(2 de 4) Diálogo con Rubén Darío Salazar director del Teatro de las Estaciones (Cuba)

Obra Patito feo del grupo Teatro de las Estaciones en el Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo 2018. Foto, Canek Denis
Obra Patito feo del grupo Teatro de las Estaciones en el Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo 2018. Foto, Canek Denis

Le conocí personalmente en un viaje que realicé a la Habana en 2016, a la entrada de una de las salas de teatro durante el festival de Mayo Teatral nos presentaron y al escuchar su nombre supe de quien se trataba. Es que el nombre de Rubén Darío Salazar en el ámbito del teatro de títeres en nuestra región es de suma importancia. Como director de la agrupación Teatro de las Estaciones y también del conocido Taller Internacional de Títeres de Matanzas (TITIM), ambos en la ciudad de Matanzas  en Cuba, Salazar ha sido un gestor y líder del movimiento titiritesco cubano, caribeño y latinoamericano por décadas. En esa primera ocasión solo pudimos intercambiar impresiones muy rápidas pero antes de despedirnos me regaló el libro con las memorias de los 20 años del TITIM, taller al que hace años espero algún día poder asistir y participar.

La segunda ocasión en que nos encontramos fue en el reciente Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo 2018 donde participaría como director y tallerista invitado. En este evento se presentó su montaje “El patito feo” e impartiría un taller de “Diseño y dirección artística en el teatro de figuras” junto al diseñador escénico, también cubano,  Zenén Calero. Me inscribí en el taller sin pensarlo. Talleres especializados en el teatro de figuras aquí no existen y que venga de la mano de Salazar que además de ser un reconocido y experimentado titiritero es también el Secretario General de la UNIMA Cuba y Vicepresidente regional del caribe de la Comisión para las Tres Américas de la UNIMA, eso no me lo pierdo. Por cierto y para quienes no sepan, la UNIMA es por sus siglas en francés: Union Internacionale de la Marionnette, (Unión Internacional de la Marioneta) que es una ONG con estatuto consultivo en la UNESCO.

El trabajo de Salazar, como director, ya lo conocía por varios montajes que ví aquí y en Cuba con su grupo. De una factura escénica limpia y preciosista, muy apoyada en el diseño y siempre acompañada de la mixtura de técnicas del teatro de títeres o de figuras animadas (como se conoce más recientemente), el Teatro de las Estaciones cuenta con belleza historias sencillas. Al mismo tiempo, por la claridad de su fábula pueden parecer nimias, sin embargo muchos quisieran tener la habilidad para ello. También había leído varios artículos de su autoría en revistas especializadas de teatro. Pero ya había llegado el momento de hablar detenidamente frente a frente.

El taller duraría tres encuentros, pero esperé hasta el último día para acercarme con mis intenciones dialogantes sobre dirección teatral. Por suerte Rubén es un personaje conversador, diáfano y llano. En uno de los recesos del taller nos tomamos ese momento para hablar de tú a tú sobre teatro y en especial del tema de mis pesquisas artístico teóricas más recientes. Como buenos caribeños con ganas de charlar, entre sorbos y mordidas de un par de guineos, chinas y galletitas de soda con café nos lanzamos de lleno al tema.

Canek Denis: ¿Cuál es el papel, el rol del director en este nuevo siglo?

Rubén Darío Salazar: La profesión del director, que es una profesión que comienza a consolidarse en el siglo XX,  en el siglo XXI seguirá hacia delante y debe ser siempre la de un visionario. Alguien que desde su perspectiva artística, desde el concepto de su proyecto grupal, personal, se adelante a los acontecimientos y proponga al público una conjunción de saberes, de sugerencias, de influencias que hagan al hombre un ser siempre mejor. El teatro de títeres o con actores no ha de servir para destruir, para propagar el mal gusto, para propagar la inhumanidad, el pesimismo, sino la luz, el optimismo, la emoción, la reflexión, el sentimiento, la paz, la esperanza, la ilusión en un futuro que tiene por fuerza, si la raza humana quiere sobrevivir, que ser mejor.

C.D.: ¿Por qué se considera al títere, o al teatro de figuras animadas, un subgénero de las artes escénicas, o exclusiva del niño, a qué se debe eso?      

