SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Omar García es uno de los secretos mejor guardados del arte visual dominicano, a pesar de que miles y miles de personas se impactan con su obra visual que les asalta en las calles y se dicen para sí mismos “!Qué bien está eso!” , pero pocos reparan en quien es el autor. Todos, y no solo en Santo Domingo sino en diversas ciudades internacionales han visto y disfrutado su obra. Pero poca gente sabe a quién corresponde una firma discreta que calza sus murales: AKA Angurria. García es oriundo de Los Alcarrizos, Distrito Nacional, desde niño se sintió atraído por el dibujo y la expresión gráfica como una forma de crear realidades y fantasías. Contrario a sus
Padres que lo querían ingeniero o médico, cuando en 1995 decide estudiar Publicidad en la Universidad APEC. Como ilustrador sus pasos iniciales fueron influenciados por William Morris, Caraballo, Diego Velázquez y Alfons. Su primer trabajo de trascendencia, luego de muchos picoteos, fue cuando asumió en 2004 (para entonces la mejor agencia de publicidad), ya bautizado con el nombre artístico de del país, desde ese entonces bautizado con el nombre de "Evaristo Angurria" su yo artístico y trabajador, signo sobre el cual trabajo publicidad para marcas como Volgswagen, Unilever, Jack Daniels, Johny Walkers, Bacardi y Adidas.
En el mundo del muralismo y street art inicia casi por accidente en el 2013, cuando Rafael José de los Santos Colón "Poteleche", compañero de trabajo y muralista dominicano lo invita a pintar un muro en la oficina, e inmediatamente queda enganchado, dándose cuenta que es lo más divertido que ha hecho en años, desde ahí ha sido una ola de crecimiento, autodescubrimiento y pasión hacia el arte mural, creando su serie de Doña Patria: Belleza Dominicana que lo han llevado a participar en eventos locales como Design for the Kids, Wallride, Rayaera, Artesano Proyect, Provocadores del Caribe, Transitando Art, Hoy Santa Bárbara, Hoy Villa Francisca y Muralizando RD. Ha ofrecido clases de ilustración, pintura mural y creatividad en Escuela de Artes de Chavón, Universidad APEC, Brothers, Centro León y Creative Box.
A nivel internacional ha participado en diversos festivales de murales como Pow Wow Worcester, Beyond Wall, en Lynn MA., Extra Muros, en San Juan, P.R., Santurce es Ley, en San Juan, P.R., Fiesta de Colores, en Portoviejo, Ecuador, Sommerville Art Council, en Sommerville, MA, Primer Museo de Arte Urbano de Latinoamérica, Lima, Perú y Aerosol Fest, Cartagena, Colombia; Un de sus recientes trabajos le fue encargado por el estudio Array Now, de la directora de cine y activista Ava Duvernay en Los Ángeles, California. Pocas veces ha hablado in extenso de su obra.
Ahora lo hace para Acento:
¿Porque el tema de las mulatas y los rolos?
Lejos de lo que algunos entendemos, nuestra mayor población es mulata, así se podría denominar al dominicano promedio. No indio claro u oscuro, somos mulatos. A lo largo de los años, hemos tratado de blanquear nuestra raza, intuyendo que mientras más blanco, mejor. En mi caso, por el contrario, entiendo que es ahí donde tenemos nuestra belleza, en nuestro color de piel canela, en nuestros rasgos. Somos una nación de muchas mezclas, tanto raciales como culturales y entiendo que ahí es donde radica nuestra diferenciación y nuestra grandeza. Cuando aprendamos a apreciar eso, seremos más grandes como nación.
El tema de los rolos nace cuando en 2008 hice mi primera introspección en búsqueda de una identidad gráfica como diseñador dominicano. Como oriundo de un barrio popular dominicano, Los Alcarrizos, no entendía la importancia que eso podía representar con mi desarrollo como diseñador e ilustrador en ese momento. Fue ahí que, como una avalancha, llegaron todas las imágenes, referencias y vivencias que tuve de niño en los años 80 en mi barrio. La paletera, la fritura, la chancleta samurai, el carrito de “cajebola”, aún son solo algunas de esas imágenes que aun las tengo frescas que vienen de mi pasado. Es en ese momento donde sale la mujer con rolos. Mi madre, como propietaria de un salón de belleza, es el personaje de mi pasado más común. En el día a día, desde la mañana a la noche, todos los días, había una mujer en rolos pendulando a mí alrededor. Ahí nace Doña Patria, que es el nombre de esta seria en tributo a mi madre que se llama Patria.
¿Tu formación académica es diseñador y publicista… pero siento que en realidad eres el retratista del perfil de la ciudad y su gente? ¿Por qué desarrollas esa línea gráfica?
