Julián Valdés. Nativo de Santo Domingo. Con licenciaturas en Filosofía, en Antropología y en Ciencias Religiosas, tiene además un postgrado en Comunicación Política Estratégica y un doctorado en Filosofía por la Universidad Santo Tomás de Aquino (Roma). Acumula una dilatada carrera como gestor social, docente universitario e investigador social. Actualmente es profesor adscrito de la Escuela de Filosofía y de la Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo; realiza además trabajos de investigación social para entidades nacionales e internacionales.

Entre sus publicaciones se encuentran los libros Política social dominicana, Transnational Links for Socio-political Empowerment y La relación naturaleza cultura en la antropología estructural de C. Lévi-Strauss, este último ganador del Premio Nacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña 2018.

Andrés Merejo (AM): En el 2016 publicaste una investigación: Política social dominicana. Contextos, instituciones e inversiones, desde sus inicios hasta 2012. En el libro tratas algunos temas de filosofía política y social, como la relación entre Estado, ciudadanía y política social, sin dejar a un lado el enfoque del Estado liberal y el Estado social y su especificidad en América Latina. ¿En esta segunda década del siglo XXI, todos estos tipos de políticas sociales han fracasado en América Latina?

Julián Valdés (JV): No sería justo decir tajantemente que las políticas sociales han fracasado en América Latina. Por solo poner un ejemplo cercano: ¿qué sería de la población más vulnerable sin las medidas de protección social implementadas por los gobiernos latinoamericanos para atenuar el impacto socioeconómico de la pandemia de COVID?

(AM): Intentas situar el fallido político de la democratización del bienestar de corte socialdemócrata y los problemas educativos y la exclusión social en Latinoamérica ¿Por qué no han cuajado las políticas públicas de bienestar social en Latinoamérica?

(JV): Soy de opinión que las políticas sociales en América Latina han sido insuficientes, de baja efectividad y muchas veces instrumentalizadas. Insuficientes, porque no han instaurado un verdadero Estado de bienestar, de carácter universal; de baja efectividad, por su concentración en el asistencialismo; e instrumentalizadas, porque en muchos casos han sido manejadas de forma clientelar. De ahí la persistencia de la pobreza y la desigualdad en el subcontinente.

(AM): Además, intentas de manera general asunto relacionado con la implantación del Estado Moderno en República Dominicana y todo lo que implicó la política trujillista y lo que fue la política social contrainsurgente de los doce años balagueristas y el nacimiento y expansión de lo urbano en el marco de la expansión del capitalismo y la desigualdad y lo retardado en política social.

Dónde nos situamos en esa política de gasto y protección social ¿Estamos mejor consolidados en este 2021?

 (JV): Desde mi punto de vista, después de los cambios significativos en el paradigma de políticas sociales que se experimentaron durante la primera década del siglo XX, esta segunda década ha sido de estancamiento estructural. Durante los gobiernos de principio de este siglo se aprobó la Ley 87-01 de seguridad social, pero además se instituyeron los programas focalizados y las transferencias condicionadas. Sin embargo, desde entonces, la seguridad social quedó entrampada en una maraña de intereses que la ha convertido en un sistema regresivo; los programas focalizados y de transferencia condicionada no han supuesto el desmantelamiento de la gran cantidad de programas asistencialistas que todavía existen ni han aplicado un sistema de graduación que permita a las familias superar la pobreza y dejar de depender de la ayuda estatal. Eso que afirmo de la protección social podemos decirlo de otros sectores sociales, como el educativo: más presupuesto, más escuelas, pero estancados en niveles muy bajos de aprendizaje de los estudiantes.