurso suyo, la filosofía Latinoamérica “tiene como fuente la comprensión del pasado. La originalidad con la cual sustentó la existencia de la filosofía en América Latina radica en relucir su presencia en el pasado, que no significa, por cierto, excluir la experiencia de la filosofía occidental, sino al contrario tomarla como referencia (…ibíd., p.8).

Leopoldo Zea

¿Cómo valora en estos tiempos los proyectos societales la perspectiva de Latinoamérica y su relación con la filosofía? ¿Vitalidad o esfumación?

(ASG):

Los cambios promovidos por las sociedades en distintos países latinoamericanos durante los años transcurridos de la actual centuria pienso que, en cierta manera, alimentaron por reflexiones propiciadas por la filosofía latinoamericana. Destaca principalmente el interés de los nuevos líderes de la marea rosa por hacer realidad el ideal bolivariano de la integración de Nuestra América que confluyó en 2010 en el contexto de la conmemoración del bicentenario del inicio de las independencias al fundar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), amén de otros procesos de integración económica y cultural. Recuérdese que Leopoldo Zea fue un incansable promotor de la unidad latinoamericana por medio de la cultura y la educación.

La filosofía latinoamericana, como toda filosofía, no puede padecer el etnocidio ni esfumarse ante la cambiante realidad latinoamericana. Como filosofía situada en tiempo y espacio tiene el reto de realizar la crítica de los hechos y como discurso alternativo plantear nuevos derroteros, otras utopías.

(AM): En el libro se enfatiza la visión de Zea en cuanto a que la filosofía ha de ser de carácter social y político, que va más allá de la sola interpretación de los diversos fenómenos del mundo real, que incluye además la orientación y la transformación de esa realidad y en cuanto al saber práctico se encuentra comprometida “en la solución de la problemática existente”. Las mismas circunstancias latinoamericanas marcan sus praxis filosóficas, sobre todo si se atiene a que ella es expresión de la cultura prevaleciente. (Ibíd., p.11).

Este enfoque del filosofar latinoamericano deja bien claro la crítica, el enriquecimiento y las diversas correcciones de lo que ha sido la tradición filosófica occidental en nuestra región, lo cual no significa dejarla a un lado, sino incluirla en esa especificidad de ser Latinoamérica. Lo que entra en esa concepción de Zea en cuanto a las diferencias humanas innatas (ibíd., p.51) “cultivadas por las circunstancias históricas y que deben “ser consideradas con el afán de enfatizarlas dentro del conjunto de relaciones sociales existentes para ser comprendidas y así coadyuvar al fortalecimiento de esas relaciones, como sumas de diferencias propia de la naturaleza humana” (…). ¿Se ha podido trabajar en esa orientación en estas dos décadas del siglo XXI? ¿No hay un resurgimiento de la intolerancia, del ser identitario, único, exclusivo y excluyente, antes que reconocer que somos diferentes?

(ASG):

Su interrogante es muy importante para clarificar el quehacer actual de la filosofía latinoamericana. Uno de los principales aportes del pensamiento de Leopoldo Zea fue intentar superar el problema del colonialismo intelectual expresado en el supuesto sentimiento de inferioridad al trabajar por sustentar la igualdad de los seres humanos, pero reconociendo las especificidades de cada persona por el lugar donde vive, por eso encapsuló la conceptualización del ser humano con en los términos siguientes: “Todos los hombres somos iguales, pero diferentes”.

Los años transcurridos durante el presente siglo testimonian la relación dialéctica entre filosofía latinoamericana y realidad, al fortalecer la comprensión de la dinámica sociopolítica, económica y cultural y nutrirla con alternativas de solución. La principal fuente de inspiración de nuestra filosofía lo constituye la realidad latinoamericana, de modo que existe correspondencia y contemporaneidad entre filosofía y realidad.

Ante su interrogante: ¿No hay un resurgimiento de la intolerancia, de ser identitario, único, exclusivo y excluyente, antes que reconocer que somos diferentes? La filosofía latinoamericana, pienso, ha impactado en sentido contrario, más bien para aminorar las expresiones del colonialismo intelectual, al fomentar valores como el respeto a la diversidad étnica, la inclusión socioeconómica, la participación libre y corresponsable en los asuntos públicos, etcétera. De modo que la filosofía latinoamericana se cultiva como discurso crítico, analíticos, a favor del diálogo, con base en la recuperación del pensamiento de nuestros pueblos originarios, y comprometido con la formulación de alternativas societarias de carácter comunitarias, democráticas, igualitarias y justicieras.

(AM): Leopoldo Zea, en el libro Fin del siglo XX ¿Centuria perdida? (1996, pp. 28-29) presagiaba el fracaso del neoliberalismo, luego de criticar el fin de la historia, tras analizar lo que fue el siglo XX, con la crisis del sistema socialista y lo que ha sido el sistema capitalista, y cómo en esos tiempos venía retumbando lo que ha mediado del siglo XIX, Marx y Engels llegaron a decir en el Manifiesto Comunista de 1848, que un fantasma recorre Europa: “El fantasma del comunismo”. Para Zea, en vísperas del siglo XXI, el que recorre al mundo entero, más bien es “el fantasma de los marginados”. Marginados por su clase, su piel, su religión, cultura, nacionalidad y origen social, también por su sexo, sus inclinaciones sexuales “(…). Marginados que están poniendo en crisis viejos poderes que daban sentido al orden liberal, como el ejecutivo (el legislativo y el judicial en el sistema democrático” (…).

