(4 de 4). Conclusiones previas entre Carrillo, Salazar y Nin.

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-  Aceptando la premisa de que cada cabeza es un mundo y que hay tantos mundos como cabezas, debemos por ello hacer en nuestra cabeza un mundo propio que inevitablemente surgirá a partir de otras cabezas que tienen otros mundos… y así se enreda el asunto, en la cabeza.

Con la curiosidad y obsesión que me caracteriza, he estado indagando sobre distintos tópicos culturales y sobre todo temas teatrales, que es en lo que me especializo. Y desde hace años un tema ronda en mi cabeza, donde ha ido formándose un cúmulo de ideas y dispersos conceptos al respecto. Así me dispongo a averiguar y profundizar sobre el tema en cuestión: la dirección de escena, específicamente, la dirección teatral.

La literatura teatral clásica y contemporánea cuenta con muchos textos que tocan el tema. Grandes maestros han escrito, investigadores han analizado los métodos propuestos por distintos especialistas y teóricos, pero la teoría escrita no basta.

Este es un arte vivo que requiere necesariamente del intercambio personal entre quienes realizan y desarrollan esta profesión. Sin embargo, la mayoría de los trabajos realizados y divulgados a gran escala en los medios teatrales y en las propias academias y centros de estudios teatrales especializados son textos muy eurocentristas, que si bien son excelentes, no dialogan del todo con nuestras realidades.

¿A qué me refiero con “eurocentrista”, en este caso? Pues que estas teorías y métodos exploran el teatro desde otras latitudes y en otros contextos  económicos, históricos, sociales y culturales.

Por el lado del intercambio personal, nuestro país cojea. No contamos con espacios para el debate, como simposios, coloquios, ciclos de conferencias permanentes, etc. Las publicaciones teatrales están desaparecidas. Solo nos quedan los esfuerzos esporádicos, las actividades efímeras de permanencia y aisladas la mayoría de las iniciativas.

A mi entender, requerimos una descolonización teórica teatral eurocentrista y un constante intercambio intelectual. Para ello, necesitamos buscar en nuestro contexto latinoamericano voces, ideas y conceptos propios para ir conformando un pensamiento teatral más acorde a nuestras realidades.

No por ello llamo a la negación de los más antiguos y válidos conceptos y teorías del teatro europeo, ni mucho menos desmeritar los más vanguardistas y actualizados métodos teatrales norteamericanos que, con marcada influencia europea, han y están aportando a la humanidad.

Hago más bien una reflexión a que esos no son los únicos. ¿Por venir de países ricos y poderosos son “los válidos”?. No. Se trata, más bien, de replantear dichos preceptos desde nuestra visión y, sobre todo, buscar nuevos planteamientos y conceptos que dialoguen y nos acerquen más a nuestro contexto.

Realizaremos todo esto de dialogar, descolonizar, buscar y repensar, tanto por medio del estudio teórico como por el intercambio entre realizadores, a través de…. La forma que elegimos, por el momento, son estas conversaciones que hemos titulado “De tú a tú”.

Se inquietará quien lee y dirá en su mente: ¿Pero, qué es la dirección? ¡Resúmela! ¡Defínela! Para definirla están los diccionarios especializados. Y resumir la profesión del director, por su relación dependiente y directa con un arte vivo y efímero, es una tarea difícil. La práctica siempre estará redefiniendo su condición, su hacer y su teoría.

Lo que si podemos hacer, y es lo que me he propuesto con estos conversatorios, es abrir el diálogo para ir formando un cuerpo conceptual, para conformar desde distintos “qué” diferentes formas o maneras que nos llevarán a un posible “cómo”.

Por eso me propuse la tarea con esta serie de “artículos-entrevistas-conversatorios” intentar iniciar un diálogo, una discusión abierta sobre este tema en cuestión.

Con todo esto en la cabeza, me di cuenta de que necesitaría varios “tú a tú”, que con una sola cabeza no bastaría para ir formándome una idea de la dirección de escena “ideal”. Muchas cabezas han de rodar.

Tres fueron las cabezas elegidas para esta ocasión, dos directores y una directora: un cubano, un mexicano y una dominicana. Avancemos pues a analizar brevemente estos tres puntos de vistas.

Luego de conversar con estos directores podemos percatarnos que, en sus diferentes visiones como directores y directora, son diversas las conclusiones personales, pero varios los puntos comunes. Veamos en resumidas cuentas algunos de esos puntos.

Podemos observar que el trabajo del director no se limita a solo el momento de la representación, aunque el resultado de ese proceso es lo único que suele “ver” el espectador. El proceso, a pesar de realizarse generalmente en privado, se verá reflejado en la escena.

Juan Carrillo, Director de Los Colochos (México.). Foto, Canek Denis.

