(Todas las fotos son de Grand Palais, publicadas en hyperallergic.com)
PARÍS, Francia.-El invierno parisino tiene consuelo artístico. En estos días diversas exhibiciones atraen a cantidad de personas a sus galerías como por ejemplo, la exhibición de Hokusai y Nikide Saint Phalle en Grand Palais o la apertura del recientemente renovado Museo Picasso. Pero es la exhibición “Haití: Dos Siglos de Creación Artística” la que “ofrece una fiesta de obras particularmente excitantes para saborear”.
Así lo describe Michael Busch en “Más Allá del Voodoo: Desafiando Expectativas del Arte Haitiano”. Ver enlace
Curada por Régine Cuzin y Ateliers Jérôme de Port-au-Prince se exhiben aproximadamente 160 piezas de alrededor de 60 artistas haitianos de los últimos 200 años. El show, que abrió en noviembre 2014, está organizado libremente alrededor de cuatro temas rectores, ubicados en una sola galería gigante que permite a los visitantes flexibilidad en cómo experimentar la exhibición. A la entrada de la galería se exhibe una escultura de Edouard Duval-Carrié.
El comunicado de prensa de la exhibición describe que el “propósito de (la misma) es ir más allá de los estereotipos de pintura naive y trascender lo mágico-religioso y la visión exótica, y generalmente simplista, con que se asocia al arte haitiano. Sin ignorar las influencias sincréticas de los símbolos Cristianos, Masónicos o del voodoo del imaginario colectivo, la exhibición explora la extraordinaria vitalidad del arte en el cual todo se transmuta en todas las circunstancias y el “país real” coexiste extrañamente con la “tierra soñada”. Ver enlace
Para Michael Busch la exhibición más que un recorrido a través de la evolución del arte de ese país, “sus curadores buscan romper con la forma en que la historia del arte haitiano ha sido convencionalmente relatada en occidente”.
El arte haitiano generalmente comienza cuando el pintor americano DeWitt Peters se estableció en 1940 en Haití y abrió el Centre d’Art in Port-au Prince. Se le atribuye al pintor el “descubrimiento” del arte indígena haitiano y de atraer interés internacional por ellos, captivándolos por lo “naive” y lo “primitivo” del arte popular y religioso haitiano.
En 1978 el museo de Brooklyn realizó una exhibición de arte haitiano que de acuerdo al New York Times “catapultó el reconocimiento del género a una más amplia audiencia americana que hizo que Sotheby’s y Christie’s comenzaran a subastar arte haitiano”.
Más tarde, hacia 1950, nuevos estilos de arte haitiano emergieron que iban más hacia lo abstracto. Aquellos modernos artistas redefinieron la noción de arte “genuinamente” haitiano, pero se encontraron con que eran ignorados o descartados por no ser arte propiamente haitiano.
Es con estos artistas que abre la exhibición. Ubicados en el centro de la sección “Paisajes”, por ejemplo se exhibe una pintura al óleo de Roland Dorcely, de una “dislocada figura” insinuando la influencia de Picasso. En su conjunto las obras de esta sección demuestran una estética modernista que se separa del estándar “primitivo” por el cual se conocía el arte haitiano.
En otra sección “Chiefs”, se presentan retratos de diferentes actores del poder sociopolítico de Haití. Sasha Huber presenta dos retratos, de Papa Doc y Baby Doc en estilo iconográfico religioso. Sus caras brillan bajo las luces de la galería. Es que fueron creados con grapas sobre plywood que colocó con una engrampadora presionando sobre la superficie. Para Huber “el violento acto de creación.. sirve como recuerdo de todos aquellos que mataron durante su régimen”.
Huber además presenta un video en el que la artista yace sobre la nieve nórdica haciendo “angelitos” con sus manos y pies, una y otra vez, cada una representa a uno de los niños que murieron en el terremoto que azotó a Haití en el 2010.
Aunque “Haití” no hace del arte primitivo su foco, la sección titulada “Espíritus” despliega un desfile de ítems bellamente creados relacionados a la tradición del voodoo y a lo metafísico, incluyendo muñecas, tótems y Cristos torturados.
Pero, de acuerdo a Michael Busch, los curadores no son tan exitosos cuando intentan demostrar el “obvio lazo con Haití” con los dos artistas más famosos asociados a ese país, en “Tête-à-tête”: el expatriado Hervé Télémaque con el tríptico “La Terre Couchée” y el newyorker Jean Michel Basquiat, con un par de pinturas “nada fuera de lo común”.
Pero lo ordinario y lo extraordinario en la vida haitiana aparece en la sección “Sin Título”, que sirve como comienzo y final de la exhibición. Por ejemplo, entre otros, una obra de Hector Hyppolites “Le Baiser” donde dos amantes se abrazan. Justamente con esta sección es donde el arte haitiano “respira”, permitiendo encontrar las obras como obras de arte por sí mismas, quitándoles cualquier tipo de categoría, dándoles a sus creadores el reconocimiento que merecen.
Quienes visiten la galería estarán incentivados a recorrerla a través de estilos radicalmente diferentes producidos por distintas generaciones, asociándolos libremente. La exhibición es exitosa porque simplemente reconoce la expresión artística haciéndola el objeto de contemplación. “El resultado es nada menos que estimulante”.
Haití: Dos Siglos de Creación Artística, hasta el 15 de febrero en Grand Palais – 254/256 rue de Bercy, Paris.