Hoy con la desigualdad social que arropa a Latinoamérica y parte de Europa, ¿cuál es la relación de los marginados con esa desigualdad que se ha incrementado en estos tiempos cibernéticos y transidos?

ASG):

Los marginados son producto del sistema capitalista mundializado a partir del siglo XVI y mientras persista este modo de producción existirá la exclusión y marginación en todas las sociedades: menos en los países desarrollados, más y creciente en los países periféricos.

En el caso específico de los países latinoamericanos debemos agregar que la imposición del capitalismo en su forma más atroz implicó genocidio, explotación de los recursos naturales, sobreexplotación de la mano de obra de indígenas y de negros, y, sobre todo, una desigualdad económica hasta ahora imposible de revertir dentro de ese modo de producción. Consecuentemente esa desigualdad histórica continúa profundizándose por la instrumentación de las políticas neoliberales, caracterizadas con justa razón como políticas del antidesarrollo.

Ciertamente, esas mayorías marginadas enfrentan y luchas contra el ensanchamiento de la desigualdad con diferentes y efectivos proyectos altercapitalistas. Entre esos procesos destacan las luchas político electorales que han llevado al poder a políticos preocupados por atender prioritariamente las raíces de la injusticia social en el marco de proyectos identificados como el socialismo del siglo XXI, gobiernos del Buen Vivir o Vivir Bien y la Cuarta Transformación. 

(AM). La revolución tecnológica en el siglo XXI se coloca más allá de cálculos y herramientas digitales, porque se ha dado gracias a la producción de nuevo conocimiento, al espíritu innovador en diversos campos del saber. Nuevo conocimiento, nuevo producto, no son solos tecnológicos, sino espacios sociales educativos, culturales, económicos, y políticos, que han venido configurando la mentalidad de los sujetos que viven bajo los efectos producidos por el cibermundo que se entreteje de redes de poder y control virtual en el ámbito del ciberespacio. Partiendo de esto, he trazado una línea de investigación fundamentada en una filosofía cibernética innovadora; edificada en el pensamiento complejo, la teoría de sistemas, la cibernética de segundo orden y todas las redes de los dispositivos de poder (Agamben) y la visión de cibernética (Foucault) como gobierno de sí y gobierno de los otros.

Alberto Saladino García

Es por eso que cobra importancia el trabajar sobre la tecnociencia y el enfoque humanista, desde una crítica y reflexión ajustada a los nuevos tiempos de esta segunda década del siglo XX. Se requiere, pues, ir un poco más allá de Leopoldo Zea, el cual “concibió los avances científicos y tecnológicos como creaciones sublimes de la inteligencia humana, cuyas manifestaciones contemporáneas convocan a la reflexión por su exaltación de meros saberes instrumentales, de considerarlos como conocimientos con los cuales explotar y manipular la naturaleza”. Lo que no excluye su valoración positiva sobre la tecnociencia, lo cual era en Zea una apreciación fundamental que se “basó en el hecho de haberlas comprendido como productos de los esfuerzos culturales de la humanidad, de lo cual deriva que ninguna sociedad puede estar excluida de la posibilidad de colaborar en esos campos para bien de ellas como de los seres humanos en su conjunto”. (ibíd., p.52). ¿Cómo enfoca usted estos cambios cibernéticos y sociales?  ¿Hasta qué punto afectan el modo de pensar y actuar de los sujetos sociales?

(ASG):

Los avances tecnológicos en todos los ámbitos tienen un carácter instrumental que los seres humanos generan para mejorar sus condiciones de vida, por lo que los cambios cibernéticos vienen impactando en el acceso a una mayor calidad de convivencia humana. Han resultado virtuosos en casi todos los ámbitos del trabajo, al facilitar y eficientar las actividades y tareas, asimismo por estimular la interacción entre individuos en tiempo real y al revolucionar los sistemas educativos. Los efectos negativos tienen que ver no con los avances tecnológicos sino con sus abusos o desusos, entre ellos la generación y difusión de informaciones falsas, por ejemplo.

Su cuestionamiento: ¿hasta qué punto afectan los cambios cibernéticos el modo de pensar y actuar de los sujetos sociales? Pienso que coloca esas transformaciones en el centro de la vida actual de la mayoría de los seres humanos y en efecto, así es, por eso se identifica a nuestra época como la sociedad de la información y del conocimiento. Por tanto, los cambios cibernéticos están determinando nuevas formas de actuar, asimismo generan otras actitudes en los individuos y sociedades, con lo que influyen en la transformación de las maneras de pensar, lo cual implica, para el campo de la filosofía, aperturar nuevos planteamientos sobre los cuales reflexionar, específicamente al redireccionar la filosofía de la tecnología.