Stephen Anderson, luego de la Quinta Dominica, regresa a Casa de Teatro con Guy Frómeta Trío.
Fue un 17 de julio. Lo recuerdo como ahora. El calor era abrasador aún en la noche, pero Casa de Teatro estaba espléndida: una foto gigante de nuestra Sonia Silvestre en el centro del bar, rodeada del murmullo del público que en la antesala esperaba la actuación de Stephen Anderson, como pianista, en el grupo que Guy Frómeta había armado para crear un trío con cierto acierto y de vez en cuando el trío se convertía en cuarteto, por la magia del sonido saxo.
Hacia las 9 de la noche la gente se agolpaba en el bar, y entre luces y penumbras el afiche de Sonia Silvestre todo lo presidía, brillaba entre su gran sonrisa y su cara de Monalisa Tropical que se nos fue de repente.
Todo estaba casi listo y la fila comenzaba a convertirse en una larga cola de cometa sideral, rostros diversos, mucho entusiasmo y un murmullo alegre y jovial.
Unos cuerpos femeninos radiantes, pantalones rosas ajustados, rostros mulatos apetecibles, pero ajenos y respetados, repito, ajenos y respetados.
El locutorcito había llegado con su tumbao de mala muerte, para narrar episodios cansados, a repetir lo mismo de siempre, allí estaba en su rinconcito oscuro, buscando lo suyo, como siempre…
La Srta Rottenmayer, vigila de nuevo..La seño Rotternmayer en acción…
Mientras tanto había un rumor de que Freddy Ginebra no vendría a tiempo para leer el sermón de todos los jueves, y que una señora Obispo, la señorita venida de la iglesia anglicana alemana lo sustituiría en la palabra, la siempre célebre y temida Srta Rottenmeyer (en su idioma original Fräulein Rottenmeier), la que pone nervioso a Víctor, a José, a todos los chicos simpáticos que cada jueves dedican sus esfuerzos para que el Festival Jazz de Casa de Teatro esté en pie.
Felizmente, Freddy Ginebra logró llegar desde la inauguración del Festival Internacional de Teatro, y con una camisa regalada por Quique Antún (existe el rojo reformista que compite con el rojo chino, ¡que por cierto está de moda!).
Para mí fue un respiro, porque escuchar a la Rottenmeyer hubiera sido duro, pero muy duro. Entonces no vimos pañuelito de invierno en verano flamear en el escenario, ¡qué ricura, qué ricura depoldios!!… Confieso que me hizo feliz la llegada repentina de Freddy, mientras tanto (música de siniestra, chanchanchachan..): ella vigilaba las filas de los asientos, era ella misma la Srta Rotenmeyer, todo en orden, cambió a dos de lugar y debajo de sus lentes vigilaba, siempre vigilaba.
Confesiones de jazzómanos en pantalla de Casa de Teatro, larga vida al jazz, larga vida..
En la pantalla de vídeo en el exterior del Bar, se proyecta la cinta " Confesiones de Jazzómanos ", es la historia del concierto del 30 de abril en la Quinta Dominica, donde justamente Stephen Anderson es el pianista del quinteto
Jazzomanía, que dirige Guillo Carías. El grupo toma su nombre del programa Jazzomanía, aquel que se origina todos los domingos en Quisqueya FM (96.1 en el dial de su radio) de 7 a 9 PM.
En aquel video había una evidencia clara, de Stephen Anderson ya había estado en Santo Domingo de Guzmán, para más señas, no valió el secuestro, la historia no se borra por deseo propio. Eran confesiones de jazzómanos, desde una cabina de radio.
Con el permiso correspondiente se vio aquel vídeo, se agradece la atención de Doña Sonia De Ginebra, el ángel de esa casa, la gran madre de todos y todas que en ese techo trabajan día a día. Larga vida a Sonia, como larga vida es la del jazz.
Finalmente, todos sentados bajo la vigilancia de la mirada rectora, el concierto se inició, Freddy Ginebra tiró el sermón que ya conocemos, catequesis jazzística de los jueves, estaba cansado pero radiante con su camisa rojo reformista, elogió a Stephen Anderson, alguien no le informó que ya había estado en el país y que ya había tocado en la Quinta Domínica un 30 de abril, de este mismo año, fuga de información a lo Rottenmeyer.