Mi como publicista me ayudó a contar historias y a buscar más allá de lo obvio. Por otro lado, como diseñador aprendí a sintetizar esa historia en una imagen. El poder de una imagen va más allá de los colores o la estructura. Radica en saber seleccionar qué expresión, iluminación y elementos que acompañen a fortalecer esa imagen. Esto me ayuda en mi oficio de ilustrador, lo cual me llevó a pintar muros (gracias a Poteleche). No me considero retratista, hay mucho mejores que yo, más bien me considero un entusiasta de nuestra cultura, que ha dejado de ser ese costumbrismo de Jaime Colson y se convirtió en un dominicano más urbano. Es buscar esa belleza de lo cotidiano y elevarla a otro nivel. Es ahí donde el diseño gráfico me ha ayudado. Volver más digerible el arte y que conecte con las personas, que al final del día, eso es lo que todos buscamos. Conectar.
¿Por qué el hiperrealista? ¿Qué hiperrealista te influye o admiras?
Soy gran admirador de los clásicos del arte, Velázquez, Caravaggio, Rembrant, Goya, Renoir, etc. Siempre me cautivó como podían captar las expresiones, el dramatismo, movimiento de una manera tan magistral. En cuanto a la ilustración, soy un profundo amante del trabajo de Alphonse Mucha, Dean Cornwell, Norman Rockwell, Ken Taylor, entre otros.
¿Cómo instalas los murales? ¿Son contratados o algunos los pintas porque quieres?
Para pintar en las calles debes de querer hacerlo, existe un encanto en trabajar en un entorno fuera de la zona de confort. A diferencia de pintar en un estudio, donde se tiene total control de iluminación, temperatura y horario, en la calle no tiene nada de eso. Tienes que enfrentar retos cada día y toda hora: clima, sol, horario, hasta la seguridad de tus materiales, son solo algunas de las variables que enfrenta alguien que pinta muros en la calle, sin contar lo que demanda físicamente. Por eso, como dije al principio, hay que querer hacerlo, independientemente si es comisionado o no.
Cuando inicié pintando muros, era simplemente por diversión. Junto con el grupo que ya tenía tiempo pintando en las calles, Gabz, Jesse, Poteleche, Sebas, Dovente, Shak, entre otros, tomábamos los fines de semana para intervenir un muro en cualquier lugar de la ciudad o el interior. Más adelante, cuando estos muros se hicieron más visibles, las marcas y las personas se sintieron más abiertos a contratar este tipo de artistas para realizar proyectos. Pero se tuvo que pintar mucho antes de recibir un proyecto comisionado.
¿Cómo fue el proceso del mural la casa de los Vicini, del Malecón/Ave Independencia, desde la inspiración hasta la realización, incluyendo la relación con los propietarios de ¿Cómo se seleccionaron las imágenes y escenas? ¿Quienes participaron, ¿Qué tiempo tomó? ¿Por qué no se inauguró?
Fue un proyecto que tardó mucho en realizarse. La compañía constructora que se encargó de la restauración del muro exterior de esta residencia y nos pidió una propuesta para la realización de un gran muro. La primera parte, fue la selección de los artistas con quien realizaríamos ese muro. Este criterio de selección se basó en cómo podríamos juntar cuatro estilos diferentes y puedan convivir juntos. Ahí salieron como seleccionados Kilia Llano, Shak (Gabriel Doñé) y Dovente (Johann Báez), con los cuales ya había colaborado en proyectos anteriores. Antes de la realización había que tener un marco temático en el cual debíamos abordar, esto era necesario para que durante todo el recorrido del muro haya un hilo conductor tanto en el tema como en la técnica. Cabe destacar que el proyecto no se abordó como cuatro artistas pintando, sino como una gran pieza colaborativa entre cuatro artistas, por lo que se desarrolló un trabajo en dirección de arte para que las piezas se sientan como una sola. Para esto fue necesario que cada imagen usada para cada escena en este proyecto fue producida en sesión fotográfica, para contar con el tipo de iluminación y expresiones y así mantener la coherencia visual independientemente del artista o técnica usada. Para la realización completa se tardó cerca de dos meses, con jornadas de trabajo de 11 a 12 horas diarias. No hubo una inauguración ya que la razón de la realización del proyecto tuvo como motivación el embellecer toda esta ruta. Nunca hubo interés de los propietarios en captar atención hacia ellos. Además pidieron que no hubiese ninguna referencia gráfica a ellos como grupo o como familia. Es un muro con mucha visibilidad, donde miles de personas se desplazan a diario y vieron la posibilidad de como enviar un mensaje positivo a través del arte en unos muros que no estaban haciendo nada hacia afuera.