R.D.S.: Yo creo que el teatro de títeres, que surgió en las plazas, en los mercados, en las ferias para todo el mundo, tuvo una degeneración, creativa por supuesto, y a principios del siglo XX o finales del XIX se empieza a ver el teatro de títeres como algo para niños, como algo menor negando la importancia que tenía el niño. El mundo fue evolucionando y el niño fue teniendo más importancia y también se le fue exigiendo más al teatro de títeres, de figuras o de muñecos. Yo creo que hoy por hoy ha avanzado a la par, tanto los juegos, tanto los materiales audiovisuales, los animados, sabiendo que el niño sí es un ente, es un espectador interesado y autorizado, y han empezado entonces a crecer las elucubraciones, han empezado a crecer los proyectos, las ideas, los conceptos acerca de lo que hay que hacer en el teatro de títeres. A veces no nos enteramos y seguimos haciendo un teatro que no es interesante ni para los niños mismos y a veces, sí nos damos cuenta,  que el teatro de niños, el teatro de títeres, el teatro en sí es arte y un teatro de arte lleva un análisis, una reflexión importante conciensuda y productiva. Y justamente es ahí donde la profesión comienza o a crecer o a descrecer. Yo quiero ser optimista, como siempre lo soy, y creer que sí, que vamos hacia un nivel superior, un nivel integrador, un nivel que nunca más nos dejará en la subvaloración en que se nos tuvo.

C.D.: ¿Y es necesario el teatro de títeres hoy en día?

R.D.S.: Yo creo que el mundo de la robótica, el mundo de los pixeles, el mundo de la animatronic, nunca van a sustituir al títere con el humano a su lado. Lo que pasa es que sí tenemos que ser conscientes de que ese acompañamiento artístico de hoy del títere debe ser un acompañamiento total; musical, literario, visual, tecnológico…, que haga que la profesión camine a la altura y al mismo nivel que todas las artes que existen.

Rubén Darío Salazar, director de teatro cubano. Foto, Canek Denis
Rubén Darío Salazar, director de teatro cubano. Foto, Canek Denis

CD.: ¿Es todavía hoy el teatro un arte revelador y revolucionario?

R.D.S.: Sí. Mientras haya un hombre o una mujer, sudando, destilando de su cuerpo las emociones, las sensaciones, todas las emociones que viajan por dentro de un cuerpo, [el teatro] seguirá siendo un acto revolucionario. El hombre en sí es un ente revolucionario. ¿Quién creó el submarino? ¿Quién creó las computadoras? ¿Quién creó los aviones? ¿Quién crea las máquinas? ¿Quién crea los edificios? ¿Quién crea los metros? ¿Quién crea los autobuses o los autos más rápidos del mundo?

CD.: Entonces la revolución es un acto de creación.

R.D.S.:Exacto.

CD.: O la creación es un acto de revolución.

R.D.S.: Totalmente. Yo creo en eso de manera ciega: la creación como un acto de revolución. El hombre, mientras esté interesado en ser mejor, ya de por sí es un hombre revolucionario.

CD.: Con tu experiencia, treinta años dándole la vuelta al mundo con títeres, ¿el teatro latinoamericano actual cómo lo ves?

R.D.S.: Mira, yo creo que el teatro se parece a su tiempo. Y el teatro en América Latina no es el mismo que en Europa, ni en Asia, ni en África. Por tanto, mira cada zona, mira el nivel de desarrollo social y cultural que tienen, mira el nivel de interés y de la historia del hombre sobre la naturaleza y los procesos sociales, y tendrás el teatro de títeres que cada quien puede hacer. El teatro es un reflejo fiel de lo que el hombre vive a nivel espiritual y a nivel cultural, a nivel ideológico. Esa es la respuesta más grande que te puede dar en cada país de qué está pasando y sino; viaja, vive, compara, mira, disfruta, admira, disciente y verás cómo cada país tiene un teatro de títeres particular.

C.D.: ¿Cómo está el teatro del Caribe, el teatro de títeres del Caribe?

R.D.S.: Yo creo que está en movimiento. Tiene una especie de despertar, una especie de sacudida que viene sucediendo lentamente, pero viene sucediendo. Es una evolución acompasada, diría yo.

C.D.: Volviendo un poco al asunto de la dirección. ¿Cuál es la clave de una dirección “exitosa”? 

R.D.S.: A mi particularmente no me gustan las claves, no me gustan las fórmulas, no me gustan los métodos. Yo creo que el único método, o la única clave o fórmula, si existiera, debería ser: ser honesto con lo que tú quieres hacer. Tener reconexión con el mundo en que vives, que te va a dar las herramientas para entenderlo, manipularlo, cambiarlo, transformarlo a nivel artístico. Tener ese encanto que hace falta para ser artísta. Cuando digo encanto, es ese duende que te hace conectar con el otro desde una sensación del mundo diferente, artística, esa otra cosa que tiene el artista. Yo creo sobre todo, tener sentido de responsabilidad ante lo que tú vas a acometer, que es para ofrecerle al público que paga, que viene, que te acompaña y te regala parte de su tiempo para compartirlo junto a ti. Yo creo que esas deben ser las claves: una conexión real con el mundo, un encanto de talento natural para hacer tu arte y una responsabilidad para cumplir con lo que te has propuesto.

