Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco. Premio Nacional de Ensayo Científico (2014). Premio de Ensayo Pedro Francisco Bonó (2012). Miembro de Número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Profesor del Año de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (2021). Encargado de la División de Investigación del Instituto Superior en la Formación de la Carrera Diplomática y Consular (INESDYC), del Ministerio de Relaciones Exteriores. Fue director de Investigación de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (2018-2021) y de la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (2014-2018). Ha sido integrante de la reunión constitutiva de la Red Iberoamericana de Filosofía e integrante de la Comisión de Alto Nivel para la Difusión de la Filosofía de la UNESCO. Autor de los libros: Reflexiones filosóficas. Artículos de ética, política y filosofía (2018); Las tensiones de Thomas Kuhn: Una perspectiva crítica para los estudios sociales y culturales de la ciencia (2014); La filosofía y los espacios de la libertad (2012), así como de diversos artículos publicados en revistas especializadas nacionales e internacionales.

Sócrates y la toma de la cicuta.

Andrés Merejo (AM): En tu condición de filósofo y articulista de opinión durante 10 años del periódico Acento te has dedicado a rastrear y a escribir sobre diversos problemas de la actualidad. ¿Crees que es fundamental la divulgación de temas filosóficos en nuestro tiempo?

Leonardo Díaz (LD): Por supuesto. No veo la filosofía exclusivamente como una disciplina académica que aborda problemas con unos recursos conceptuales y metodológicos arraigados en una tradición. También la veo como una actitud crítica ante el mundo vinculada a los problemas de la ciudad (la polis). La filosofía occidental surgió como una actitud de asombro ante la naturaleza, pero también, como una preocupación por los problemas políticos relacionados con la organización de la sociedad.

La función de la filosofía no es encerrarse en las paredes de la academia como si fuera una disciplina tecnocientífica. Debe propiciar debates en el espacio público. Es lo que llamé hace unos años el “giro callejero de la filosofía”.  La presencia en los medios de divulgación es un esfuerzo por contribuir con este giro, el retorno de la filosofía para mediar en el diálogo al que todo ciudadano está llamado a participar.

(AM): En estos tiempos convulsos, transidos y cibernéticos, ya no solo nos desplazamos en el espacio territorial del mundo, sino también, en el ciberespacio del cibermundo, entretejido de poderes y control cibernéticos, así como de redes sociales virtuales. ¿Cómo definiría la filosofía en estos tiempos?

(LD): Para mí, la filosofía sigue siendo una actividad intelectual que pretende analizar los fundamentos de nuestra experiencia del mundo, los principios que orientan nuestra forma de conocer y de actuar. La revolución tecnológica que señalas amplía el horizonte de dicho análisis. La reflexión filosófica no solo emerge de la vieja tradición intelectual de la humanidad, sino también de las nuevas situaciones generadas por los cambios científicos, tecnológicos y políticos.

(AM): En el ámbito de la filosofía cibernética innovadora, que he venido investigando y que conoces bien, como Director de investigación de la Facultad de Humanidades de la UASD, emergen problemas como: la posverdad, la realidad virtual, el fin de la privacidad, el ciberespacio; en fin, el cibermundo. ¿Cobran importancia estos problemas desde la filosofía?

El búho de Minerva,símbolo de la filosofía.

(LD): Por supuesto. Si la reflexión filosófica emerge también de los grandes cambios científico-tecnológicos, entonces no es ajena a la revolución cibernética y a sus implicaciones. Cuando examinamos la historia de la filosofía, observamos que los grandes filósofos abordaron los problemas fundamentales de su época. Creo que independientemente de la profesionalización actual de la filosofía, que ha terminado en muchos casos por recluirla en las universidades y los institutos de investigación, ella debe dar cuentas de su tiempo y, en el nuestro, eso significa abordar los problemas que has señalado, los cuales tienen profundas implicaciones humanísticas, como es el caso de la posverdad, que conlleva la existencia de los bulos informativos, un proceso desinformativo que termina generando casos de injusticia hermenéutica, o situaciones donde la ciudadanía sufre de problemas de marginación en el proceso de la construcción de significados de sus experiencias sociales.