De los tres, el caso de Juan Carrillo, de México, resulta ser diferente, ya que este director expone ante una audiencia, mínima, casi todo el proceso de montaje, lo va experimentando y probando como el mismo afirma con su interesante “modelo de intervención escénica” (véase el primer De tú a tú: Un teatro esencial con coraje publicado en: acento.com.do, sept. 4, 2019).

La dirección teatral conlleva un discurso. Quien ejerce este rol en el juego teatral ha de tener en su mente la intencionalidad de exponer un discurso ante una audiencia y utilizará como medio al teatro (con todos sus artificios) y como instrumento al intérprete con su voz y con su cuerpo.

Es importante detenernos un momento en este último punto: el cuerpo humano. Lo que se llama “el acto de cuerpo presente” ante un público es un aspecto que directa o indirectamente los tres ciertamente defienden.

Lo humano debe estar presente en la puesta en escena; de lo contrario dejará de ser teatro. Parecería esto una afirmación absurda, pero en una época en que la intermediación tecnológica está tan presente y metida en nuestro diario vivir, es pertinente recordar que somos animales sociales y que como seres humanos requerimos del intercambio físico presencial con otros seres humanos. Y el teatro es el espacio idóneo para ello, para volver a reencontrarnos con nuestra humanidad.

Licelotte Nin & https://twitter.com

El director o directora de manera involuntaria o no, consciente o inconscientemente, ejerce un trabajo social, y esto la directora Licelotte Nin lo tiene claro, pues ve al teatro “como una expresión del pueblo” por lo que debe tener obligatoriamente algo de social (véase el tercer De tú a tú: Existencia, persistencia y reflexión para un teatro de la razón” publicado en: acento.com.do, sept. 6, 2019).

“Un pedazo de muñeca Lilli Jolie ”, escrita y dirigida por Licelotte Nin

Y de lo social todos establecen que se debe estar comprometido. El compromiso no solo con la profesión del director sino con el teatro, con el arte y con la sociedad, siempre acompañado de la coherencia del discurso. Eso si, ojo con esto; la honestidad ha de estar presente e inmersa en la puesta en escena, desde su gestación procesal hasta el producto final ante la audiencia. La sinceridad ante todo, afirman las tres cabezas consultadas.

Otro punto en común es que los tres ven al arte, pero sobre todo al teatro, como un medio para expresarse y crear. De esta manera, ven a la creación como forma de liberación y diálogo con la sociedad.

Rubén Darío Salazar sentencia ciegamente que ve a “la creación como un acto de revolución” pique a quien le pique, agrego yo.

Mientras el ser humano, nos comenta Salazar, “esté interesado en ser mejor, ya de por sí es un hombre revolucionario.” Pique a quien le pique esta sentencia, pues que se rasque. (véase el segundo De tú a tú: El teatro de títeres, creación honesta y revolucionaria publicado en: acento.com.do, sept. 5, 2019).

Rubén Darío Salazar, director de teatro cubano. Foto, Canek Denis

Hemos todos pues de rascarnos las cabezas al analizar tan disímiles posiciones, pero tan cercanas visiones sobre el teatro y la dirección teatral.

Llama la atención que los tres coinciden al reconocer el poder que tiene el teatro como agente de cambio, liberador. De cambios más abarcadores y sociales, como afirma Salazar; otros más detallistas, íntimos y personales, como plantea Carrillo, y otros más reflexivos, según Nin.

En definitiva, el director debe tener una necesidad de decir, de comunicar algo, una idea y debe hacerlo desde la honestidad, con compromiso y coherencia. Pero los curiosos y perfeccionistas siempre estamos buscando lo idílico, lo mejor de lo mejor, la fórmula perfecta, siempre estamos inquiriendo lo ideal de las cosas. Y en el caso de dirigir teatro quizás estamos en búsqueda de los mejores sistemas de producción teatral para la puesta en escena y sus procesos creativos y técnicos.

Lamentamos informarles que he descubierto que la dirección perfecta es una utopía. Sin embargo hemos siempre de abogar por las utopías, tan necesarias para la existencia humana. Tenemos que buscar siempre los paradigmas que justificarán de una forma u otra nuestro quehacer y nuestro por qué como seres humanos y, en nuestro caso, como teatreros.

Quedarán siempre muchas preguntas sin contestar, hasta insatisfacción en las respuestas y muy probables, pero necesarios desacuerdos. Estos “tú a tú” son simplemente un inicio para compartir y debatir el tema, y porque no, hasta otros temas que vayan surgiendo.

Ahora queda abierto el diálogo teatral. Por el momento estos tres: Nin, Carrillo y Salazar han dicho lo que tienen en sus cabezas. Eso si, aclaro que todas estas conclusiones y pesquisas las realizo desde mi entendimiento. Ojo, el mío de mi cabeza, que se ha nutrido de otras cabezas. Busquen ustedes el suyo de sus cabezas. Porque aunque cada cabeza es un mundo, todos convivimos en el mismo mundo: el gran teatro de mundo.