C.D.: Diseño y dirección que es el tema del taller y la profesión a la que te has dedicado todo este tiempo. ¿Porqué tú le das tanta importancia a esta unión o como la llamas tú a esta “simbiósis”?

R.D.S.: Mira, un muñeco de por sí ya es un objeto de arte, es un objeto esculturado con volúmenes, líneas, colores, texturas, que ya habla por sí solo. Tú construyes un personaje, le pones el pelo, los ojos, la expresión, el movimiento, es un símbolo que tú pones a actuar a vivir, por tanto: ¿cómo la dirección, sobre todo en el teatro de figuras, va estar divorsiada del diseño, de la imagen? Incluso si tuvieras una lata en la mano y esa lata fuera un personaje, ya tiene un diseño que es un diseño redondo, un diseño tubular, un diseño metálico, talvez que significa algo, la boca de alguien, el ojo de alguien, el cuerpo de alguien, el pozo por donde se va alguien. Diseño y dirección en el teatro de títeres vienen a ser también la respuesta primigenia de este arte; cuando los titiriteros juglares construían sus títeres a semejanza, con ropas parecidas a las de él o del otro, o de la clase social más alta, los muñecos curas, los muñecos reyes, los muñecos policías… o sea… son dos profesiones que se complementan, es como el signo y el símbolo juntos. Yo creo que están intrínsecamente unidos el diseño y la dirección artística en el teatro de títeres.

C.D.: ¿Pero desde fuera, no puede parecer esto mercantilista o frívolo darle tanta importancia a la imagen y a la forma?

R.D.S.: Si te propones hacer una imagen natural, una imagen ingenua, una imagen naíf, ya eso es imagen. Yo creo que nunca será frívolo ni será comercial ni será superficial fijarte en como te vistes, en cómo te proyectas a nivel visual a nivel plástico. Los curas se visten de oscuro, en los carnavales uno se viste de colores, los escolares tienen unos tonos neutros, cada profesión tiene una imagen y tienen una manera de ser y eso no es superficial, sino la gente no se vistiera, andaría desnuda. La imagen, sea incluso la imagen del desnudo, es una comunicación que el hombre da de sí. Yo he visto gente muy pobre con ropa muy limpia. Yo he visto gente muy rica con ropa muy sucia, y eso es una imagen. ¿Cómo puede ser superficial preocuparse por la visualidad en que tú te desarrollas? Para nada. Por eso uno crea escuelas, por eso uno crea casas, por eso una crea parques y tienen una visualidad que responde a algo. No es superficial mirar el mundo como se comporta a nivel de color, a nivel de forma, a nivel de estructura…

Obra Patito feo del grupo Teatro de las Estaciones en el Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo 2018. Foto, Canek Denis
Obra Patito feo del grupo Teatro de las Estaciones en el Festival Internacional de Teatro de Santo Domingo 2018. Foto, Canek Denis

C.D.: ¿Y a qué responde el títere dentro de esa visual? 

R.D.S.: El títere responde dentro de esa visual, a esa metáfora maravillosa que son ellos del hombre.

C.D.: ¿Cómo ven los teatreros cubanos este nuevo cambio político que se está viviendo en Cuba?

R.D.S.: El cambio político tiene que ver con la constitución nueva que se está haciendo, tiene que ver con la ausencia de los Castro al frente del gobierno. Pero específicamente en el campo del teatro ahora mismo se está viviendo un diálogo intenso entre la presidencia de artes escénicas y entre los artistas (críticos, actores, diseñadores, músicos, directores), dialogan en un sentido reflexivo y a la vez también efectivo de ver cómo uno hace con el dinero que existe, cómo uno hace con el talento que existe, para mejorar el teatro, para hacerlo más útil, para jerarquizar la gente que de verdad se merece el apoyo, para apoyar aquellos proyectos nuevos que se merecen también el apoyo. Yo creo que esa época de “todo el mundo es igual” o de lo “totalizador” va cambiando. El país no tiene los recursos económicos como para darle a todo el mundo por igual. Entonces esta nueva presidencia se está ocupando de colocar en su justo sitio a quienes han contribuido, a quienes construyen con nuevas ideas al proceso de crecimiento espiritual del cubano. Me parece interesante. Tiene que ver con un cambio de tiempo que responde a la mejora de esas ideas optimistas, a veces románticas y utópicas que tuvo la revolución en el 59, pero que trajo como consecuencia también la creación de escuelas, la creación de institutos culturales, la creación de una plataforma para el desarrollo cultural del hombre. Es una nueva etapa, es un nuevo momento y los teatristas no podemos estar ajenos a ella. En eso estamos, luchando por cada vez tener un teatro mejor.