Entonces el concierto arrancó.
Stephen Anderson suelto como un chivo sin ley
El concierto arrancó con un problema técnico, la batería ahogaba al resto de los músicos y Stephen Anderson con paciencia mormona pedía bajar un poco el sonido.
Se tocaron sus piezas predilectas Squeaky y Tolerance. De paso hace un solo piano luego acompañado del tema del Mago de Oz, que hiciera famoso la fabulosa voz de Judy Garlan, inolvidable y querida: Somewhere Over The Rainbow.
En esta pieza de modo especial Stephen Anderson no puede negar su formación clásica, hizo un despliegue de ella a sus anchas con un lirismo que enterneció al arquitecto José Enrique Del Monte, quien hizo un leve comentario
sotto vocce, maravillado, encantado, el espíritu lúdico de Emilio José Brea, cruzó zumbando entre nosotros, justo cuando la nota pianística era más tenue y melódica, Joan Del Monte hacía discreto silencio..
El escenario estaba encendido, Guy Frómeta olvidó recordar a su líder de banda, Guillo Carias, punto de contacto para el segundo viaje de Anderson a República Dominicana. Se comprende, era su cumpleaños, y en esos momentos todo se olvida, oh memoria de los cumpleañeros!!
El asunto es que una vez más Stephen Anderson Anderson muestra varias cosas:
A) Que es un músico con espíritu y calidad humana.
B) Que no dirige a los otros músicos como líder comercial de banda, sino como un profesor de alta vocación y respeto a los demás.
C) Que en poco tiempo se entiende con los músicos dominicanos, lo demostró en abril, llegando un 29 y tocando un entra 30 con solo un ensayo, y rápido.
Y D) Que bien valdría la pena la próxima vez que esté en el país, porque habrá otra, que imparta unas largas clases magistrales de verdad, que mucha gente podría aprovecharlas.
A veces los seres humanos con grandes valores formativos, se encariñan con un país, es el caso Stephen Anderson con la República Dominicana.. ¡qué suerte tenemos, gracias a Guillo Carias, que los contactó desde Carolina del Norte, por primera vez, as you know…!
Tocó tan bien Anderson, que se convirtió en un chivo sin ley del jazz en noche calurosa de ese 17 de Julio en Casa de Teatro.
Sandy Gabriel, invitado de Guy Frómeta Trío
De Sandy Gabriel, saxo barítono esa noche o tenor, no recuerdo. Pero Sandy le pega a todo y con estilo, pero dejemos claro lo siguiente: un trío es un trío y un cuarteto es un cuarteto, no importa que el músico invitado sea invitado, cuando las formaciones musicales se transforman, de trío a cuarteto, el invitado tiene que ser muy buen músico para acoplarse, eso que se diga en favor de Sandy Gabriel.
Conociendo su seriedad como músico, su dedicación al estudio, toda observación siempre se la haría personal, esa noche estuvo de maravillas, hasta ponérsele la cara como un piel roja americano, que es mucho en un orgulloso provinciano, sabor al que su música no renuncia.
Guy Frómeta mostró lo mejor de sí esa noche, mostró su superación como músico de talla profesional, estuvo imponente y solido, dando muestra de ser un músico que bien puede ser Side Man (en el jazz significa acompañante de grupo o cantante solista) como también solista con imaginación y la naturalidad de un esfuerzo físico, apenas notado, impecable.
Para el bajista Reynoso, que fue extraordinario, prometo una crónica aparte, porque la merece.
El concierto del 17 de Julio en el Festival de Jazz de Casa de Teatro ha sido lo mejor de ese festival, que este año no ha dado lo mejor de sí como en otros tiempos.
El Guy Frómeta Trío llenó todas las expectativas deseadas y esperadas, Stephen Anderson fue el gran
show de la noche, gracias esta vez a Guy Frómeta que pensó en él…larga vida al jazz, larga vida. (CFE)