¿Cuál es tu criterio del mural urbano como expresión artística? ¿Qué papel crees que cumple en la gente?
Cuando inicié pintando muros con mi grupo, el principal compromiso que teníamos era dejar el muro más bonito de cómo lo entramos. Esa era nuestra principal motivación y para algunos aún sigue siéndola. Durante mucho tiempo las calle dominicanas estuvieron acéfalas de arte, exceptuando lugares como Salcedo, que tiene una cultura de moralismo, el resto del país no contaba con murales públicos o con políticas direccionadas a este sentido.
Cabe destacar, que tal vez el último artista que dedicó gran parte de su trabajo al mural público fue el maestro Silvano Lora, después de él, pocos artistas han dedicado un espacio de su tiempo a embellecer espacios públicos.
Ese espacio libre fue tomado por el graffitti, que por mucho tiempo fue un arte marginado en nuestro país, y durante todo este tiempo estuvieron trabajando y dejando su manera expresado en las calles. Artistas urbanos como Moléculas, El Tacker y otros, llevaron el graffiti a otro nivel, ya por su terminación y por los temas. Eso le abre el interés a toda una generación de jóvenes que conectaron más con lo que estaban viendo en las calles que con lo que estaba pasando en las grandes galerías y bienales. Esa generación que se formó viendo esos grandes artistas urbanos fueron los más tarde tomaron la calle y se expresaron en ellas.
Me da mucha gracia, como ahora, muchos expertos, críticos de arte y curadores, han puesto la vista al movimiento de murales urbanos y quieren dictar en las calles que y como debería de ser lo que hemos hecho. Siempre van a la “vieja confiable” de mencionar a los grandes muralistas históricos para poner un marco de referencia que pueden ellos entender. Convocan a Diego Rivera, Orozco y Siqueiros como el referente del muralismo, sin entender que eso tuvo su ciclo histórico, un contexto político y social muy diferente al que vivimos hoy.
No conocen quienes son El Norteño, Paola Delfín, Farid Rueda, Neuzz, Dueks, Dherzu Uzala, que son el referente actual del muralismo en México.
De una cultura de décadas del muralista unido al graffiti sale algo totalmente nuevo y más grande. No lo entienden.
Esos expertos y críticos no saben que entre los 10 mejores muralistas urbanos en el mundo, hay un dominicano, Elio Mercado (Evoca 01). No tienen idea de quién es Axel Void, Sebas Velasco, Inti, Bikismo, Entes, Sef, Pixel Pancho, Case Maclain y muchos otros, la élite del muralismo mundial y cada uno tiene al menos una pieza en RD. ¿Cómo van a entender lo que está pasando ahora en las calles si tiene como referente a Vela Zaneti, que ya tiene su sitial en la historia del arte dominicano?, Algunos quieren aferrarse al pasado, porque ahí es donde se sienten cómodos. Nos hubiese encantado esa “orientación” una década atrás, cuando a nadie le importaba, cuando no era rentable, cuando su trayectoria y experiencia nos podía ayudar bastante. Aprendimos lo que estaba pasando en Puerto Rico, México, Colombia, Perú, Alemania, Barcelona, Estados Unidos. Esos fueron nuestros maestros.
La historia del muralismo urbano dominicano o no se escribe en estudios, galerías y bienales, degustando vinos y regodeándose con el séquito de expertos del arte. No se escribe desde una computadora o en artículo de periódico. Se escribe pintando en las calles, grajeándose con el motorista, sudando bajo el sol, mojándose con la lluvia, ensuciándose con el smog del mofle de la guagua. El arte en las calles no es de las élites que “entienden de arte”, es para el del carro público, para el que tiene que caminar para ahorrarse un pasaje, para el que no “entiende”. Porque para bien o para mal, de eso es que está lleno nuestras ciudades y calles.
Puede que no seamos los “expertos” o los “más formados”. Es posible que no tengamos “expertis”.
Donde algunos vieron “pasar lucha”, otros vimos una oportunidad.
Donde muchos vieron “trabajo gratis”, otros vimos un espacio de expresión.
Donde otros vieron “la chusma”, otros vimos a un espectador.
¿Por qué eres tan poco conocido como artista en lo personal? ¿Prefieres ser de bajo perfil?
De verdad, no le presto mucha atención a eso. El trabajo que hable por mí. No soy de hablar de mi trabajo sin que me lo pregunten. Tampoco me considero bajo perfil. Soy más de hacer qué de decir. Esa es la diferencia.
Gracias, Angurria.
A Acento que se han molestado en prestar atención a mí trabajo. Gracias.