C.D.: ¿Qué significa hacer teatro de figuras hoy en día? Lo entendemos, que es una metáfora, es un arte que mezcla, que es multidisciplinario, interdisciplinario… pero ¿qué siginifica?

R.D.S.: Yo creo que es una pregunta que más que hacernosla a los titiriteres que nos decidimos a hacer esto, habría que preguntarle a una cineasta como Julie Taymor: ¿por qué usa títeres en sus espectáculos y a veces en sus producciones? Habría que preguntarle a las direcciones del Metropolitan Opera House o del Royal Ballet o del Teatro Colón: ¿por qué incluyen hoy por hoy figuras en sus producciones? Habría que preguntarle al mundo del cine: ¿por qué también echa mano, ya sea con stop motion o con 3D, a la figura al muñeco animado animatrónicamente, le echan manos a sus producciones artísticas? Habría que preguntarle al ballet, habría que preguntarle a la música, habría que preguntarle a las artes plásticas: ¿por qué también han dirigido su mirada hacia el objeto esculturado, hacia la figura, hacia el juguete, hacia el títere también, desde esas perspectivas? “¿Por qué?” sería la respuesta de un titiritero de desición y de compromiso. Debería responderse también ¿por qué lo que yo hago ha comenzado también a otros niveles a ser interesante? Quiere decir que en el títere hay también un mundo inexplorado, un mundo sugerente y un mundo por descubrir. Que no se nos adelanten [Advierte]. 

C.D.: Entonces en adelantarse es que está quizás la clave de la supervivencia.

R.D.S.: Exacto. Pero otros se nos están adelantando y uno se queda, no se puede.

C.D.: ¿No será quizá que al ser humano en sí se le ha “acabado”, se le están acabando las posibilidades expresivas y el títere es la solución?

R.D.S.: El títere no creo que sea la solución. Es un medio efectivo como lo fue en la iglesia. ¿De dónde viene el término marionette? De María, de Mariotte. Ya eso pasó, ya eso se usó, ya se usanron los santos, los muñecos con articulaciones y con mecanismos para convencer en el púlpito; santos que movían las alas, en los nacimientos, títeres mecánicos, o sea, hemos vuelto otra vez. Hay un cambio de tiempo y en el cambio de tiempo pasan estas cosas: se vuelve al origen o se desechan tradiciones que van a regresar, todo regresa. El hombre siempre vivirá y vive con la ilusión de ser infinito.

Con esta poética y última oración di por terminado nuestro encuentro. Se acabaron las galletitas y el café, los demás asistentes del taller volvieron del receso y retomamos la clase. Luego tuve tiempo de escuchar de nuevo y analizar lo expuesto en dicho encuentro.

Salazar nos ofrece una visión idealista y humanista, no tan solo en el teatro sino de la vida misma. Nos dice de la importancia de realizar arte y de hacer teatro que aporten a nuestra condición de humanos en el planeta, de ver más allá y crear, pero crear con ideología. Ver al teatro como un servicio necesario para la humanidad, que además del deleite estético y del entretenimiento ofrezca sensibilidad, para la formación de un ser humano mejor. También entiendo que Rubén Darío aboga por un teatro consciente de sus posibilidades de hacer y de ser, ojo con esto: las posibilidades de ser, este planteamiento reafirma la necesidad de tener una visión desde la dirección de escena, es decir un líder con visión clara. Muy claro lo dice él mismo, la figura del director o directora debe “ser siempre la de un visionario”.

Por otro lado pero también en ese mismo orden, es interesante que advierta de los adelantos que ofrece el teatro de figuras como género teatral y artístico, y que estos, de ser tomados en cuenta con acierto, significarían el reposicionamiento tan merecido y necesario del género. La perspectiva que establece Salazar con su simbiosis entre dirección y diseño no es un descubrimiento, el teatro de títeres siempre lo ha empleado así y muchos creadores de otras ramas lo tienen claro, pero no por ello deja de ser un planteamiento válido y acorde a nuestros tiempos. Que tenga sentido lo dicho con lo visto y viceversa, porque un mundo dominado por la imagen requiere de una “dirección” que le inyecte contenido e idea a esa imagen diseñada y así mismo la “dirección” necesita de una imagen cuyo diseño refleje dicho contenido para así lograr un discurso coherente entre lo que se piensa y lo que se proyecta.

Voy encontrando más respuestas a mis interrogantes sobre el tema y así mismo van surgiendo muchas más preguntas. Por el momento estos tú a tú van pintando algo bueno.